Si les quedaba algo de resto después de casi 16 horas ininterrumpidas de sesión, el jefe del bloque del Frente de Todos, Germán Martínez, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, deben haber brindado con champagne en la madrugada del jueves. El ex intendente de Tigre, que le habla principalmente a la clase media mientras deja que La Cámpora y Juan Grabois se dirijan a los más pobres y excluidos, salió fortalecido luego de que su iniciativa de "alivio fiscal" para monotributistas haya conseguido la media sanción por unanimidad del cuerpo. La oposición también contribuyó y mucho para que la versión final que llegará al Senado sea bastante superadora de la propuesta inicial.

En el reparto de los méritos cada sector atendió su juego. Cuando le tocó intervenir, el titular de la bancada radical, Mario Negri, fue el encargado de comunicar que Juntos por el Cambio acompañaría el dictamen, una posición que no estuvo decidida hasta bien entrada la sesión, por la dispersión de posturas en el interbloque opositor. Pero aclaró que acompañaban luego de un proceso arduo de negociaciones que empezó con una propuesta -según sus propias palabras- "pijotera" por parte del oficialismo. Esa fue su forma singular de dejar testimonio de que si el proyecto había evolucionado favorablemente había sido únicamente por obra y gracia de la oposición, que presionó fuerte y forzó al oficialismo a hacer concesiones a regañadientes. 

Desde el oficialismo contrapusieron otro relato: pusieron énfasis en que hubieron sectores internos que más silenciosamente trabajaron en la búsqueda de consensos para mejorar la letra de la norma. De hecho, dejaron trascender que Leandro Santoro hizo un minucioso trabajo de hormiga desde hace meses para convencer a sus pares de la necesidad de acordar con la oposición una mayor profundidad en el alivio fiscal para monotributistas y autónomos.

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Otro que colaboró en la búsqueda de síntesis fue Alejandro "Topo" Rodríguez (Identidad Bonaerense), en representación del interbloque Federal. En las negociaciones "rosquearon" por el lado del oficialismo el propio Massa, Carlos Heller, Santoro y Mónica Litza, quien como coautora del proyecto se ganó el derecho a ser la miembro informante del dictamen de mayoría (en lugar de Heller, quien suele ser la voz cantante del Frente de Todos en temas económicos). Por el lado de la oposición estuvieron Negri, Rodríguez, Luciano Laspina (PRO) y Alejandro Cacace (Evolución radical), quien había sido el autor del dictamen de minoría que contenía una propuesta más ambiciosa en términos de beneficios fiscales. 

Más allá de que cada una de las fuerzas intentó llevar agua para su propio molino en la atribución de méritos por la media sanción por unanimidad, lo concreto es que fue una señal sana y una demostración de altura democrática de parte de todas las fuerzas, que lograron deponer sus diferencias políticas y cedieron parte de sus pretensiones de máxima para construir la mejor ley posible,  en un contexto de hemorragia en el poder adquisitivo de la sociedad. 

La contundencia del resultado de la votación por unanimidad le mete una sana presión al Senado para que trate rápidamente el tema (si fuera posible sobre tablas para no esperar los tiempos ordinarios) y lo convierta en ley cuanto antes.

Con la votación de "alivio fiscal" se cerró el telón de la primera parte y se volvió a abrir con el debate por la prórroga por 50 años del régimen especial para industrias culturales. Si la semana pasada fue la oposición la que capitalizó "la grieta" alzándose con una victoria pírrica con 132 votos para lograr la media sanción de Boleta Única de Papel, en esta oportunidad la taba se dio vuelta: 132 votos para el oficialismo y sus aliados circunstanciales. Este resultado desbarató la tesis que con tanto entusiasmo había proclamado Florencio Randazzo en la sesión pasada sobre el surgimiento de una "nueva mayoría" opositora. Sectores de Juntos por el Cambio también se habían empezado a ilusionar con un escenario de esas características, en base a una correlación de fuerzas favorable. Pero la votación de Industrias Culturales disipó el espejismo y confirmó que la construcción de mayorías, tanto para el oficialismo como para Juntos por el Cambio, fue, es y será tema por tema y sesión por sesión, al menos hasta fines del año que viene cuando haya un recambio legislativo. Como sea, el Frente de Todos, que venía de sufrir un duro revés con Boleta Única, enderezó la cancha y salió airoso.

El debate sobre el régimen de Industrias Culturales, como se dijo más arriba, reinstaló la grieta en todo su esplendor, una vez más. Era un tema que se sabía que iba a levantar polvoreda porque la oposición había adelantado que rechazaba el plazo hasta 2072. Sin embargo, no hubo una pelea tan fuerte en la antesala que permitiera presagiar ese estado de ánimo beligerante que se apoderó del recinto.

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¿Qué es lo que ocurrió para que se electrificara el ambiente en la sesión? Decenas de artistas del ámbito del cine, del teatro, de la música y de otras disciplinas colmaron las gradas del recinto y le pusieron épica militante al debate, como en los mejores tiempos del kirchnerismo. Esa efervescencia alteró los ánimos de oficialistas y opositores, que se dejaron llevar por ese clima pasional. Algunos de los artistas que se dejaron ver en los palcos fueron Víctor Laplace, Carolina Papaleo, Juan Palomino y Luisa Kuliok. Pablo Echarri estuvo en las inmediaciones del Congreso y había sido uno de los principales convocantes al mitín parlamentario. La oposición pasó de un momento a otro a jugar de visitante, sintiendo el rigor de esa tribuna militante de la cultura.

Los artistas estuvieron muy efusivos durante la sesión arengando en todo momento a los oradores que apoyaban al proyecto y en cambio abucheando a los que planteaban objeciones. El blanco predilecto fue el macrista Hernán Lombardi, el ex titular del sistema de Medios Públicos durante el Gobierno de Cambiemos. Claramente el también ex ministro de la Alianza no dejó el mejor recuerdo en la comunidad artística por los despidos masivos en medios e instituciones culturales. También lo responsabilizan de la firma del pacto fiscal que le puso plazo a las asignaciones específicas que, sin una prórroga, iban a caer el 31 de diciembre. 

Los trabajadores de la cultura, muchos de ellos emparentados con el kirchnerismo, le cayeron muy fuerte a Lombardi con gritos, chiflidos y también se escapó algún insulto. El momento más álgido fue cuando el ex funcionario macrista habló de su negativa a seguir alimentando "burocracias" en los institutos públicos vinculados a la cultura. Por los abucheos generalizados en su contra, Lombardi llegó al punto de pedirle a José Luis Gioja, quien en ese momento estaba presidiendo la sesión, que desalojara a los artistas. Obviamente, nada de eso sucedió y el show continuó.

Con Fernando Iglesias pasó algo parecido: lo interrumpieron varias veces mientras daba su discurso. Por supuesto que el ultramacrista también hizo lo suyo en la provocación, como para no perder la costumbre, escupiendo pestes sobre el peronismo y marcando aquella década de los 40 como el inicio de la decadencia del arte y la cultura argentina, que hasta entonces, según dijo, era admirada en todo el mundo hispanoparlante. También habló de la cooptación de artistas por parte del kirchnerismo para hacer política partidaria, y lo parangonó con lo que hacían los dictadores Mussolini, Hitler y Stalin.

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Sobre el final, la politóloga macrista Sabrina Ajmechet, visiblemente desencajada por el contexto de animosidad contra Juntos por el Cambio, llegó a pedir lisa y llanamente que se eliminara la Defensoría del Público de Medios de Comunicación Audiovisual por considerar dicha dependencia como una suerte de usina de pensamiento único y de censura y persecución ideológica contra los opositores.

En la votación, Juntos por el Cambio se abstuvo, pero se desmarcaron los ultramacristas Fernando Iglesias y Francisco Sánchez, que votaron en contra junto a los liberales José Luis Espert, Carolina Píparo y Victoria Villarroel. Javier Milei no pudo darse el gusto de votar en contra de una ley de financiamiento a la cultura porque estaba más entretenido haciendo campaña en Colombia por el candidato de la ultraderecha Rodolfo Hernández, quien se jugará su suerte en el ballotage que lo enfrentará al izquierdista Gustavo Petro.

Otro dato llamativo que dejó la sesión: hubo muchos ausentes de renombre pertenecientes a Juntos por el Cambio, como Rogelio Frigerio, Diego Santilli, Ricardo López Murphy y Cristian Ritondo. Los radicales y la Coalición Cívica sí estuvieron en su gran mayoría.