- ¿Piensa que visitará la Argentina?
- Yo creo que sí, no creo que esté entre sus prioridades con todo lo que está pasando en el mundo, como ahora (con la pandemia), pero creo que él quiere venir. No tiene inconveniente en venir, pero puede haber algo de que si viene sea leído como que viene un político y estén todos tironeándole la sotana.

- ¿Cómo era su trabajo con Francisco en el Arzobispado?
- Trabajaba en el área de educación, un tema que le importa mucho. Me ocupaba de pensar iniciativas y llevarlas a la práctica, junto a José María del Corral, el actual presidente de Scholas Ocurrentes. En ese momento se armó la Escuela de Vecinos, que eran propuestas concretas que los pibes planteaban de acuerdo a su realidad y a partir de ahí tenían que comprometerse con una solución. Esa fue la semilla de Scholas.

- ¿Cómo fue el contacto tras ser elegido Papa?
- Fui a Roma a la ceremonia de proclamación, fue muy emocionante. Después él hizo una reunión para sus amigos argentinos, que éramos pocos, nos recibió en Santa Marta y no podíamos creer. Él siempre me jorobaba porque yo tenía cuatro varones con "¿para cuándo la nena?" y yo para ese momento ya no la esperaba. Me dijo: "Vas a ver que ahora viene la nena". A los pocos meses quedo embarazada, me pidió que fuera a bendecir la panza y en Roma en entero de que es una nena. Obviamente, mi hija se llama Francisca. No me puedo arrogar ser su amiga, pero nos queremos mucho, nos escribimos, él me acompañó mucho en mi vida política, pero como pastor. Muchos acá lo ponen como político en interna partidarias, y no es verdad, él incentiva involucrarse,
pero no está en la política barata.

- ¿Cuáles son los temas que más le preocupan al Papa?
- Se preocupó siempre por la periferia, por los que impulsamos a volquetes existenciales. Al estar como Papa esa mirada se amplía a cuestiones más grandes. Las cosas que sí o sí se continuaron -desde Buenos Aires a Roma- fueron el diálogo interreligioso, entre distintas culturas, entre distintas miradas política. Él como pastor nos invita a unirnos en la diferencias.

- ¿Qué cambió en la Iglesia desde su llegada?
- En Roma, sobre todo, la Iglesia era muy rígida y opulenta. Su primer gesto muy iluminado es ponerse el nombre Francisco. Ninguno lo hizo, tomar el nombre de San Francisco de Asís. Ahora es una Iglesia que se acerca a las periferias. Hubo hechos concretos en transparentar, los temas de pedofilia, empezar a levantar las inequidades, alzar la voz sobre los temas mas dolorosos e incómodos. Lo de la homosexualidad también hace una apertura que
nunca se dio en la Iglesia. Es una transformación muy grande, pone en el centro al pueblo creyente, no pone en el centro a la Iglesia.

- ¿Es reconocido en la Argentina?
- Tal vez es mi mayor dolor, porque yo siento que el pueblo argentino se está perdiendo un Papa por creer versiones sobre que es un militante político, eso está pasando, se está perdiendo a uno de los mejores Papas de la historia. El mundo está conmovido por este Papa y la Argentina no lo puede ver, tiene tapados los ojos con una venda negra. Acá los medios hablan del concejal que fue a visitarlo, a quien le dio un rosario, y su interpretación, no hablan de la homilía de Francisco en la cárcel. Lo que nos llega no es la voz de Francisco, sino de personas que dicen que él dijo o que interpretan lo que dijo, pero no es el Papa hablándonos. Eso hizo que se desgastara mucho la imagen de Francisco en la Argentina.