Los expertos en medio ambiente y manejo del fuego tienen vocablos y herramientas científicas con las que pueden mensurar y predecir los riesgos de un megaincendio.

Existe un índice conocido como indicador de Haines que mide la temperatura en diferentes capas de la atmósfera, la humedad relativa, el aire seco, producto de la sequedad y el calor ambiental, condiciones que pueden provocar lo que se denomina como un gran incendio conectivo.

Pero lo cierto es que las voces populares lo nombran de una manera más gráfica: incendios hambrientos. Se producen cuando se rompe la norma 30/30/30.

A más de 30 grados de temperatura, con vientos superiores a los 30 kilómetros por hora y humedad relativa de menos del 30%, se establece el escenario perfecto para un incendio.

Si a estas condiciones climáticas se le suman falta de precipitaciones, sequía prolongada, vegetación baja sin humedad, explotaciones forestales de pinos y eucaliptos a gran escala que han cercado los humedales y una pobre inversión en recursos y formación de brigadistas para controlar los primeros focos ígneos, las condiciones para que se produzca el incendio perfecto estaban servidas y cualquier chispa logró crear la tragedia que hoy se lamenta.

El gobernador de la provincia de Corrientes, Gustavo Valdés y su ministro de producción, Claudio Anselmo, conocían esta situación desde hace dos años.

Es el período de tiempo que lleva una sequía histórica que afecta al litoral del país y que ha permitido que las llamas devoren una quinta parte de los Esteros del Iberá, el mayor humedal de la Argentina.

Sin las barreras naturales del agua que suele actuar como cortafuego, los pastizales altos, los bosques nativos y los implantados por la industria forestal, los pueblos de la zona y las tierras ganaderas ardieron sin control.

Pero si la respuesta del mandatario correntino parece ser la de haber encendido una vela a algún santo para lograr que llueva todas las alarmas de su administración debieron haberse encendido cuando recibió una carta de la productora forestal Karina Lanaro que perdió toda su explotación. Tres décadas de trabajo en pocas horas.

El martes 15, el empresario Leandro Rodríguez comenzó a advertir y a pedir ayuda desesperada a las autoridades provinciales ante una situación que terminó por hacer desaparecer, bajo las llamas, el Paraje Galarza.

Recién el jueves 17, las autoridades lograron evacuar el pueblo, “…fue una pesadilla. Mi estancia contaba con una mini brigada forestal para la acción rápida, tanque bomba, mochilas, tanques hidrantes. Pero todo quedó en cenizas. Nada sirvió. Se nos quemaron los vehículos, las herramientas,  los tractores, no quedó nada, y no vamos a recuperar nada de lo perdido en las llamas, porque el seguro contra incendios forestales en la Argentina no existe”, afirmó Karina Lanaro al sitio argentinaforestal.com

Sin embargo, estos son los relatos de las últimas horas de los habitantes del Paraje Galarza, donde no murió nadie de milagro.

Los productores consultados por NA afirmaron que “hace 20 días que peleamos con incendios fuera de control y hemos advertido en todas las oficinas del gobierno provincial acerca de la necesidad de invertir y comprar un par de aviones hidrantes para los brigadistas”. Lanaro afirmó, “nadie nos ayudó en esta pelea. Ni la provincia ni la Nación. Ni el Consorcio de Manejo de Fuego de Virasoro”.

Además la familia Rodríguez explicó que Valdés conocía los riesgos potenciales de desastre porque les advertimos por “el fuego que venía del campo Santa María que lo administra el INTA, prácticamente abandonado, y las llamas atravesaron la reserva natural que por efecto de la sequía, y del abandono constituían un alto riesgo, ya que pajonales de más de 1 metro y medio de altura, estaban totalmente secos”, relataron.

Todo lo malo que  podía  suceder en esta zona, ocurrió, “…se quemaron todas nuestras plantaciones, que con tanta dedicación mi padre “Moncho” Rodríguez forestó, además afectó una miles de hectáreas de Claudio Wipplinguer, las casas de todos los vecinos, llegó al pueblo de Galarza y destruyó la vida de esa gente”, afirmó Leandro Rodríguez.

La indignación de Karina  Lanaro  se viralizó en un audio donde sostiene que, “…mientras que ayudamos a los vecinos a combatir el fuego durante semanas, nadie nos ayudó a nosotros. Días previos hablé con Claudio Anselmo, Ministro de Producción, le escribí al gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, pedí que envíen aviones, porque de no frenar ese fuego en los campos de pastizales y bañados bajos, no habría manera de frenarlos e iba a arrasar con las forestaciones. Y así fue. Y nadie nos ayudó”, afirmó.

El empresario y ex diputado provincial, Claudio Wipplinger, que tiene terrenos y producción en Corrientes sostuvo a NA que “…en 12 horas se nos quemaron 2.400 hectáreas de forestaciones en un campo nuestro y en otro que lindaba con el nuestro”. Y,  explicó, “en nuestro campo trabajan unas 40 familias en la primera etapa de la forestación, que es una actividad a muy largo plazo y las vamos a reubicar. Pero en el campo de nuestro vecino, esas 70 familias todas misioneras ya no tienen donde reubicarse. Hay muchas familias en la actividad de la resina, donde se perdió la mitad de la producción de la región”, detalló.

La ira de la población afectada crece a medida que se conocen los dichos y contra dichos de los funcionarios nacionales y provinciales del oficialismo y la oposición para ver quien tiene la culpa, “la verdad” afirma Wipplinger, “es que esta pelea, la lucha contra los  incendios,  la estamos haciendo entre privados, mientras en el Estado se están peleando a ver quién tiene la culpa. En todos estos días una sola vez escuché un avión, y estamos en una zona de muchos incendios”.

Cuesta entenderlo, pero con el 10% de la provincia arrasada por las llamas, Corrientes, festeja el Carnaval oficial 2022 hasta el 5 de marzo próximo y una de las pocas decisiones razonables emanadas desde la política provincial llegó a destiempo.

Porque hasta el martes 22 el gobernador iba a gastar recursos  de la provincia para un festejo en un territorio donde no hay nada para festejar.

Si no frenaba el incomprensible gasto de 140 millones de pesos para la realización de los Carnavales que comenzaron en la provincia el pasado viernes 18 sencillamente se iba a ganar una corona de laureles simbólica similar a la que usara el emperador Nerón mientras contemplaba extasiado, cantando y tocando la lira, el poder devorador de las llamas  que incendiaron Roma en el año 64 D.C.

Ni las advertencias de sus comprovincianos, por cartas, a través  de pedidos a sus funcionarios, ni las premoniciones científicas realizadas por expertos que hablaron de un ecocidio, que se terminaron por cumplir en Corrientes, sirvieron para hacer tomar conciencia a un gobernador que pareció regocijarse con su última victoria electoral.

Manuel Jaramillo, ingeniero forestal y director de la Fundación Vida Silvestre explicaba en recientes declaraciones periodísticas, “estos megaincendios van a ser más frecuentes. Además, se están quemando áreas que no se quemaban. Por eso la acción de las provincias, responsables de su administración pero también de la prevención y planificación, y de la Nación para prevenir estos fenómenos es central. Por cada 8 dólares invertidos en este aspecto, pueden ahorrarse hasta 100 dólares en logística de control de incendios, a la vez que se evitan los enormes impactos ambientales y sociales que estamos viendo”.

La bióloga Sofía Heinonen es directora de la fundación Rewilding Argentina y se halla al frente de proyectos de conservación en los Esteros del Iberá.

La noticia trascendió las fronteras nacionales y consultada por el diario El País de Madrid, explicó que “las características porosas del suelo de los Esteros, similar a la turba, permiten que el fuego se propague bajo tierra y emerja a pocos metros de donde fue extinguido si los termómetros superan los 35 grados, lo que hace tan difícil combatirlos. La ausencia de caminos dentro del humedal impide también el paso de camiones hidrantes. Tiene que llover, pero llover mucho. El lunes 21 empezó a gotear, fueron chaparrones, pero también cayeron rayos y prendieron más los Esteros”, sostuvo Heinone.

Gustavo Valdés tuvo toda esta información disponible sin embargo prefirió realizar un show mediático, con peleas por  redes sociales, con el ministro de Ambiente, Juan Cabandié, a pesar que tanto el funcionario nacional del Frente de Todos  como la administración correntina de Juntos por el Cambio, conocían los riesgos de la quema de pastizales y de la expansión de las plantaciones de eucaliptos y pinos a gran escala que afectaron los humedales.

El gobernador radical estuvo reunido en 2021 con empresarios forestales de Bélgica y Austria, quienes en diciembre iniciaron la construcción de uno de los aserraderos más grandes de Argentina, para procesar madera y exportar a China, Estados Unidos y Europa.

Al comenzar las obras Valdés expresó que “Corrientes posee 550.000 hectáreas forestadas y es la primera potencia forestal de la República Argentina y si sumamos a Misiones tenemos casi el 80 % de la producción de madera argentina.