El Foro de Madrid se revitaliza con Javier Milei y la Argentina deja atrás el de Puebla y el de San Pablo
Desde la década del ‘90, la Argentina se posiciona ideológicamente en los extremos. Paso de adherir al Consenso de Washington a ser parte del Foro de San Pablo y, luego, del Foro de Puebla. Hoy, las ideas libertarias se reflejan en el Foro de Madrid del que Javier Milei es su principal referente.
La batalla cultural se libra dentro del espacio de la Iberosfera y el presidente argentino Javier Milei, a pesar de la grave situación económica, financiera y social con la que asumió el 10 de diciembre pasado, dedica buena parte de su tiempo a ser uno de los generales de una guerra cultural que conmueve a Occidente por los enfrentamientos que surgen en la sociedad y las brechas ideológicas que se producen en diferentes ámbitos entre partidarios de políticas denominadas progresistas que se enfrentan a aquellos que defienden ideas catalogadas como conservadoras.
Sin embargo, los partidos y dirigentes que firmaron la constitución del Foro de Madrid en 2020, entre ellos, Javier Milei, entienden que es el progresismo, que se referencia en partidos de centro izquierda, los que representan el verdadero statu quo de las sociedades de Occidente que, con sus políticas estatistas y dadoras de derechos sociales, obturan el crecimiento del sector privado y ahogan las posibilidades individuales de crecimiento al tiempo que limitan libertades y ponen en duda uno de los derechos fundamentales, al menos desde la Revolución Francesa de 1.789, el respeto a la propiedad privada.
Decíamos que la batalla cultura se libra en la Iberosfera y, hay que agregar, no sólo dentro de su ámbito de acción política sino también en la zona de influencia conocida como angloamericana.
Pero, las novedades más importantes se producen, al menos hasta que se acerque el tiempo de elecciones en los Estados Unidos con un septuagenario Donald Trump (77 años) que está dispuesto a retornar a la Casa Blanca, en la Iberosfera, donde Javier Milei es su principal referente, divulgador y showman.
Después de todo, Javier Milei le respondió a Cristina Kirchner, en febrero pasado que "los nuevos tiempos requieren de un poco de show".
Y, los eventos que se organizan en torno al Foro de Madrid parecen hechos a la medida de un rockstar, cuestión que Milei aprovecha al máximo gracias a su verbo inflamado y al carisma que posee que fue perfectamente descripto y analizado por el sociólogo y economista alemán, Max Weber, hace más de un siglo.
Para Weber, el carisma es un atributo de las grandes personalidades innovadoras que rompen con los sistemas de dominación racional y tradicional y establecen o pretenden establecer un sistema de autoridad legitimado por la experiencia directa de la gracia divina.
Acaso, la parte mística de su personalidad, que, exhibe públicamente Javier Milei, sea un reflejo de esta definición weberiana.
Pero, decíamos Iberosfera en vez de utilizar otro sustantivo más usual para nombrar a los países de habla española y portuguesa, como Iberoamérica. Esto sucede porque se prefirió utilizar políticamente el primer término y no confundirlo con el segundo.
Iberoamérica es un término formado a partir de las palabras Iberia y América para designar el conjunto de territorios del continente americano donde se hablan lenguas iberorromances. De esta forma, Iberoamérica, constituye una de las regiones lingüísticas más grandes y culturalmente más cohesionadas del mundo.
La diferencia con el término Iberosfera, se debe a la utilización de su gentilicio. Iberoamericanos son los hispanos o portugueses hablantes que habitan el suelo del continente americano.
La Iberosfera es un término que, también, reivindica la cuestión lingüística, que alcanza a 700 millones de personas, pero que están repartidas entre el viejo y el nuevo continente y, en ese sentido, tiene una clara adscripción política analizada en su medio de difusión de ideas que es la Gaceta de la Iberosfera que pertenece a la Fundación Disenso, la misma institución que adquirió el Grupo Intereconomía que llegó a tener oficinas y radio propia en Buenos Aires hasta 2001.
Allí se lee que “se dará la batalla cultural a la agenda ideológica de izquierdas impulsadas por organizaciones como el Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla”. En el primero, fueron grandes animadores, “Lula” Da Silva, Hugo Chávez y Néstor Kirchner y en el segundo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Alberto Fernández.
Ahora bien, la reciente visita a Madrid del presidente Milei se inscribe en su adscripción a este Foro y en la sintonía que tiene con el titular del partido VOX, Santiago Abascal, que buscó a Milei y a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, para que firmaran la declaración de principios.
La Carta de Madrid cuenta, de esa manera, con representantes argentinos y en sus fundamentos se encuentra la misión de defender la libertad y la democracia en la Iberosfera con el objetivo de frenar el crecimiento del comunismo.
No sólo del comunismo, sino de los partidos de centro izquierda como el socialismo o como los que integran la internacional socialista entre los que se encuentra la Unión Cívica Radical (UCR) una de las razones de la inquina que se tienen los referentes políticos del partido fundado por Alem y los libertarios de La Libertad Avanza (LLA).
La Carta de Madrid suscripta por el presidente Javier Milei, quien suele recordar este hecho en su cuenta de X, tiene como máxima preocupación frenar el avance del pensamiento de izquierda, divulgado desde usinas del pensamiento que obedecen los dictados del Foro de San Pablo y del de Puebla.
En la carta se leen puntos que advierten que la región está bajo un proyecto ideológico y criminal que “busca desestabilizar las democracias liberales y el Estado de Derecho”. Otras de sus afirmaciones establecen que:
1. El avance del comunismo supone una seria amenaza para la prosperidad y el desarrollo de nuestras naciones, así como para las libertades y los derechos de nuestros compatriotas.
2. El Estado de Derecho, el imperio de la ley, la separación de poderes, la libertad de expresión y la propiedad privada garantizan el buen funcionamiento de nuestras sociedades, por lo que deben protegerse frente a quienes intentan socavarlos.
3. La defensa de nuestras libertades es una tarea que compete no solo al ámbito político, sino también a las instituciones, la sociedad civil, los medios de comunicación, la academia, etc.
Por todo ello, no es extraño que se vivan momentos muy tensos entre jefes de Estado que se agreden mutuamente y que terminaron con la política de no injerencia en los asuntos internos de un estado extranjero.
Todos se meten con todos
En las últimas elecciones presidenciales, Javier Milei recibió el apoyo de varios políticos que suscribieron la Carta de Madrid y Sergio Massa tuvo el apoyo indisimulable de Pedro Sánchez, primer ministro español, hoy, muy ofendido por la alusión de “corrupta” a su esposa realizada por Milei en suelo español, o de Lula Da Silva de Brasil a quien Alberto Fernández solía apoyarlo mientras permaneció en la cárcel.
Por estos motivos, la doctrina Estrada, por la cual queda perfectamente desarrollado el principio de no intervención y que indica la obligación de los Estados de abstenerse a intervenir, ya sea directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado con la intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación, formulada a comienzos de la década de 1930 por el secretario de relaciones exteriores mexicano, Genaro Estrada, quedó como una completa pieza de museo que, hoy en día, casi ningún gobierno tiene ganas de respetar a pesar que, como sucede en el affaire argentino-español reciente, las diferencias entre Milei y Sánchez quedarán en el futuro como una anécdota risueña que no pasará a mayores porque no existe ninguna posibilidad de enemistar a dos pueblos que se sienten completamente amigos.
Y, como escribía Aristóteles en sus tratados, la amistad es concebida como un hábito deliberadamente elegido. En este caso, cimentado por años de hermandad entre los dos pueblos.