Un buen maestro es aquel que muestra a sus alumnos el camino hacia el pensamiento crítico y autónomo. Gente que quiere decirles lo que deben pensar, sobra.

Si recorremos la historia Argentina hasta el día de hoy, veremos que son muchos los casos de adoctrinamiento que ocurren en prácticamente todas las instancias escolares.

Desde la primaria hasta incluso niveles universitarios, se reproducen y dictan textos académicos que están fuertemente teñidos por sesgos ideológicos.

De esta manera se abordan hechos históricos con interpretaciones unívocas, errores y omisiones abrumadoras que buscan establecer agendas y ser funcionales a ciertas ideologías.

Aprovecharse de la inocencia de los niños es un agravio a las familias argentinas.

No son casos aislados. Tampoco los docentes son los únicos responsables.

La currícula en los niveles de educación primaria y secundaria está sujeta a la bajada de línea del Estado.

Los docentes tienen poca o nula decisión sobre los temas a abordar y mucho menos de los textos y editoriales en los que se apoyaran para hacerlo.

Esta situación no ocurriría si el sistema permitiera que los padres tuvieran injerencia, por medio de variados formatos educativos, en los contenidos de sus hijos.

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Con este enfoque las editoriales de textos para la escuela primaria y secundaria se asemejarían al mercado de las publicaciones de las universidades, donde los profesores de cada cátedra eligen la bibliografía de una variedad de opciones que representen diferentes supuestos de perspectivas y pedagogía.

Como si esto fuera poco, desde los institutos de formación docente, persiste un modelo que promueve un pensamiento único y no la pluralidad de ideas.

Los sindicatos docentes han adoptado históricamente un método de lucha de los sindicatos obreros, abandonando el objetivo de profesionalizar la enseñanza, para ser sujetos de lucha política. Además, a los líderes gremiales poco les importa mejorar la calidad educativa y el desarrollo de los docentes. Sus intereses están puestos en maximizar la cantidad de afiliados y aquellos docentes que no están de acuerdo con sus lineamientos suelen ser hostigados y sufren amenazas.

El Gobierno tiene el monopolio de la información en la Escuela Pública. Y, a menos que tengas el dinero para acceder a una privada, el alumno está destinado a aprender durante 13 años la historia de acuerdo a la ideología de turno.

El adoctrinamiento escolar es un agravio a las familias argentinas

Esto debería ser inadmisible, los docentes deberían enseñar a pensar de manera crítica y no partidaria.

¿Cuántas veces escuchamos a un estudiante decir que tuvo que hacerse pasar por otra postura ideológica para agradar al profesor o peor, para aprobar un examen? ¿Cuántas veces escuchaste que dentro de ciertas comisiones hay quienes cancelan a otros por opinar distinto?.

No solamente recibimos reclamos de padres, alumnos y docentes en persona, sino que en las redes abundan ejemplos cotidianos de esta tragedia. Padres, docentes y alumnos, temen denunciar estas vulneraciones dentro del ecosistema educativo por miedo a represalias, y es por esto que creemos necesaria la creación de un Sistema de Denuncias Anónimas.

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El proyecto de ley que desde Republicanos Unidos presentamos en la Legislatura busca darle voz y soluciones a quienes padezcan situaciones dentro del aula que deriven en "proselitismo y adoctrinamiento escolar, presiones sindicales ilícitas y abusos de autoridad", y mediante la denuncia posibilite a cualquier individuo "que desee poner en conocimiento de la comunidad educativa la vulneración de derechos de niños, docentes o de cualquier otro integrante de la comunidad".

La importancia del anonimato de la denuncia radica en la asimetría de poder entre los distintos integrantes de la comunidad educativa, que dificulta en la práctica el derecho de defensa de quienes resultan víctimas de estas conductas.

Una sociedad libre y responsable es imposible sin ciudadanos que puedan tomar decisiones informadas y desarrollar pensamientos críticos. Para lograr esto, primeramente esos ciudadanos deben recibir las herramientas y estímulos necesarios desde sus infancias como la exposición del alumno a diferentes visiones de la historia, con incorporación de conocimiento científico y emocional.

Si se socava el pensamiento crítico, se condena a generaciones enteras.

(*) - Marina Kienast es legisladora de la Ciudad por Republicanos Unidos.