La vicepresidente de la Nación, Cristina Kirchner, atraviesa horas tormentosas acuciantes y a su vez gloriosas. Hasta hace pocos días, extrañamente para su condición protagónica, aparecía corrida de la escena casi por imperio de las circunstancias y por propia decisión en su afán por diferenciarse de la gestión de su propio gobierno.

La designación de su ex enemigo, Sergio Massa, como Ministro de Economía había provocado un corrimiento pragmático desesperado y muy necesario hacia la ortodoxia para la aplicación de medidas que Cristina siempre objetó pero que apremiada debió avalar.

La carencia casi absoluta de reservas netas, la inflación en modo tres cifras, los inconvenientes para importar insumos, las dificultades para cumplir mínimamente lo pactado con el FMI y por sobre todas las cosas la necesidad de un ajuste en el gasto la llevaron a regañadientes a entregar el Palacio de Hacienda al "tigrense".

En definitiva el déficit fiscal insostenible gran generador de inflación la llevo a ceder, a punto de tal de aceptar como viceministro de Massa a Gabriel Rubinstein, no solo un economista en las antípodas del pensamiento k, sino una especie de tuitero devenido en hater que por las redes sociales manifestaba su deseo de que Cristina fuera condenada por corrupta.

Es extraña la realidad en Argentina, el mismo día que Rubinstein fue "indultado" por querer ver a la vice condenada, el Fiscal Luciani pidió para la viuda de Néstor, doce años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos.

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El pedido de condena es por la causa de obra pública

Hasta ahí el fiscal que la atormentaba era el déficit, de ahí en mas otro fiscal marcaría su destino y el del devenir político argentino, Diego Luciani. Pero como la vida no es tanto lo que nos sucede sino aquello que hacemos con lo que nos sucede, Cristina sintió que renacía, que tal como se dice en estos casos resurgía como el ave Fénix entre las cenizas.

Independientemente de su denodado esfuerzo y sus "tres toneladas de pruebas" el pedido de condena de Luciani se transformaba en un mero testimonio jurídico sometido a refutación de los abogados defensores y de la ratificación del tribunal, no obstante su petición involuntariamente se convirtió en el puntapié inicial del relanzamiento del liderazgo de la vice en la coalición gobernante y el preámbulo de su potencial candidatura presidencial.

De manera inesperada un "jugador" externo como Luciani ordenaba la interna del Frente De Todos, donde hasta hace días crecían los cuestionamientos por izquierda y por derecha hacia Cristina por sus dichos sobre planes sociales tercerizados, su reunión con Melconian, su giro ortodoxo o directamente por la designación de Massa cual virtual interventor y con el consiguiente desgaste del presidente.

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Desde hace 10 días los simpatizantes de Cristina realizan una vigilia en apoyo por el pedido de condena. Foto: Daniel Vides - NA

De un momento para el otro el impacto externo generó cohesión interna, la muy poco probable reelección de Alberto pasó a mejor vida, la tímida rebeldía de gobernadores y ministros por recortes presupuestarios quedó en el olvido y la aspiración presidencialista a futuro de Sergio Massa también, al menos por ahora.

Cristina es fan del conflicto permanente, es su alimento cotidiano, con el se fortalece, sin el se debilita, el actual escenario de alineamiento con la jefa le da alas a sus sueños. La centralidad al palo, su habitual estilo de victimización sintetizado en "yo estoy peor" es el motor afinado de su nueva carrera.

La vicepresidente, salvando las distancias, vive un momento semejante al del 2010, luego de haber llegado a un piso de imagen positiva del 19%, el fallecimiento en Octubre de ese año de su marido, la épica de los funerales y el surgimiento de la Cámpora le permitieron en un mes subir veintiún puntos porcentuales en la consideración popular, lo que le permitió un año después ser reelecta presidente.

La desgraciada muerte de su marido le dio vida a su proyecto, su luto interminable ayudó mucho en la proyección de una imagen de mayor empatía con gran parte del público femenino.

Una docena de años después no podremos aseverar que los hechos políticos se reiteren pero si el manual de reacción y conducta de la vice, que según su hoy compinche Luis D Elia estaba en su peor momento y hoy parece capitalizar circunstancias que la devuelven al centro de la escena.

Cristina lanzada es un formidable aluvión político dispuesto a arrastrar con todo, ya sea la interna del PRO, la autonomía de la ciudad, el sistema judicial, las PASO y la paz social. Los dichos que le adjudican a Wado de Pedro en la áspera reunión del sábado último entre Nación y Ciudad, donde habría dicho que si Cristina va presa quemarían todo, no parece desmentir el carácter volcánico de la señora Kirchner y acólitos y sus dificultades para lidiar con límites y frustraciones.

El tiempo dirá si el respaldo peronista hoy en pleno apogeo tiene "pilas para rato" y si la embestida Cristinista no finalizará con efecto boomerang y la atropellada con inflación centenaria, ajuste indesmentible y facturas de luz agua y gas impagables, no termina siendo la propia Cristina, si así fuera, esa condena no será apelable.