La maratónica sesión de la Cámara de Diputados terminó con sensaciones encontradas para el oficialismo, que se fue del recinto con un sabor agridulce.

Acertó al blanco al comienzo al reunir quórum sin la necesidad de contar con el bloque Encuentro Federal de Miguel Pichetto, que la semana pasada le dio una estocada inesperada abortando la sesión.

Siguió con buen tino y a paso firme con la aprobación holgada del proyecto de ampliación del Registro Nacional de Datos Genéticos. Allí el oficialismo y sus aliados pudo mostrar un relato que los pone del lado de las víctimas y no de los victimarios.

Después tuvo que transpirar y mucho para superar ajustadamente la moción que por la noche formuló el diputado de Encuentro Federal Nicolás Massot para interrumpir la sesión y reanudarla la semana próxima.

De esta manera, el oficialismo logró atajar un penal clave, ya que de habilitarse el cuarto intermedio, no habría podido evitar la sesión que Encuentro Federal había convocado para este jueves teniendo como único tema la derogación del decreto que amplió el presupuesto para la SIDE.

Pese al tamaño del desafío, pasó la arriesgada prueba con éxito, y ya agrandado siguió subiendo la cuesta.

En el camino escarpado sobrevino la aprobación sin sobresaltos de la esencialidad educativa, pese a la resistencia del kirchnerismo, la izquierda y algunos legisladores sueltos de la UCR y Encuentro Federal. 

Con esta victoria, corrió un límite que se consideraba sagrado en la democracia, que es el derecho a huelga de los trabajadores. Hubo saludos no muy amistosos hacia Roberto Baradel, a quien demonizaron una y otra vez.

En esta batalla naval contra sectores de la oposición, La Libertad Avanza empezó a hacer agua luego. No le alcanzó el apoyo incondicional del PRO para evitar el cañonazo fiscal que significó la aprobación de un proyecto que le dolió a Luis “Toto” Caputo y su troupe del Ministerio de Economía.

Se trata de la ley de ampliación del presupuesto para las 62 universidades nacionales públicas del país, que incluye también la actualización automática de los salarios para docentes y no docentes. 

Esta derrota oficialismo fue producto de la jugada que conjuraron el kirchnerismo junto al radicalismo, la Coalición Cívica y Encuentro Federal para hacer un "patchwork" con las propuestas de unos y otros en un único dictamen.

En algún punto, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, sabía que la aprobación de este proyecto era una posibilidad muy concreta desde el mismo momento en que le abrió la puerta para que ingresara al temario.

Si no hubiera hecho este pacto de caballeros con el radicalismo para unificar temarios, la sesión ni siquiera habría empezado por falta de quórum. No podía darse el lujo de fracasar por segunda semana consecutiva.

Lo que el riojano no dimensionó del todo es que la versión aprobada iba a ser la más inclemente y severa desde el punto de vista del agujero fiscal que dejará una vez que empiece a aplicarse. 

La cuestión de la recomposición salarial de los docentes no estaba en el menú ni del oficialismo ni de los dialoguistas. Fue una guapeada del kirchnerismo que logró incorporarlo al dictamen radical.

Minutos antes de la votación, la diputada del PRO Daiana Fernández Moledo pidió conocer el costo fiscal de la reforma, y con sorna su par de la UCR Martín Tetaz le respondió que la misma tenía “el costo fiscal de los fondos especiales de la SIDE, más la pauta presupuestaria de YPF”.

Las desventuras para el oficialismo no terminaron ahí, ya que a minutos antes de las 10 de la mañana de este jueves, cuando la sesión ya llevaba 22 horas, se levantó la misma por falta de quórum.

Todavía quedaba el tratamiento de la declaración de repudio por la situación en Venezuela, y el proyecto de modificación de la ley de Armas de Fuego para la regularización de la tenencia legítima y la entrega voluntaria de equipamiento no autorizado. 

Esta iniciativa interesaba al Poder Ejecutivo, que ahora tendrá que poner a prueba su paciencia hasta la convocatoria a una nueva sesión.

El balance final no es del todo negativo para el oficialismo, pero el hecho de haber ido de mayor a menor a lo largo de la kilométrica sesión dejó en el final del recorrido un sabor ligeramente amargo.