La dirigencia política tiene el gran desafío de recuperar la confianza de los ciudadanos. El desprestigio de la política deviene del actuar de hombres y mujeres que se desempeñan en ella.

Dar el ejemplo y cumplir con lo que manda la Constitución Nacional es una obligación. El Gobierno nacional incumple con el artículo 101, que establece que "el jefe de Gabinete de Ministros debe concurrir al Congreso al menos una vez por mes, alternativamente a cada una de sus Cámaras, para informar de la marcha del Gobierno".

Al inicio de la actual gestión, la excusa fue la pandemia. Pero actualmente, continuamos sin el cumplimiento del mandato constitucional. Y esto es muy grave; es una mala señal hacia la sociedad, un mal ejemplo y, fundamentalmente, lesiona a la República, que se sostiene en la división, control y equilibrio entre los tres Poderes.

Es imperante acordar una agenda con temas verdaderamente importantes, profundizando el debate y evitando la superficialidad en su análisis y tratamiento.

Tenemos que mejorar la calidad de la producción legislativa. Generando leyes posibles de ser cumplidas y aplicadas, adecuadas a nuestra realidad. Como decía Montesquieu en "El Espíritu de las Leyes", su tratado de teoría política, "las leyes inútiles debilitan a las necesarias".

Por ejemplo, a fines de 2020 hemos aprobado en el Congreso la Ley de Manejo del Fuego, N° 27.604; cuando intervine en la sesión respectiva advertí que esta ley no iba a solucionar el problema de fondo.

Lamento no haberme equivocado; y peor aún, generó otros inconvenientes. Ahora vamos a tratar, otra vez, proyectos sobre humedales. ¿Con una ley sobre humedales es factible remediar el desastre que causan incendios e inundaciones? ¿Y arreglar la problemática ambiental de la capa de ozono y el cambio climático?

Creo que nada de eso vamos a resolver con una legislación solamente y sin el acompañamiento de políticas de Estado sostenidas en el tiempo y el debido cumplimiento de protocolos y acuerdos internacionales.

Me permito proponer algunos temas que considero importantes y que deberíamos tratar:
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* Emergencia educativa: el primer paso es sincerarse y reconocer que el retroceso y deterioro de la educación es una realidad que no podemos soslayar. Sólo admitiendo la existencia del problema podemos trabajar de manera urgente para corregirlo. Algunos indicadores surgen de una evaluación internacional de aprendizaje realizada por la UNESCO en 2019, antes del cierre de escuelas por la pandemia. Se evaluó Lengua, Matemáticas y Ciencias
Sociales de alumnos de tercero y sexto grado de 16 países de América Latina y el Caribe.

Argentina obtuvo resultados que están por debajo del promedio. Quince años atrás, los alumnos argentinos superaban en todas las áreas a sus pares de la región.

Estos resultados no son una novedad. Cada edición de PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) refleja un atraso paulatino.

* Asimetrías regionales en el desarrollo: Argentina tiene importantes desigualdades. Si analizamos en términos geográficos, la región del Norte Grande es la más pobre y postergada.

Considerar que el desarrollo de las regiones se resuelve con más puntos de coparticipación y más ATN (Adelantos del Tesoro Nacional) para tal o cual provincia es un error. Partiendo del concepto de que el desarrollo depende de factores socioeconómicos, asocio lo expresado en los párrafos anteriores sobre la educación: sin educación no hay desarrollo.

Necesitamos un plan de integración y nivelación económica, pero que no dependa de transferencias, sino de estímulos que generen un crecimiento genuino y endógeno en las provincias menos desarrolladas. Tenemos que aprovechar los recursos disponibles en cada región, apostando fuertemente al capital humano y a la creación de nuevos emprendimientos.

* Agenda ambiental: el desafío de la humanidad es cuidar la "casa común". Ecología es una palabra compuesta por dos vocablos griegos: "oikos", que significa "casa", y "logos", que traducido al español se entiende como "estudio".

También el papa Francisco hace un llamado a proteger la "casa común" en su encíclica "Laudato sí". La pregunta es, ¿cómo lo logramos?. Trabajando en
estrategias que conduzcan al cambio de paradigma, "capturando" carbono con forestación sustentable, utilizando recursos renovables para la producción de energía, como la solar, eólica, biomasa, etcétera.

Tenemos todo como para aportar y colaborar con la agenda ambiental internacional, pero aclarando que no debemos hacernos cargo de los pasivos ambientales generados por otros países.
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* Defensa nacional: Argentina está en una verdadera emergencia en el tema de defensa nacional. Si bien hay mucho por analizar, en pocas líneas podemos decir que tenemos que elaborar un programa de defensa adaptándonos a las limitaciones de nuestra realidad, con una asignación racional de los escasos recursos disponibles. Hoy no estamos en condiciones de defender nuestra soberanía.

Particularmente preocupante es el cuidado del Litoral Marítimo Argentino y sus riquezas, así como la presencia efectiva en los Mares del Sur y en el Continente Antártico.
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* Apertura al mundo: fortalecer el comercio internacional debe ser un objetivo principal para nuestro país. Salvo el debilitado Mercosur, no tenemos acuerdos internacionales importantes.

Deberíamos retomar el acuerdo con la Unión Europea, con un enfoque gradualista y sin temer a la competencia. La competencia fortalece la economía.

Deberían prevalecer los intereses permanentes de la Nación y no los coyunturales de lobbies sectoriales.
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Dicho así, de manera muy sintética, estos son algunos de los temas que nos deben convocar a una agenda común al debate de ideas que conduzca a los consensos necesarios. Necesitamos más que políticas públicas, políticas de Estado que se sostengan en el tiempo para rescatarnos como nación, por nosotros mismos y, sobre todo, por las generaciones jóvenes y futuras.

Recuperemos nuestra Argentina para que nadie se quiera ir buscando en otras tierras un horizonte mejor. Lo mejor debería estar acá, en nuestra Patria.

(*) - Jorge Alberto Vara es ingeniero agrónomo y diputado nacional por Corrientes del radicalismo en Juntos por el Cambio.