Por Belén Canonico.

"Joaquín V. González escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'A mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla", escribió René Favaloro en una de las cartas que dejó antes de suicidarse, a los 77 años, la tarde del 29 de julio de 2000. Reconocido mundialmente por haber desarrollado el by pass coronario y su compromiso con su país, el doctor tomó la drástica decisión de quitarse la vida a raíz de los problemas económicos que acarreaba su fundación homónima.

Favaloro era "un distinto". Con solo cuatro años sabía que su destino estaría vinculado con la medicina. Hijo de un carpintero y una modista, René se formó en la Universidad de La Plata e hizo las prácticas profesionales en el Hospital Policlínico de Buenos Aires. Allí se vislumbraba su profunda vocación de servicio, ya que le dedicaba más tiempo a los pacientes que cualquiera de sus compañeros y los visitaba no solo para controlar su salud, sino para hablar con ellos y distraerlos. También aprovechaba cada oportunidad que tenía para presenciar las operaciones de los médicos con más trayectoria.

Su carrera continuó en Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo de La Pampa donde se desempeñó como médico rural ante la insistencia de su tía, que también era doctor. Allí pasó doce años y junto a su hermano Juan José fundó un centro asistencial que cambió la vida de los 3500 habitantes del lugar, ya que lograron reducir notablemente los niveles de desnutrición, la mortalidad infantil y pusieron en marcha el primer banco de sangre de la zona.

Con sus primeros logros, la vida le auguraba un futuro más que prometedor a Favaloro y en 1962, su interés por las intervenciones cardiovasculares lo llevaron a seguir capacitándose en la Cleveland Clinic, en Estados Unidos. El doctor pasaba horas y horas en el quirófano con reconocidos colegas especializados en problemas cardiovasculares. Atento y meticuloso, estudiaba cada cirugía para seguir adquiriendo conocimientos en el área que más lo apasionaba hasta que en 1967 desarrolló una idea que cambiaría a la medicina a nivel mundial. Favaloro quería implementar la vena safena en las cirugías coronarias y creó la técnica del by pass aortocoronario, descubrimiento que lo catapultó a nivel internacional y lo convirtió en un ícono de la medicina argentina.

Con dicho reconocimiento, René volvió a su tierra con la idea de seguir logrando mejoras en la salud de los argentinos y seguir desarrollándose como docente e investigador. Y luego de pasar algunos años operando en el Sanatorio Güemes, decidió abrir su propia fundación. La Fundación Favaloro funcionaba como una clínica y un centro de formación profesional y uno de los principales ideales del doctor era que la atención no tuviera costo alguno para sus pacientes.

Su compromiso social lo llevaba a buscar la igualdad desde su humilde lugar y abogaba por el fácil acceso a la salud a lo largo y lo ancho del país. Y en una época donde poco se hablaba del aborto, se pronunció públicamente a favor de la interrupción voluntaria del embarazo para acortar la brecha social. "Legalizar no quiere decir que estemos autorizando a que todo el mundo se haga un aborto, sino que, antes ciertas circunstancias, la pobre desgraciadita que no tiene ningún recurso no caiga en ese trasmundo horroroso que la puede llevar a la muerte. Porque no se muere una, se mueren cantidades allí. Por el contrario, la niña privilegiada de una familia con guita va a una clínica de prestigio, se lo hacen sin que nadie se entere y a la tarde puede ir a un baile si quiere porque ya todo pasó. Esa desigualdad a mí no me gusta", expresó en un debate de la señal TN.

Su vida siguió ligada a su deber de buscar un país mejor, pero con el paso del tiempo, los problemas económicos de su fundación tomaron niveles imprevistos. "La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno", explicó el doctor en su carta de despedida.

"Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar", manifestó con tristeza enfatizando en la lucha desigual que llevó adelante. "El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse. Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al 'sistema'", expresó.

Y negado a traicionar sus ideales, tomó una decisión que "no fue fácil, pero sí meditada". "No se hable de debilidad o valentía. El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano. Solo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad. Estoy tranquilo", se despidió el doctor René Favaloro. Y a veinte años de su muerte, sigue inspirando orgullo y admiración por todo lo que ha logrado en su querida Argentina.