Por Karina Banfi*

Hace algunos días se cumplieron cinco años de aquella movilización colectiva que nació al grito de "Ni Una Menos", donde más de 300 mil personas decidimos juntarnos en la Plaza del Congreso, en la Ciudad de Buenos Aires, para manifestarnos ante el hartazgo de la violencia machista cuya máxima expresión se representa, principalmente, en los femicidios. La misma manifestación tuvo réplicas en muchas ciudades a lo largo y ancho de todo el país y llegó, incluso, a países como Chile, Uruguay y México, entre otros.

El femicidio de Chiara Páez, una joven embarazada de tan sólo 14 años en la ciudad de Rufino, provincia de Santa Fe, en manos de su pareja, fue la gota que colmó nuestro hartazgo. La convocatoria de un grupo de periodistas feministas, nos interpeló y el slogan pasó de las redes a las calles. Dos años después de este femicidio, en 2017, el femicida fue declarado culpable por el delito de homicidio agravado, y sentenciado a 21 años de prisión.

"Ni Una Menos" significó una suerte de "despertar de conciencia colectivo". La lucha contra la violencia dejó de ser una iniciativa de los grupos de mujeres, y pasó a ser un reclamo de toda la sociedad en su conjunto. Fue el punto de inflexión, donde tomamos conciencia de que la violencia era el resultado de la desigualdad que experimentamos las mujeres en todos los ámbitos del quehacer social, en la distribución de las tareas del hogar, en el trabajo, en los medios y también en la política. El femicidio es el resultado de esa desigualdad, la cara más extrema y más injusta.

No tengo dudas que las muertes violentas por razones de género son muertes que pueden ser evitadas. ¿De qué manera? Trabajando desde todos los ámbitos y en todos los niveles para cerrar las brechas de acceso a oportunidades y ejercicio de derechos entre los hombres y mujeres, erradicando los estereotipos que naturalizan la violencia, y generando políticas públicas y leyes que brinden respuestas concretas para prevenir, sancionar y erradicar todas las formas de violencia.

Es el compromiso de toda la sociedad decir "Ni Una Menos" para dejar de contar mujeres asesinadas por el sólo hecho de su condición de mujer. Por eso, a cinco años del primer grito de "basta" de parte de todas nosotras, lo seguimos diciendo más fuerte que nunca, porque los femicidios no dejan de ocurrir. Más aún en esta época de pandemia, y su consecuente aislamiento, donde para muchas el "quedarse en casa", lejos de ser una forma de cuidarse, implica la exposición constante a la agresión. Por ellas, por nosotras y por todas las que ya no tienen voz, hoy más que nunca decimos "Ni Una Menos" esperando que, en breve, se transforme en un nuevo y definitivo "Nunca Más".

(*) - Diputada nacional de la UCR en Juntos por el Cambio por la provincia de Buenos Aires.