El privilegio de haber seguido a Maradona por el mundo
Murió Diego. Nace una leyenda. El mejor jugador de fútbol de todos los tiempos nos regaló anécdotas inolvidables.
Por Carlos Juvenal
Es incómodo escribir en primera persona, eso queda para las grandes plumas o para nombres con trayectoria. No entro en ninguna de esas dos opciones pero se murió Maradona, el Diego, y me voy a tomar una licencia aunque todavía no caigo, no caemos, el mejor de la historia, ese de las hazañas inolvidables, ese que nos regaló felicidad, que hizo explotar nuestros corazones al ritmo de goles y gambetas, se fue a una gira eterna.
Los que en algún momento estuvimos cerca de Maradona tenemos todo tipo de anécdotas y de historias, es que no pasaba desapercibido en ningún lado. Fuimos privilegiados. El primer encuentro formal que tuve con él trabajando de periodista fue en el hotel Nogaró, en la zona de Plaza de Mayo. Tenía que cubrir la salida del plantel de Boca a un partido. El lobby era un escándalo de gente, parecía una tribuna popular cuando de golpe se acerca un chico con una cámara de fotos en mano, las viejas de rollo, y me dice "cuando baje Diego me sacás una foto con él". La ilusión del pibe era tal que le dije que si, pero para mí era imposible que Diego parara en medio de hinchas, dirigentes, periodistas para una foto.
De golpe se abren las puertas del ascensor del hotel y baja Diego con Coppola y fue como un gol en la 12, una avalancha hacia él. Como pudo, Diego salió y avanzó entre la gente y el pibe que me dio la cámara lo para y le dice: "te podés sacar una foto conmigo?" Estaba detrás del chico con la cámara en mi mano esperando el desencanto. Pero le dijo que sí. En medio de una multitud saco la foto y Diego me dice: "nene, el dedo en el flash, sacá la foto de nuevo". Y la saqué de nuevo.
Al mes volví a verlo, en la apertura del programa "Fútbol Prohibido", que se filmó en Figueroa Alcorta y La Pampa, en Palermo. Fueron varios jugadores, como Claudio López, Hernán Díaz, el Mono Navarro Montoya, el Negro Gómez, más los periodistas Diego Bonadeo, Diego Gvirtz, Paulo Vilouta y mi viejo. Cuando terminaron de filmar, de jugar en realidad, mi viejo, poco afecto a los fotos con protagonistas, le dice a Maradona: "para, no te vayas, vamos a sacarnos una foto". Me da la cámara y les saco la foto y Diego en ese momento me vuelve a decir: "saca la foto de nuevo nene, tenías el dedo en el flash". Tenía ganas de contarle que me había dicho lo mismo hace un mes pero temí que me reconociera .
En 1996 fallece mi viejo y Maradona nos envió un mensaje y se puso públicamente a disposición de mi familia. Fuerte. Ocho años después, durante los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 volví a verlo para hacerle una nota mano a mano y cuando terminó la entrevista le agradecí aquel gesto: se me acercó, me abrazó y me dijo "nada que agradecer". Logré contener las lágrimas hasta que se fue. Luego ya no.
En los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 fue el hincha número 1 de los deportistas argentinos. Fue a verlos a casi todos. Y los atletas argentinos se morían por estar con él. Diego iba de un lado a otro con una credencial trucha, no tenía nada, para alentar a sus compatriotas y estaba feliz. Después de una derrota dura de Las Leonas contra Holanda por las semis de los Juegos, Diego fue a visitarlas al vestuario. En la antesala donde estaban las chicas esperó para entrar, estaba solo, con dos periodistas, uno era yo, un allegado y una cámara de TV. Era un velorio ese camarín. Todo silencio, de golpe se escuchaba un llanto de una Leona y enseguida se sumaban las demás. Las caras de Diego lo decían todo. Hasta que sale Gabriel Minadeo y le dice "Diego, pasá". "Dejaron el alma, nada que reprochar, hay seguir peleando por la camiseta" les dijo las chicas. Por un minuto las arengó. Los llantos se convirtieron en sonrisas. Y prometió volverás a ver. Y cumplió y fue parte de los festejos de la obtención de la medalla de bronce.
Más tarde me tocó seguirlo en toda su etapa como entrenador de la Selección Argentina. Pude ver como en Marsella los franceses aplaudieron más su salida que la de su Selección. O en Munich, donde los fríos alemanes le demostraban calor y lo visitaban por el hotel nenes como Lothar Matthäus o Jürgen Klinsmann. O en Barcelona, estando escondido por la famosa sanción de la FIFA, lograba eclipsar a la figura pródiga de esa ciudad: Lionel Messi.
Diego generaba cosas increíbles. Cuando lo citaron para ir a declarar a Zurich por la famosa frase "que la chupen", tuvo salir muy temprano desde Madrid para dirigirse hacia la sede de la FIFA. Pocos periodistas lo esperábamos en el aeropuerto: un medio televisivo local y dos medios escritos, uno suizo, un joven que soñaba poder conocer a Maradona. Cuando bajó del avión uno de sus acompañantes habituales me advirtió: "mirá que viene con un humor...." Esa frase me alcanzó para solo saludarlo al pasar y esperar. El suizo lo siguió 300 metros haciéndole preguntas y Diego nada, hasta que en un momento le dice "te podés callar la puta que te parió" y se subió a un auto. El suizo se me acercó y me dijo emocionado y feliz a la vez: "me insultó Maradona". Solo Diego podría generar algo semejante.
Se murió Diego y con él un pedazo de nuestras vidas. Ya es eterno. Es leyenda. Nos cortaron las piernas. Nunca lo vamos a olvidar.