Por Pablo Tallón

El pintor Daniel Santoro, reconocido por sus obras basadas en la iconografía peronista, destacó la figura de la histórica sede de la CGT como una suerte de musa inspiradora para una generación y la irritación que causa en sectores de alto poder adquisitivo, ya que el edificio de Azopardo 802 "nunca es tenido en cuenta como algo estético porque es `la cueva del mal´".

A lo largo de su carrera, el artista incluyó en varias de sus obras la figura del histórico edificio de la central obrera y también realizó en 2017 un mural para el Salón Felipe Vallese, en el que a fuerza de brocha recorrió la historia del peronismo.

"Cuando en ciertos lugares de poder adquisitivo pinto a la CGT es peor que pintar a Perón o a Evita. Por eso me encanta pintarla", contó Santoro en diálogo con NA.

La atracción que genera la sede de Azopardo 802 en el artista también se explica por la "contradicción" que hay entre el estilo arquitectónico elegido por Jorge Sabaté para su estructura y la mirada desdeñosa que suele haber sobre el sindicalismo y el mundo obrero.

"Nunca es tenido en cuenta como algo estético, porque es `la cueva del mal´. Al pintar lo represento un poco con todas las contradicciones. Es un edificio racionalista y se le atribuye algo irracional al trabajador: es un lindo diálogo. Lo tomo como un lugar controversial", explicó el pintor, de 66 años.

Santoro también realizó en 2017 un trabajo de restauración del mural que corona el Salón Felipe Vallese: la obra de Miguel Petrone había sido vandalizada en 1976 por los militares y en el 89 Saúl Ubaldini había ordenado que se le devolviera su aspecto original.

"El mural es una simbología sobre los peligros de estar expuestos a la vorágine del capitalismo. En el 89, se hizo una restauración, que quedó bastante mal, pero está bueno que quede así, como una especie de herida", analizó el pintor.