Por Daniel Menéndez.

Si me preguntan qué es lo que más destaco de la obra y vida de Néstor Kirchner, lo primero que se me viene a la cabeza es su enorme capacidad para la reconstrucción. Néstor tuvo el desafío de asumir su presidencia luego de que la crisis neoliberal dejara a la Argentina reducida a cenizas.

Un lamentable ciclo que dejó nuestro país con más de la mitad de la población debajo de la línea de la pobreza y con más de un cuarto de sus trabajadores desocupados. Sin embargo y con todas esas dificultades, Néstor logró sacarnos adelante. Su trabajo no solo se limitó a resolver los grandes problemas económicos de los argentinos, sino que además provocó una verdadera transformación en el plano político y social.

Lo cierto es que luego de la muerte de Perón, el Partido Justicialista se fue convirtiendo en un partido que hizo posible la profundización del neoliberalismo en la Argentina. Así lo demuestran dos de las iniciativas económicas fundamentales de la década menemista, la convertibilidad y la privatización, que asestaron un golpe letal para millones de argentinos y argentinas, pero que además pusieron en crisis a la propia identidad del peronismo, históricamente vinculado a la defensa de los intereses de los sectores populares y a las reivindicaciones nacionales.

No obstante todo aquello, para las nuevas generaciones que hoy viven sus primeros pasos en la militancia y en la política, el peronismo ya no tiene ese sentido negativo que Menem y el neoliberalismo edificaron en los noventa.

Hoy, por el contrario, los jóvenes encuentran en el peronismo los valores originales que Juan Domingo Perón supo forjar. Y fue precisamente Néstor Kirchner el responsable de rescatar a aquella identidad peronista del ostrascismo y conquistar así el corazón de esos jóvenes que sueñan con un país que los incluya, a todas y a todos.

A diez años de su fallecimiento es indudable que la figura de Néstor Kirchner ha marcado a fuego el devenir de nuestra patria. Y se ha hecho enorme -en especial en estos últimos años-, para los movimientos sociales y populares. Desde el retorno de la democracia, sus cuatro años y medio de gobierno fueron los mejores que hemos tenido, con un lugar preponderante para los sectores populares que por tanto tiempo habían estado postergados.

Hoy, con su ausencia, tenemos el enorme desafío de reconstruir a la Argentina, y como dice Alberto, de ponerla de pie. A los problemas estructurales e históricos de nuestro país, agravados por el desastre económico que nos dejó el gobierno de Mauricio Macri, se sumó la crisis desatada por la pandemia que está haciendo estragos en todas las latitudes.

Es por ello que ante este gran desafío debemos actuar con grandeza y fortalecer la unidad y organización de los sectores populares. Solo juntos y organizados vamos a poder honrar su memoria y salir adelante.

Por Daniel Menéndez, subsecretario de Políticas de Integración y Formación, y coordinador nacional SOMOS/Barrios de Pie.