Por Victoria Tolosa Paz (*)

Ramal que para, ramal que cierra. Hace algo más de 25 años se iniciaba el último de varios procesos de desmantelamiento de la red argentina de ferrocarriles; ni más ni menos que una de las ocho más extensas del mundo. Pueblos enteros condenados al olvido, a vivir bajo una nomenclatura fantasmal; a conjugar en pasado un tiempo de abandono tan presente que parecía irreal.

Reactivar el sistema ferroviario argentino es reencender los motores de las economías regionales: es un horizonte para las PyMES; es tender puentes para el intercambio comercial y el turismo; es contribuir al armado de una matriz productiva moderna, eficiente y responsable con el cuidado del medio ambiente; una matriz que como Estado nos permita abaratar costos en materia de producción y comercialización de alimentos.

Esta misma semana asistimos a varios anuncios alentadores en ese sentido. Uno de ellos, el que dio cuenta de los avances del proyecto que busca llevar el tren de carga al distrito de Berisso, más precisamente al Puerto La Plata, y a la terminal de contenedores TecPlata, que recientemente recibió al primer buque en realizar un servicio de importación y exportación desde ese puerto con destino a Asia.

También hubo avances concretos en el proyecto de reactivación de ramales en la provincia de Salta -con mejoras del transporte ferroviario de pasajeros interurbano-, una iniciativa que forma parte de un plan integral para el desarrollo de un nodo logístico que prevé hacer realidad el "sueño de una vía comercial con salida al Pacífico".

Desde el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales celebramos y promovemos activamente la reactivación y el desarrollo de la red ferroviaria como elemento dinamizador de las economías regionales. El tren es esencialmente una política social que debe planificarse a muy largo plazo. La reconstrucción y activación de estas políticas son una prioridad en el gobierno de Alberto Fernández, y prueba de esto es que se hayan logrado estos avances concretos en plena pandemia.

Para eso fueron convocadas universidades, sindicatos, gremios, productores, empresarios, industriales, referentes sociales y organismos internacionales. Con todas las voces, con todos los actores, hoy podemos ver los primeros resultados de un proyecto de bandera. .

Como en todas las decisiones que tienen consecuencias directas en la vida de miles de vecinos y vecinas, la de reactivar ramales ferroviarios también requiere una evaluación pormenorizada de cada una de las realidades y necesidades locales. En otras palabras, no escapa a la necesidad de escuchar y tomar nota de las diferentes demandas e inquietudes para alcanzar de esa forma decisiones consensuadas.

Es el caso del ramal La Plata - Pipinas, un proyecto vecinal que desde hace años busca la reactivación de "una herramienta clave para el desarrollo territorial, la equidad, la inclusión y el arraigo de miles de personas", al que acompañamos activamente junto a la Fundación Ingeniería y a agrupaciones vecinales de distintas localidades.

El ramal en cuestión une la capital de la provincia de Buenos Aires -con cabecera en la histórica estación provincial Meridiano V de la ciudad La Plata- con la localidad de Pipinas, partido de Punta Indio, a lo largo de 115 kilómetros. La reactivación de ese recorrido beneficiaría en forma directa a 12 localidades que se levantan en torno a sus estaciones intermedias.

Los saberes culturales y gastronómicos propios de cada una de esas 12 localidades y estaciones pueden convertirse en atractivos para impulsar el turismo regional. Al mismo tiempo, esa reactivación generaría oportunidades concretas para los jóvenes en sus lugares de origen, que muchas veces se ven imposibilitados de trasladarse, de alquilar un departamento y de solventar sus gastos para estudiar.

En definitiva, acercar el entramado universitario al ferrocarril es una forma de construir un futuro de juventudes ligadas al mundo del trabajo y a la producción.

La reactivación de ramales ferroviarios es una política de estado de altísimo impacto económico y social. Porque un tren que vuelve es una estación que se abre; y una estación que se abre es trabajo y comercio en torno a esa estación.

Es una oportunidad para emprendedores y productores; es generar demanda y nuevos nichos para actividades ligadas al turismo y a la gastronomía. En definitiva, cualquiera sea el ramal, lo cierto es que todas las vías conducen al mundo del trabajo y contribuyen a resolver la demanda de transporte público desde una perspectiva ambiental.

Ahora frente al éxodo de las grandes ciudades, fenómeno que muchos describen como "efecto COVID", el tren asume un rol protagónico. Transformar las dos peores crisis a nivel mundial - pandemia y desempleo- en una usina de oportunidades, depende de todos nosotros. El tren de las oportunidades no pasa dos veces.

(*) - Presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Públicas y concejala ad honorem de La Plata.