¿Pudo haber sido peor?
Por Jorge Luis Pizarro (*)
El mundo actual, el presente, demuestra a cada segundo que la victoria, sólo es posible, cuándo "hay equipo".
No alcanzan las individualidades. Los equipos son la clave, pero para que un equipo funcione, debe haber un plan, una estrategia, disciplina y organización.
¿Cuánto de estos aspectos tiene la Argentina?. Consulta para nuestros dirigentes: ¿Cuánto del fracaso argentino se puede explicar en la falta de un plan, una estrategia, o la capacidad de poder organizar?.
Hace meses, la Argentina escandalizaba el mundo, por no poder organizar un partido de fútbol entre River y Boca para una final de Copa Libertadores. Tampoco pudimos organizar una cuarentena exitosa, que nos permitiera hoy, no estar entre los países con mayor cantidad de infectados y muertos por millón de habitantes.
A esta regla de ineficiencia no escapó el velorio de Diego Maradona. ¿Por qué se hizo en la Casa de Gobierno?. Protocolar y sanitariamente no correspondía. Haber respetado la memoria de Maradona, hubiera sido despedirlo en el lugar donde más feliz fue: un estadio de fútbol, que además hubiera ayudado para evitar aglomeraciones.
Sea quien fuere, él o la que tomó la decisión, indudablemente se equivocó. Si la Casa de Gobierno fue ofrecida, no correspondía que la familia Maradona dispusiera de la sede gubernamental como quisiera. De lo contrario hubieran elegido otro lugar. La Casa de Gobierno fue literalmente "tomada", por una mezcla de personas que querían rendir homenaje y un "grupo de salvajes" que pertenecían, por lo menos, a cinco barras bravas. Entre ellos estaba Rafael Di Zeo, histórico líder de "la 12", que tiene prohibición para ingresar a estadios de fútbol, y que además, posee dos causas judiciales abiertas, en una de las cuales se lo investiga por doble homicidio.
Si la Casa de Gobierno era el lugar, las reglas las debía poner quién maneja la sede dónde trabaja el Presidente. No la familia. Si iban a desfilar en la despedida, cómo calcularon más de 1.000.000 de personas, el velorio jamás podría haber durado 8 horas, ya que una simple cuenta matemática, revela que era imposible que todos los aficionados presentes pudieran llegar a "decirle adiós" a Diego.
Haber dado marcha y contramarcha sobre el horario de finalización del velorio fue otro despropósito qué terminó, cómo era previsible, con desmanes y violencia. Nunca ocurrió en la historia política Argentina, que personas irrumpieran violentamente en la Casa de Gobierno, se dispararan gases en el interior de la misma, pisotearan la alfombra por dónde entra el Presidente o sus invitados, y revolearan un busto presidencial. Fue el de Hipólito Yrigoyen el que cayó al suelo.
Un documento revela que, fue la Casa Militar, a cargo del Ministerio de Defensa, la que dio la orden a las autoridades de la Ciudad, para que cortaran la fila, decisión que produjo el desorden y la violencia. ¿Cómo puede ser entonces que de frente a la sociedad, no sólo no reconozcan el fracaso de la organización, sino que además desvíen las responsabilidades?.
El último adiós a Diego Maradona fue tan mal organizado, como los últimos días del mejor jugador de todos los tiempos. En el domicilio dónde lo alojaron Maradona murió solo, en una habitación. La última cena que le sirvieron, que no comió, fueron apenas unos sándwiches de
miga. La enfermera que tenía la responsabilidad de cuidarlo incurrió en falsedades en su declaración. La justicia investiga, si días antes, Maradona tuvo una fuerte discusión con su médico personal, a quién habría echado, hasta incluso con empujones. El abogado de Maradona dice que la ambulancia tardó en llegar, por lo menos, 30 minutos, y surgen dudas sobre si efectivamente, Maradona podía estar externado de la clínica dónde lo habían operado de la cabeza.
En voz baja, ya empezó "la guerra por la fortuna", y trascendió que su apoderado, desde hace más de un año, habría contratado una auditoría, preparándose para este momento.
¿Cómo lo amaron a Maradona?. ¿Cómo lo cuidaron?. ¿Cuánto lo usaron, hasta incluso la política?. ¿Cuánto y cuántos "lo vivieron"?.
Hace algunas horas, escuchaba al Señor Pablo Musse, el papá de Solange, la joven cordobesa, que sabiendo que se iba a morir, pidió estar rodeada de su familia. Por la pandemia no se lo permitieron. El señor Musse, con lógica y angustia, hizo la siguiente reflexión: "Hay una Argentina para los que tienen apellido, y otra, para la gente común". Durante estos meses de aislamiento, más de 35.000 familias no pudieron darle el último adiós a sus seres queridos.
La multitud qué rodeó la Casa de Gobierno en el velorio de Maradona, contradijo todas las normas sanitarias, que durante meses, escuchamos. ¿Quién ahora podrá, decirle con propiedad a un ciudadano, no te reúnas con tú familia para un cumpleaños, Navidad o año nuevo?.
No se les ocurra echarle la culpa al muerto. No digan que esto pasó porque Maradona es un ídolo mundial. Admitan, los unos y los otros, que lo que sucedió fue bochornoso porque, sobraron las opiniones, la especulación y faltó el más elemental sentido común y de humanidad. No faltó casi nada de lo malo, porque hasta incluso, aparecieron fotos morbosas de empleados de la funeraria, al lado del cadáver de Diego.
Gracias a DIOS también hubo personas respetuosas, que con amor despidieron a Maradona. El cura de la selección Juan José Medina recordó, que la Capilla que se ubica en el predio de la AFA, está abierta, gracias a Maradona, de quién dijo: "Representó la Fe, la humildad y el pecado.
Si es cierto, como algunos de sus allegados dicen, que en vida Maradona no tuvo paz y le faltó amor, lo mejor que le podemos desear, es que ahora en su descanso, consiga la PAZ. Sobre lo sucedido, una triste muestra más, de "lo verde que estamos".
(*) Periodista de Radio Rivadavia.