Ruben Insua, íntimo: el presente del fútbol y la reconstrucción de San Lorenzo
"Cuando me llamaron, apostaba mi casa contra un café a que iba a ser el técnico", aseguró el Gallego. En una entrevista exclusiva, el DT habló de su segunda etapa en el Ciclón y del sueño de dirigir en Boedo.
Con la seguridad de los futbolistas de generaciones pasadas, cuando no existía la PlayStation, el desequilibrio de los enganches que solo usaban la velocidad de la mente para abrir los espacios y una cabellera al estilo Kurt Russell, el actual técnico de San Lorenzo, Ruben Darío Insua, abre la puerta de su casa, se deja caer sobre uno de los sillones de su living, confiesa su pasión por el fútbol y con algún dejo de nostalgia revive su infancia en la calle.
“Jugaba al fútbol en la calle, siempre me gustó jugar a la pelota. Era otra sociedad, se jugaba mucho en la calle porque había poco tránsito”, le dice a Noticias Argentinas.
Insua nació a ocho cuadras del Viejo Gasómetro, el emblemático estadio de Avenida La Plata –al cual los de Boedo buscan regresar para recuperar su zona de pertenencia–. Su padre era socio vitalicio del Ciclón y primo de Jaime Lema, el mítico arquero campeón de 1933. “Fue el primer arquero campeón en la era profesional de San Lorenzo”, aclara el Gallego.
Su pertenencia con el club se dio desde muy niño. Su papá lo empezó a llevar a la cancha a los siete años y de ahí en más no pudo deshacerse de su estrecho vínculo azulgrana. A los nueve se fue a probar en infantiles. Quedó. Más tarde continuó su vida futbolística en las inferiores, saltó a reserva con edad de séptima y en 1978, en esa misma cancha de Avenida La Plata, hizo su debut en primera con tan solo 17 años.
“Jugué tres partidos en el Viejo Gasómetro y estoy invicto ahí: ganamos dos y empatamos uno”, cuenta antes de rememorar lo sucedido con el estadio. “Fue algo repentino, traumático. Fue una decisión del Gobierno militar porque en ese momento se dijo públicamente que era para abrir las calles, pero evidentemente fue todo una maniobra porque nunca se abrió nada. Los militares decidieron sacarle la cancha a San Lorenzo y le hicieron un gran daño institucional y deportivo”. Y reflexiona: “Creo que, si no le hubiesen sacado el estadio, tendría algunas vueltas olímpicas más”.
Y agrega: “Tuve mucha suerte como entrenador. Me tocó arrancar en un club muy grande: Barcelona de Ecuador. Tiene una gran hinchada, un estadio para 80 mil personas. El primer año fuimos el mejor equipo del país y el segundo año, fuimos el mejor del continente. No es poco”.
En la Argentina dirigió a Ferro, Talleres y San Lorenzo. Esta es su segunda etapa al frente del club de Boedo. La primera fue a comienzos de los 2000. “Cuando asumimos en junio de 2002, San Lorenzo venía de ser campeón del torneo argentino en 2000/2001, después la Copa Mercosur en 2001/2002 y nosotros ganamos la Sudamericana en 2002/2003. Algo histórico para el club. Nunca había pasado de ser campeones tres años seguidos. Y ahora hace seis años que no se da una vuelta olímpica”, señala.