La ex esposa de Dani Alves, Dinorah Santana, rompió el silencio y defendió al lateral brasileño, quien se encuentra detenido hace más de 20 días acusado de agresión sexual a una mujer en el baño de un boliche en Barcelona, al asegurar que "sería incapaz" de hacer algo así, al tiempo que remarcó que "está siendo muy complicado cada día que pasa" para ella y los hijos del futbolista.

"Ni en la peor pesadilla podíamos imaginar algo así. No estamos bien. Ni yo, ni los niños. Está siendo muy complicado cada día que pasa", expresó Santana en declaraciones al diario Sport.

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Además, recordó cómo se enteró de lo sucedido: "El 31 me contactó una periodista por si queríamos hablar de lo que había pasado la noche anterior en el Sutton. Llamé a Dani, pero no cogía el teléfono porque hacía la siesta. Pensaba que había habido alguna pelea. Gente próxima me llamó y me dijo que estuviera tranquila, que Dani estaba bien, que no había ningún problema, que no había pasado nada y que todo normal".

"Están condenando a Dani previamente, sin que haya sido juzgado. Dani sería incapaz de deshonrar a una mujer. Estuve casada durante 10 años y le conozco desde hace 22. Todo el mundo que está en el entorno de Dani, desde la que limpia su casa de Brasil, la de Barcelona... Todo el mundo sabe quién es y que no sería capaz de cosas como esta. Duele bastante la situación", continuó la ex esposa del lateral.

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A su vez, manifestó: "En la situación en la que está, Dani no está receptivo ni con ánimos de verse con gente en prisión. Los abogados dicen que está bien, fuerte, dentro de lo que cabe. Que hay que luchar y que se está manteniendo fuerte. Si se derrumba... ¿Qué vamos a hacer entonces?. Está triste. Ve algunas cosas en la prensa que no le gustan. Se preocupó mucho por los niños porque esto les afecta".

Por otra parte, los medios españoles sostienen que el reconocido futbolista volvió a cambiar su versión de los hechos: ahora admite que tuvo relaciones sexuales con la denunciante y que hubo penetración aquella noche del 30 de diciembre en la discoteca Sutton de Barcelona, aunque afirma que lo sucedido fue consentido por ambos.