Un estudio reciente del Banco Mundial indica que los afrodescendientes "son más susceptibles de ser excluidos" en la República Oriental del Uruguay, el país que en las estadísticas figura entre los de mayor inclusión de América Latina.

Los afrodescendientes son la principal minoría étnico-racial con al menos 8,1% de la población, según el último censo (2011).

"De niña y adolescente me decían 'negra de mierda' y toda mi vida lidié con eso", se lamenta la campeona sudamericana de 800 metros Déborah Rodríguez, en el marco de un reportaje que analiza la cuestión.

El informe de una agencia internacional publicado en el sitio France24.com cita que "con desdén, o incluso con cariño, "negro" es una palabra de uso corriente entre los uruguayos".

La semana pasada, el delantero Edinson Cavani fue criticado por llamar a un amigo "negrito" en redes sociales, nueve años después de que Luis Suárez fuera sancionado por llamar a otro jugador "negro", aunque esta vez en tono despectivo.

Uruguay ostenta el menor índice de desigualdad de Sudamérica y la tasa de pobreza más baja en América Latina y el Caribe, además de ser uno de los países con mejores estadísticas de inclusión social en la región.

El documento señala que la pobreza entre los afrouruguayos (20%) duplica la tasa nacional.

Además, tienden a ganar 11% menos que el resto de los 3,45 millones de uruguayos por el mismo trabajo y tienen 20,7% menos de probabilidades de completar estudios secundarios.

La atleta Rodríguez lucía cabello lacio, pero ha vuelto a exhibir su original maraña de rizos ajustados con una vincha.

Ella decidió volver a su peinado natural después de más de una década de alisados constantes.

"Necesito cortarme el pelo porque necesito volver a mi origen, volver a mi identidad. Desde los 12 años que a mí me alaciaban el pelo", recuerda la corredora de 28 años, quien ganó su primer torneo a los 15.

Según Germán Freire, especialista en desarrollo social del Banco Mundial, los afrouruguayos no tienen casi referentes de su comunidad en posiciones encumbradas: "Si sos un chico afro, te cuesta conseguir tus modelos para proyectarte en el futuro en la gerencia, en la academia, en la política... Por ahí es más fácil en el fútbol; ya te están predeterminando el camino".

En el Parlamento uruguayo, transcurrieron casi dos siglos antes de que una persona negra ocupara un puesto, en 2005.

Y la primera en llegar al Senado, Gloria Rodríguez, lo logró recién en 2020.

Pese a los avances hacia el reconocimiento de sus derechos, la senadora del oficialista Partido Nacional cree que Uruguay está lejos de reducir la brecha.

"Los derechos adquiridos ya los tenemos. Ahora, tenemos que cumplirlos. Aún hoy cargamos sobre nuestros hombros el peso de la esclavitud".

Tras la colonización Montevideo se convirtió en el único puerto de ingreso de esclavos al Virreinato del Río de la Plata y al Virreinato del Perú.

Cuando Uruguay abolió la esclavitud en 1842, casi un siglo después de la llegada del primer cargamento de esclavos, otros tantos fueron introducidos ilegalmente desde Brasil.

Hasta mediados del siglo XIX, el 30% de los montevideanos eran africanos o afrodescendientes, de acuerdo con historiadores.

Según la responsable del Departamento de Afrodescendencia del Ministerio de Desarrollo Social, Amanda Díaz, Uruguay es "sumamente racista" y usó la idea de que "somos todos iguales" para ocultarlo, indica el trabajo de la Agence France Presse publicado en el sitio del canal galo de noticias.

Ser negro, dice, "tiene una connotación negativa" y, por eso, se estima que las personas afrodescendientes están subrepresentadas en las estadísticas: "A la hora de autodefinirse, si uno puede 'zafar', lo hace... Ese 8% con seguridad es 12 o 14%".