En un país que en una época de oro supo dar grandes nombres como Caetano Veloso, Chico Buarque y Clarice Lispector entre tantos otros, hoy Brasil se conforma con uno que comienza a ganar popularidad y que cuenta con el cariño de los iracundos seguidores de jair Bolsonaro: se trata de Sara Winter.

En verdad, ese es el seudónimo de Sara Fernanda Giromini, una de las fundadoras y más activa militante de "300 de Brasil", un grupo de extrema derecha que tiene la intención de formar grupos militarizados, con entrenamiento de combate y que cada vez tiene más inicidencia en la complicada escena política brasilera.

Pero no todas son buenas noticias para Sara: el lunes fue arrestada, junto con otros militantes de esa fuerza, por lanzar fuegos artificiales contra la sede del Tribunal Supremo Federal, en la plaza de los Tres Poderes, en Brasilia, al grito de “prepárense, bandidos del Supremo”, grabando la escena en videos que se divulgaron horas después.

El grupo “300 de Brasil”, ya había sido expulsado días antes de la Explanada de los Ministerios y de la plaza de los Tres Poderes, en donde se encuentra el Palacio de Planalto, la residencia oficial de Bolsonaro, tras haber levantado campamentos.

Todo esto mientras que en las últimas semanas cobró fuerza el rumor de que el mandatario estaría preparando un autogolpe militar para frenar los intentos de contrapeso del Poder Judicial y Legislativo.

El presidente del Supremo, José Antonio Dias Toffoli, lamentó los ataques y criticó el hecho de que hayan sido alentados desde el propio Estado.

La celeridad en el crecimiento de la fama de Sara llamó la atención de los medios y hoy se reveló que la periodista Jessica de Almeida se infiltró en el grupo de Telegram de la organización, por lo que pudo obtener detalles sobre cómo funciona el grupo y algunas pistas que servirán a la investigación que ya está en marcha por parte de la Oficina del Fiscal General (PGR).

La periodista reveló que una de las reuniones de Telegram convocaron más de 3.000 personas, y que allí la organización advirtió a los participantes que debían dar “sudor y sangre” para “exterminar a la izquierda” y prepararse para enfrentarse físicamente si fuera necesario.

Incluso se adelantó que Sara podríade terminar en prisión, algo que finalmente sucedió con ella y otros miembros del grupo.

Jessica narró que “al principio eran objetivos muy generales: Se hablaba de proteger la soberanía popular y esas cosas. Pero comencé a estar atenta cuando compartieron un documental sobre la Primavera Árabe. Luego vi que estaban entrenando personas para ir a Brasilia, para darles ‘sudor y sangre', para enfrentar la posibilidad de ir a prisión... Todo esto junto con una especie de entrenamiento. Y había además todo un juego de palabras: ‘No eres un militante, eres un militar'”.

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Sara Winter, la cara de la extrema derecha más radical de Brasil

Las discusiones de los miembros de “300 de Brasil” también incluían acciones que iban desde la fabricación de carteles, folletos y panfletos hasta el “acoso no violento” y la supuesta institución de un gobierno paralelo, detalló la comunicadora, de acuerdo a lo que reveló O Globo.

“El discurso adquirió un tono más extraño a medida que se divulgaban los detalles sobre el supuesto entrenamiento, un requisito previo para unirse al campamento de Sara (Giromini)”, detalló la periodista.

Luego narró que los organizadores informaron a los participantes que no podrían llevar teléfonos celulares a las sesiones de capacitación, que tuvieron lugar a partir del 27 de abril, y que la dirección no se divulgaría por adelantado.

“A los participantes se les dijo que usaran ropa cómoda para luchar contra otras personas. Ese fin de semana, las enfermeras y la fotógrafa Dida Sampaio fueron golpeadas (en una manifestación contra el gobierno por cómo encaró el coronavirus) y (el grupo de Sara) publicó que eso era solo el comienzo, que iban a elevar el tono. Entonces dije: “Wow, esto se está poniendo serio”, agregó Jessica.

Los medios brasileños informaron que la periodista denunció el caso a la Policía Civil de Brasilia y que, temerosa de ser perseguida, aceptó la ayuda del oficial de policía Leonel Radde, de Rio Grande do Sul, para llevar la denuncia al Ministerio Público