Moqtada al Sadr pide a sus seguidores que pongan fin a las protestas en Bagdad
"Hay milicias descontroladas, sí, pero eso no significa que el Movimiento Sadrista también deba estar descontrolado", dijo el líder chiíta.
por John Davison, de la agencia Reuters
El poderoso clérigo iraquí Moqtada al-Sadr ordenó el martes a sus seguidores que pusieran fin a sus protestas en el centro de Bagdad, lo que alivió un enfrentamiento que condujo a la violencia más letal en la capital iraquí en años.
Al disculparse con los iraquíes después de que 22 personas murieran en enfrentamientos entre un grupo armado leal a él y facciones musulmanas chiítas rivales respaldadas por Irán, Sadr condenó los combates y dio a sus propios seguidores una hora para dispersarse.
"Esto no es una revolución porque haya perdido su carácter pacífico. Está prohibido derramar sangre iraquí, advirtió Sadr, un ex líder insurgente antiestadounidense, en un discurso televisado.
Cuando el plazo venció alrededor de las 2 pm (1100 GMT), se podía ver a los seguidores de Sadr comenzando a abandonar el área en la Zona Verde fortificada en el centro de Bagdad, donde se encuentran las oficinas gubernamentales y donde habían ocupado el parlamento durante semanas.
Los enfrentamientos del lunes entre facciones rivales de la mayoría musulmana chiíta de Irak siguen a 10 meses de estancamiento político desde las elecciones parlamentarias de octubre en Irak, que han aumentado los temores de una escalada de disturbios.
Sadr emergió como el principal ganador de las elecciones, pero fracasó en sus esfuerzos por formar un gobierno con los partidos kurdo y árabe musulmán sunita, excluyendo a los grupos chiítas respaldados por Irán.
La violencia de esta semana estalló después de que Sadr dijera que se retiraría de toda actividad política, una decisión que -aclaró- fue en respuesta al fracaso de otros líderes y partidos chiítas para reformar un sistema de gobierno corrupto y decadente.
El ejército iraquí declaró el lunes un toque de queda indefinido en todo el país e instó a los manifestantes a abandonar la Zona Verde. Pero un funcionario del gobierno iraquí, que habló bajo condición de anonimato poco antes del llamado de Sadr para poner fin a las protestas, admitió que las autoridades no podían imponer control sobre los grupos armados rivales.
“El gobierno es impotente para detener esto, porque el ejército está dividido entre leales (a Irán) y sadristas también”, describió el funcionario.
Más temprano el martes, los militantes dispararon cohetes contra la Zona Verde y los hombres armados viajaban en camionetas con ametralladoras y lanzagranadas, mientras que la mayoría de los residentes observaban el toque de queda. Durante la noche, disparos de armas y cohetes resonaron por toda la ciudad.
Estados Unidos describió los disturbios como perturbadores y pidió diálogo para aliviar los problemas políticos de Irak. El vecino Irán cerró la frontera y detuvo los vuelos a Irak, menos de tres semanas antes del ritual chiíta de Arbaeen que atrae a millones de iraníes a la ciudad iraquí de Kerbala.
Sadr se posicionó como un nacionalista que se opone a toda injerencia extranjera, ya sea de Estados Unidos y Occidente o de Irán.
Insistió en elecciones anticipadas y la disolución del parlamento, diciendo que ningún político que haya estado en el poder desde la invasión estadounidense en 2003 debería ocupar el cargo.
Dirige una milicia de miles de personas y tiene millones de seguidores leales en todo el país. Sus oponentes, aliados de Teherán desde hace mucho tiempo, controlan decenas de grupos paramilitares fuertemente armados y entrenados por las fuerzas iraníes.
"Hay milicias descontroladas, sí, pero eso no significa que el Movimiento Sadrista también deba estar descontrolado", dijo Sadr en su discurso de despedida de las protestas.