El 90% de los edificios de la ciudad ucraniana de Mariúpol fueron dañados o destruidos, según estimaciones de la prensa internacional.

Se trata de un desastre humanitario, incluso -quizás- un crimen de guerra, es la conclusión que saca BBC tras relevar historias de niños internados en el hospital Infantil Regional en la cercana ciudad de Zaporizhzhia.

Tras la destrucción la semana pasada de un teatro donde se refugiaban más de 1.000 personas , entre ellos muchos niños, informa hoy que una escuela de artes, con 400 personas dentro, también fue atacada.

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El presidente ucraniano Volodimir Zelenski condenó el constante bombardeo de Mariúpol por parte de Rusia, calificándolo de "un terror que será recordado en los siglos venideros".

Durante más de dos semanas, la ciudad fue testigo de frecuentes ataques rusos que cortaron la electricidad, el gas, el agua corriente y otros suministros.

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El miércoles una bomba cayó sobre un teatro donde se habían refugiado cientos de personas, pese a que en los techos se advertía la presencia de niños en las naves apuntadas por la aviación rusa.

Aquellos que pudieron escapar de Mariúpol hablan de horrores inimaginables. Relatos de primera mano de cuerpos tirados en las calles, de casas destruidas. Llevando esos recuerdos, ponen tanta distancia física como pueden entre ellos y lo que padecieron.