El gobierno de los Estados Unidos se esmeró en las últimas horas por destacar que hará todo lo posible para poner a Ucrania en una posición de fuerza frente a la agresión armada rusa, pero su iniciativa le costó críticas internas y del exterior. 

La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, explicó las intenciones de su Gobierno en una sesión informativa en Washingon: “Ellos están luchando por su democracia. Y por eso, haremos todo lo que podamos para ponerlos en una posición de fuerza para que puedan defenderse. Y si hay una oportunidad para que negocien, podrán hacerlo en una posición de fuerza”.

"Es Rusia la que está mostrando una agresión y atacando la soberanía y la integridad territorial de Ucrania", enfatizó la funcionaria en la línea de su presidente, Joe Biden.

Algo similar destacó la embajadora de los Estados Unidos en Ucrania, Bridget Brink, tras reunirse con el ministro de Defensa de aquel país, Oleksiy Reznikov.   

"Como le dije a Oleksiy Reznikov, Ucrania ha inspirado al mundo con su coraje e ingenio. Aumentaremos el nivel sin precedentes de asistencia estadounidense y haremos todo lo posible para fortalecer a Ucrania en el campo de batalla”, dijo la embajadora que el pasado 2 de junio presentó sus cartas credenciales al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.  

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Críticas dentro de los Estados Unidos

Pero fuera de esas declaraciones que destaca el sitio Ukrinform, The New York Times escribió que "Occidente, encabezado por los Estados Unidos, está dando un impulso al conflicto en Ucrania que podría ser imposible de detener".

Según el diario, los "Estados Unidos han ayudado a convertir este conflicto trágico, local y ambiguo en una potencial conflagración mundial".

El articulista Christopher Caldwell remarcó en su texto que "la guerra en Ucrania podría ser imposible de detener" y los Estados Unidos merecen "mucha de la culpa".

"Si la guerra no termina pronto, sus peligros se incrementarán. Es necesario que las negociaciones comiencen en los próximos dos meses, antes de que se generen trastornos y tensiones que no serán fácil de superar", dijo Henry Kissinger, ex secretario de Estado de Estados Unidos, citado en el artículo. 

"Culpables de diplomacia de coerción"

Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino criticó también a los Estados Unidos porque se han estado dedicando a la "diplomacia de coerción", informó la agencia Xinhua.

El portavoz Zhao Lijian formuló las declaraciones en una conferencia de prensa diaria en respuesta a los comentarios recientes del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en los que acusa a China de "diplomacia de coerción".

Son los Estados Unidos los que se dedican a la "diplomacia de coerción", indicó Zhao, quien añadió que China nunca ha recurrido a ningún acto de esa característica y se opone firmemente a que cualquier otro país lo haga.

Cuando la soberanía y la dignidad nacionales de China son sometidas a coacción o abuso, China toma contramedidas razonables y legales para defender sus derechos e intereses legítimos, la equidad y la justicia internacionales, agregó el portavoz.

El vocero calificó a los Estados Unidos de ser "culpable" de la "diplomacia de coerción" y señaló que los derechos de invención, los derechos de patente y los derechos de propiedad intelectual de la "diplomacia de coerción" sólo pertenecen a aquella nación.

Para evidenciar aún más las acciones de los Estados Unidos en busca de la "diplomacia de coerción", Zhao citó prácticas como la represión sin escrúpulos de Huawei de China y de otras empresas extranjeras, y el forzar a países a elegir un bando en el conflicto entre Rusia y Ucrania, mientras que con frecuencia amenaza con utilizar sanciones unilaterales y la jurisdicción de brazo largo.

Además, añadió, cuando China e Islas Salomón firmaron un acuerdo de cooperación de seguridad basado en el respeto mutuo, la igualdad y el beneficio mutuo, los Estados Unidos presionaron inmediatamente a los países insulares del Pacífico Sur para impedir una cooperación normal con China.

Zhao instó a los Estados Unidos a poner fin a la "diplomacia de coerción", a dejar de interferir en los asuntos internos de otros países y a abstenerse de presionar a los países para que elijan un bando, de abusar de las sanciones unilaterales y de oprimir a las empresas de alta tecnología de otros países.