Por Claudio Zin (*) 

Ante todo, quiero decir que conozco a todos los protagonistas. A todos los que se mencionan en los diarios por estos días, inclusive a Mario Draghi, que deber ser hoy la persona más seria de Italia. Se lo respeta porque salvó el euro, por su gestión en la Banca Central Europea y por sus gestiones para salvar a Grecia cuando prácticamente se autodestruyó.

Es un personaje técnicamente irreprochable, sin mucha experiencia política. Si tuviera que definirlo diría que es un viejo demócrata cristiano que adhiere a la política social de la Iglesia. Es conocido de Jorge Bergoglio y es por eso que el Papa lo nombró hace poco miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Es un personaje muy respetado, muy querido, muy rico. Es autosuficiente porque se formó prácticamente solo, partiendo de una base pequeña burguesa de Italia.

Sus padres murieron cuando él tenía 15 o 16 años y tuvo una educación jesuita, lo cual te marca siempre. Es un personaje muy especial: habla poco, tal cual los jesuitas, pero cuando dice, dice mucho. Este es el personaje central hoy de la política italiana, convocado por el presidente de la República, Sergio Mattarella, que es un ex juez de la Corte Suprema de Italia, una persona también muy respetada.

A los presidentes en Italia los elige el Parlamento, un parlamento ampliado en la que participan las 20 regiones de Italia. Yo fui uno de los que eligió a Mattarella y se elige cada siete años para que pueda cabalgar entre dos legislaturas. Es una especie de referente y guardián de la Constitución Italiana.

El tema ahora son los partidos políticos.  Hace una semana Mario Draghi comenzó las consultas con cada uno de los partidos que tiene representación parlamentaria para sumar apoyos. La secuencia es así: ahora tiene el apoyo de todos, pero tiene que presentar un plan de gobierno en tres o cuatro días y en una semana deberá volver al Parlamento para que le ratifiquen la confianza de ministros que nombró.

Todos los partidos políticos, incluido el nuestro, el Movimiento Asociativo Italianos en el Exterior, cuyo presidente es Ricardo Merlo, uno de los vicecancilleres de Italia, le hemos pedido a Mario Draghi que haga un gobierno político y no técnico. 

En estos gobiernos de transición generalmente los 20 ministerios están compuestos por técnicos. Se busca a las personas más especializadas en las diferentes áreas y no importa el color político para nombrarlos. Pero esta vez le han pedido que esto no sea así y Mario Draghi cedió en dar 12 de esos ministerios a los políticos y quedarse con ocho para los técnicos, como el de Finanzas o el de Desarrollo. Ahí pone a sus amigos que son técnicos en economía.  

Los otros 12 ministerios se van a repartir entre todos los partidos políticos que lo apoyan. En Italia hay 20 ministerios y 44 subsecretarías, no hay secretarías de estado. Entonces ahora empieza el reparto a los filisteos del templo de cada uno de estos ministerios.

Como senador italiano espero que no aumenten los ministerios para quedar bien con los partidos políticos porque eso sería desastroso desde el punto de vista burocrático. El único partido que no lo va a apoyar, pero se abstiene de votar es el partido Fratelli de Italia, que es un partido neofascista, liderado por una persona que tiene mucho prestigio en Italia y que se llama Giorgia Meloni.   

Los neofascistas no lo van a apoyar ni quiere ministerio alguno. Todo el resto de los partidos incluidos la Lega Nord que es uno de los más importantes que hoy debe tener un 23 ó 24% de apoyo en los votos, van a apoyar y van a reclamar ministerios para sostener el voto de confianza.

La trampa de Draghi es que va a aceptar repartir esos 12 ministerios, pero no va a poner a las figuras de primera línea porque si no le va a resultar imposible manejar el gobierno. Por eso prefiere poner a gente de esos partidos, pero de segunda línea.

¿Por qué toda esta historia tan complicada? Italia es así de complicada. Yo lo viví en mi gestión como senador, estuve cinco años y medio y hubo crisis de gobierno de este tipo. Tuvimos que cambiar de primer ministro y de presidente. Son crisis muy frecuentes. En 75 años que tiene la República Italiana después de la posguerra, esto debe haber ocurrido 67 o 68 veces, a veces terminar el mandato en Italia es casi un milagro.

El tema es que cambiaron la ley electoral y hubo una modificación de la constitución por la cual a partir de las próximas elecciones se reduce a la mitad la cantidad de parlamentarios. Por ende, ya la mitad de la gente que hoy está en el Parlamento, en cualquiera de las dos cámaras, no vuelve. Esto lo que los hace pensar en tratar de terminar con ese mandato. Es muy egoísta pero así funciona la política italiana. Hoy diría que ningún partido político quiere elecciones, nadie quiere hacer campaña en pandemia.

Entonces este gobierno de Mario Draghi llegará a fin de año, pero yo creo que, si en octubre las cosas están mejor con la pandemia, va a tener que llamar a elecciones. Independientemente de lo que quieran o no los parlamentarios porque no va a ser fácil gobernar. Son en general gobiernos de transición. Gobiernos que duran un año o un año y medio como mucho y después se llama a elecciones, salvo que el gobierno de Draghi se convierta en un milagro alemán, en términos de estabilidad.

Draghi es europeísta a muerte, el parlamento europeo lo apoya enfáticamente y le piden al presidente Mattarella que lo sostenga porque es la única persona seria en Italia que puede garantizar que los fondos que recibe Italia, como todos los países de la Unión Europea, sean bien administrados. Si no en Italia puede pasar cualquier cosa.

(*) Claudio Zin es un prestigioso médico argentino, columnista en Radio Rivadavia, que fue senador en Italia representando a Sudamérica desde 2013 hasta 2018.