No fue gratuito el peor resultado electoral de su historia que obtuvieron en la última elección los democristianos alemanes, luego de haber estado en el poder durante 16 años de la mano de Angela Merkel.

Finalmente, el candidato a sucederla en la Cancillería, Armin Laschet (60 años), terminó asumiendo la responsabilidad bajo promesa de dejar el máximo cargo partidario.

"Soy responsable de la campaña electoral" y de su fracaso, declaró en un congreso de jóvenes democristianos que se celebra en la ciudad de Münster -en el noroeste- este fin de semana.

Asimismo, aseguró que pronto dejaría sus funciones como presidente de la región de Renania del Norte Westfalia, la más poblada de Alemania y que cuenta con un gran apoyo hacia la CDU.

El final del prolongado liderazgo de Merkel en la primera potencia europea trajo vientos de recambio generacional en todo el plano dirigencial de la política alemana.

Christian Lindner, el principal favorito para convertirse en el ministro de Finanzas en la coalición de Gobierno entre socialdemócratas, Verdes y su propio partido liberal, si finalmente prosperan las negociaciones formales entre los tres grupos, tiene 42 años y es el líder del Partido Democrático Libre de Alemania (FDP o 'los liberales').

La política tradicional y el voto joven se conjugan en el gobierno de coalición que sucederá a Merkel
El líder de los liberales alemanes, Christian Lindner, emerge como gran favorito para la cartera de Finanzas.

Sin embargo, los primeros en renunciar a su escaño, en el marco de esa corriente renovadora, fueron los ministros de Economía, Peter Altmaier, y de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, de 63 y 59 años respectivamente, a favor del ingreso en su lugar de políticos más jóvenes del partido, Nadine Schön y Markus Uhl (de 38 y 41 años),

Tal vez fueron estos funcionarios salientes los primeros en leer el mensaje de las urnas: los ciudadanos que votaron por primera vez se inclinaron por los liberales (en primer término), en un 23%, y luego por los verdes, 22%.

Jóvenes y ancianos

Los socialdemócratas y conservadores, que en la general se escalonaron como primero y segundo gracias al apoyo electoral de los ancianos, que representan el 30% del padrón, quedaron muy lejos en el sufragio joven.

Las fuerzas emergentes, verdes y rojos, negocian con la amarilla primera minoría socialdemócrata surgida del último comicio la formación de un gobierno de coalición, en cuyos prolegómenos ya aparecieron dos palabras claves que recibirán prioritario impulso: innovación y digitalización, aunque también con el acento puesto en los derechos humanos y la inmigración.

En los borradores de acuerdos programáticos, el partido liberal aparece como fiscalmente más agresivo, aunque muy amigable con la Unión Europea, e inclusive, hasta preferiría estrecharla.

Sobre el cambio climático, favorece más herramientas basadas en el mercado, a las cuales los Verdes no se oponen.

Ambas fuerzas coinciden en que lo mejor que Alemania podría hacer para resolver la crisis climática sería convertirse en un líder en tecnologías respetuosas con el clima, gracias al exitoso nivel que proporciona a las pequeñas y medianas empresas y a la base de ingeniería del país.

El fin del ciclo de Angela Merkel tras 16 años al frente del gobierno activó el recambio generacional en el poder político alemán, con menos ataduras a los partidos más antiguos del centroizquierda y centroderecha.

La sucesión de Merkel quedó así delineada: el político tradicional Scholz será el canciller, pero las políticas serán generadas por los jóvenes.