Una filtración de datos del Credit Suisse sobre más de 18.000 cuentas bancarias, y más de 100.000 millones de dólares dejó al descubierto la riqueza oculta de varios clientes, presuntamente implicados en delitos graves como el blanqueo de capitales o el tráfico de drogas.

El enorme caudal de datos bancarios fue revelado por un denunciante anónimo al periódico alemán Süddeutsche Zeitung. “Creo que las leyes suizas de secreto bancario son inmorales”, dijo la fuente del denunciante en un comunicado.

“El pretexto de proteger la privacidad financiera es simplemente una hoja de parra que cubre el papel vergonzoso de los bancos suizos como colaboradores de los evasores de impuestos”.

La entidad rechazó enérgicamente las acusaciones e insinuaciones sobre las supuestas prácticas comerciales del banco o la falta de diligencia debida, mediante un comunicado emitido este domingo.

Aclaró que "los asuntos presentados son predominantemente históricos, en algunos casos se remontan a la década de 1940, y los relatos de estos asuntos se basan en información parcial, inexacta o selectiva sacada de contexto", remarcó.

Y que si bien algunas cuentas en los datos estaban vigentes desde la década de 1940, más de dos tercios se abrieron desde 2000.

Muchas de ellas todavía estaban activas hasta bien entrada la última década, y una parte permanece abierta en la actualidad.

Casi 50 organizaciones de medios de todo el mundo, que integran el grupo de periodismo sin fines de lucro, Organised Crime and Corruption Reporting Project, se pasaron meses estudiando detenidamente los datos y los informes fueron publicados por The Guardian y The New York Times, entre otros, donde se afirma que el banco abrió o mantuvo cuentas para clientes de alto riesgo, incluidos delincuentes y personas involucradas en la trata de personas.

Credit Suisse declaró haber revisado un gran volumen de cuentas potencialmente asociadas con los asuntos planteados.

"Tener una cuenta suiza no es ilegal y, según los informes, la filtración también contenía datos de clientes que no habían hecho nada malo", sostuvo.

La mayoría se abrieron a partir de 2000, aunque no se incluyen las operaciones actuales del banco, informó, para agregar que "aproximadamente el 90% de las cuentas revisadas están cerradas hoy o estaban en proceso de cierre antes de recibir las consultas de la prensa, de las cuales más del 60% se cerraron antes de 2015", si bien no hizo comentarios sobre los clientes específicos mencionados.

El banco puso de relieve que estaba "profundamente consciente de su responsabilidad con los clientes y el sistema financiero en su conjunto para garantizar que se respeten los más altos estándares de conducta".

"Estas acusaciones de los medios parecen ser un esfuerzo concertado para desacreditar no solo al banco sino al mercado financiero suizo en su conjunto, que experimentó cambios significativos en los últimos años", retrucó.

La denuncia apunta a fallas generalizadas de diligencia por parte de Credit Suisse, a pesar de las reiteradas promesas durante décadas de eliminar clientes dudosos y fondos ilícitos.

Al formar parte del consorcio de medios de comunicación que tienen acceso exclusivo a los datos, The Guardian pudo revelar cómo Credit Suisse abrió o mantuvo repetidamente cuentas bancarias para una variedad panorámica de clientes de alto riesgo en todo el mundo.

Incluyen a un traficante de personas en Filipinas, un jefe de la bolsa de valores de Hong Kong encarcelado por soborno, un multimillonario que ordenó el asesinato de su novia, la estrella del pop libanés y ejecutivos que saquearon la compañía petrolera estatal de Venezuela, así como políticos corruptos desde Egipto hasta Ucrania, afirma el medio británico.

Una cuenta propiedad del Vaticano incluida en los datos se utilizó para gastar 350 millones de euros (290 millones de libras esterlinas) en una inversión presuntamente fraudulenta en una propiedad de Londres que está en el centro de un juicio penal en curso de varios acusados, incluido un cardenal, señaló.

Credit Suisse se amparó en las estrictas leyes de secreto bancario de Suiza que le impiden comentar sobre reclamos relacionados con clientes individuales, pero aún así rechazó enérgicamente las acusaciones e inferencias sobre las supuestas prácticas comerciales del banco.

Argumentó que los asuntos descubiertos por los reporteros se basan en "información selectiva sacada de contexto, lo que resulta en interpretaciones tendenciosas del negocio del banco". conducta".