La ofensiva con drones desatada por las fuerzas norteamericanas contra los autores intelectuales de un ataque en el día anterior en el aeropuerto de Kabul, del que se culpó a ISIS-K, no abatió a ningún miembro del Estado Islámico, como se anunció confusamente al principio.

Apesadumbrado, Mc Kenzie confesó que "ahora estoy convencido de que hasta 10 civiles, incluidos siete niños, murieron trágicamente en ese ataque". 

Y fue más lejos aún: "Además, ahora evaluamos que es poco probable que el vehículo y los que murieron estuvieran asociados con ISIS-K o fueran una amenaza directa para las fuerzas estadounidenses".

Durante semanas, el Pentágono había mantenido que, a pesar de las muertes involuntarias de civiles, la misión había sido exitosa.

Atacante suicida

La represalia se produjo en medio de la evacuación masiva en Afganistán y tres días después de que un atacante suicida matara a más de 150 personas fuera de una de las puertas del aeropuerto, incluidas 13 marines estadounidenses.

En ese momento, un portavoz del Comando Central de Estados Unidos había dicho que los funcionarios creían que el ataque en la provincia de Nangahar había matado al objetivo y que no se conocían víctimas civiles.

Luego, sobre explosiones en viviendas que ocurrieron casi simultáneamente, se reordenaron los mensajes y los horarios en que sucedieron los hechos al ser difundidos, para intentar desvincular el operativo sobre el vehículo de hipotéticos terroristas suicidas de las densas columnas de humo que salían de las casas de ese vecindario.

El parte brindado hasta aseguró que habían sido bloqueados otros atentados en el aeropuerto mientras la gente buscaba desesperadamente salir del país 

Así lo sostuvieron durante días, aunque dejaron demasiadas dudas, que se acrecentaron cuando los informes, incluidos los de The New York Times y The Washington Post, identificaron al conductor del automóvil atacado como un trabajador humanitario que transportaba contenedores de agua a su familia.

Funcionarios del Comando Central de Estados Unidos también habían declarado que el misil Hellfire fue disparado cuando extremistas de ISIS-K se encontraban cargando explosivos en el vehículo.

"Las explosiones secundarias significativas del vehículo indicaron la presencia de una cantidad sustancial de material explosivo", se había sostenido en la versión inicial.

Inclusive, en una conferencia de prensa, el 1 de septiembre, el presidente del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley, lo calificó como un "golpe justo" que siguió correctamente los procedimientos.

Este viernes, McKenzie proporcionó información sobre la inteligencia que condujo al ataque con drones: hasta seis drones Reaper estadounidenses habían rastreado un Toyota Corolla blanco durante ocho horas y lo consideraron una amenaza inminente, explicó el jefe militar en un acto de sinceramiento.

“Error trágico”: el Pentágono finalmente admitió haber matado 10 civiles con un dron cerca del aeropuerto de Kabul

El general Frank McKenzie habla desde la Base de la Fuerza Aérea MacDill, en Tampa, Florida, jefe del Comando Central de Estados Unidos-

En total, dijo, las fuerzas estadounidenses habían recopilado más de 60 piezas de inteligencia que indicaban que otro ataque era inminente.