Elon Musk está dispuesto a llegar a donde ningún líder empresarial llegó antes, desde producir coches eléctricos en serie hasta desarrollar cohetes espaciales reutilizables, aunque ahora está abriendo otro camino que la mayoría de los directivos evitan: el insulto.

El presidente ejecutivo de Tesla dijo a los anunciantes que huyeron de su red social X por contenidos antisemitas "¡Váyanse a la mierda!", durante una entrevista.

Varios analistas de comunicación empresarial dijeron que no recordaban un caso similar de un directivo que insultara públicamente a sus clientes. El trabajo de un presidente ejecutivo es hacer tratos, no quemar puentes, señalaron.

"Es atacar abiertamente a tu cliente. Esa es más la ofensa que el lenguaje en sí", dijo Andy Challenger, vicepresidente senior de la empresa de recolocación y coaching ejecutivo Challenger Gray & Christmas.

Los casos de líderes empresariales que utilizan un lenguaje hostil -a veces para enfatizar, a veces para mostrar informalidad- aparecen en varias llamadas de reportes corporativos. El año pasado, el presidente ejecutivo de la aerolínea europea Ryanair Michael O'Leary arremetió contra el fabricante de aviones Boeing por el retraso en las entregas.

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En 2018, el presidente ejecutivo de Scotts Miracle-Gro, Jim Hagedorn, despotricó contra una unidad de negocio diciendo, entre otras cosas, que "esos cabrones ahora mismo están muertos de miedo", según una grabación. El famoso propietario de un periódico, Sam Zell, le dijo a uno de sus propios periodistas "jódete" en un intercambio en 2008.

Sin embargo, el contexto del comentario de Musk era diferente, ya que se le preguntó por la salida de anunciantes de X tras su aprobación de una publicación antisemita. Musk se disculpó por ello y luego insultó y desestimó las preocupaciones de los anunciantes que dejaban la plataforma.

Los académicos que estudiaron las palabras malsonantes afirman que pueden aliviar el estrés, estrechar lazos o crear una sensación de urgencia. Pero las palabras soeces también pueden transmitir una falta de respeto, de capacidad de liderazgo o de control, según un trabajo de 2017 cuyos autores incluyen a Yehuda Baruch, profesor de negocios de la Universidad de Southampton.

El arrebato de Musk fue del tipo negativo, dijo Baruch en una entrevista. Su insulto fue "sin duda un indicador de pérdida de temperamento y pérdida de control. No muestra un alivio del estrés. Alguien de su nivel no debería usar la palabrota para descargar su ira", dijo Baruch.

Peter Cappelli, profesor de gestión de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, afirma que las frases malsonantes parecían más comunes hace 40 años y disminuyeron a medida que se incorporaban más mujeres al mercado laboral.

Cappelli dijo que Musk desea verse a sí mismo como una estrella del rock, no como un líder empresarial que necesita tener en cuenta a muchos grupos de interés. Por otra parte, la enorme riqueza de Musk le permite sufrir reveses financieros en X.

"La comunidad empresarial no puede disciplinar a alguien a quien no le importa perder dinero", añadió Cappelli.