La segunda vuelta de las elecciones regionales francesas, la última antes de las presidenciales del año próximo, marca el regreso de los partidos tradicionales, sobre todo la derecha, y dejó con las manos vacías al oficialista LREM de Macron y a la ultraderechista RN de Marine Le Pen.

Siete regiones quedaron para la derecha, cinco para la izquierda y todos los presidentes de región fueron reelegidos.

Por un lado, los grandes vencedores de estos comicios son el partido de derecha tradicional, Los Republicanos, así como el Partido Socialista, que casi habían desaparecido del paisaje mediático tras la victoria sorpresa del centrista Macron en 2017.

Y la gran perdedora fue la clase política en general, por la abstención del 66%, que repitió la respuesta indiferente del electorado la semana pasada.

Los resultados contradicen las encuestas que evocan un duelo entre el presidente saliente Macron y la líder ultraderechista Marine Le Pen en las elecciones presidenciales del próximo año, dado que ninguno logró conquistar ni una sola región.

Los políticos de derecha confirman los buenos resultados de la semana pasada. Al menos tres de ellos quedan en buena posición para las presidenciales gracias a resultados superiores al 50%: Xavier Bertrand en los Altos de Francia y Laurent Wauquiez en d'Auvergne-Rhône-Alpes, pero también Valérie Pécresse en Ile de France con un 45%.

Decepción

El jefe del partido de Emmanuel Macron, Stanislas Guerini, admitió que los guarismos significaron una "decepción" para la mayoría presidencial.

El candidato de la extrema derecha de Marine Le Pen, Thierry Mariani, fracasó en su intento de ganar por primera vez un gobierno local para el partido, al ser derrotado por su rival conservador, Renaud Muselier, en la región Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA, sureste), la única en la que la formación nacionalista podía aspirar a una victoria.

A pesar de la fuerte abstención, un 66%, casi tan alta como hace una semana, estas elecciones son una señal clara de que todo es posible en las presidenciales de 2022 y que el duelo Macron-Le Pen, que prevén las encuestas, no es una fatalidad.

Macron tiene que aceptar que su promesa de "tornar de nuevo atractiva la política" ha sido un fracaso, pues su partido, LREM, no ha logrado una verdadera implantación territorial.

El Agrupamiento Nacional, partido de la ultraderecha que responde a Le Pen, también parece ser incapaz de convertirse en el partido antisistema que pueda gobernar Francia en el futuro.