Hasta hace poco tiempo, Ecuador era ejemplo en efectos de dolarización y de crecimiento. Hoy el país vive en medio de un caos, agudizado luego de la fuga de Adolfo Macías (alias "Fito") y Fabricio Colón Pico, líderes criminales de Los Choneros y Los Lobos, principales bandas narcocriminales ecuatorianas que agrupan a 25.000 delincuentes. 

Como un fatal reality, Los Tiguerones, un grupo subsidiario de Los Lobos, tomó el canal de televisión TC mientras transmitía en vivo en Guayaquil.

En 2017, cuando ingresa a la presidencia Lenin Moreno, Ecuador ocupaba el puesto 57 en el ranking de seguridad a nivel mundial (de 163 países). Hoy ocupa el puesto 97. En seis años pasó de 5,8 homicidios intencionales por cada 100.000 habitantes a 40 y cerró el año 2023 con récord de homicidios: 7.600, siendo el país latinoamericano donde más crecieron las muertes violentas. ¿Por qué ocurrió todo esto?

En 2021 el narcotráfico en Ecuador se fusionaría en dos grandes grupos relacionados con cárteles mexicanos: Los Choneros (vinculados al cártel de Sinaloa) y Los Lobos (vinculados al cártel de Jalisco nueva generación), conviviendo con una veintena de bandas de menor incidencia. Al poco tiempo, una guerra entre ambos por el control de territorios sacudiría las cárceles y las calles.

Durante los gobiernos de Lenin Moreno y Guillermo Lasso, las bandas se hicieron fuertes. Casos como el llamado “El Gran Padrino”, vinculan a Danilo Carrera, cuñado del ex presidente de Ecuador Lasso, con la delincuencia organizada. Es virtualmente imposible un crecimiento de la violencia en tal magnitud sin la complicidad o desidia de la clase política. 

El flamante presidente Daniel Noboa, un liberal de 36 años y heredero de una de las mayores fortunas del país, tiene la tarea de enfrentarse a estructuras delictivas trasnacionales conviviendo con sectores corrompidos por estos en la Justicia y la Policía, mientras es jaqueado por la mayor crisis energética en la historia del país. 

Ecuador es apetecible para el narcotráfico por su posición geográfica y su poco control marítimo y aéreo, lo que llevó a tres rutas de cocaína en el país: Pacífico, Sierra y Amazonía. Estos senderos utilizados por las bandas criminales recorren 16 de las 24 provincias ecuatorianas. Estas vías conectan a grupos delictivos de Brasil, Colombia, Perú, entre otros.

Para salir del laberinto de Ariadna, Noboa tiene dos posibilidades: Volar como Ícaro sobre los muros de los derechos, imponiendo un eterno estado de excepción como sus antecesores, o desenredar el hilo de la corrupción, aliándose con la oposición para enfrentar a las bandas criminales en un Gobierno de unidad nacional. Y debe hacerlo desde su inexperiencia política y rápidamente; un desafío tan enorme como imposible de lograr sin la ayuda de la sociedad, y de gran parte de la comunidad política.

(* - Eduardo Martínez es periodista y analista internacional / @eduardofmartinez).


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