Existen paralelismos esclarecedores entre la violencia suscitada en la Medellín de la década del '80 del siglo pasado y el Ecuador de hoy.

De hecho, NA se apresuró por recordar las carreras similares de dos valientes políticos asesinados por sicarios del narcotráfico. La muerte del periodista y político, Luis Carlos Galán en Colombia y el crimen del periodista, sindicalista y político ecuatoriano, Fernando Villavicencio.

Este último hecho de sangre encendió las alarmas por la caída del estado ecuatoriano y su disolución en un estado fallido, una característica empleada por politólogos para describir un Estado soberano que, se considera, ha fallado en garantizar el funcionamiento normal de la administración general, estabilizar la economía, garantizar el acceso a los servicios básicos a su población y, por último pero no menos importante, ha perdido la capacidad de controlar la criminalidad y el terrorismo.

Las recientes imágenes descriptas en NA de lo que está viviendo Ecuador por estas horas, ponen en blanco sobre negro, que el terrorismo y la criminalidad es la habitualidad en el país andino y lo convierten en una fabulosa distopía, en tiempo real, que nos alerta acerca del poder de fuego, corrupción e intimidación del crimen organizado mundial.

La experta en temas de seguridad, Anastasia Austin, redactó para el sitio especializado en crimen organizado Insightcrime.org que “la explosiva guerra de Ecuador contra el crimen carece de estrategia de salida”.

Para la analista la decisión del presidente, Daniel Noboa, que asumió su cargo el pasado el pasado mes de noviembre, de declarar un estado de conflicto armado en su país, “es la primera vez que sucede”. 

“los mandatarios ecuatorianos han declarado estados de excepción en otras ocasiones, especialmente en los últimos años, a medida que las pandillas del país se fortalecían gracias al narcotráfico, tomaban el control de las prisiones, corrompían las instituciones del país y comenzaban a expandirse hacia nuevas economías criminales”, precisó Austin.

El giro hacia la militarización a lo Bukele en El Salvador de Noboa ha dejado de lado, por el momento, los planes sociales del gobierno ecuatoriano para incluir a los marginados en la sociedad a través de planes educativos y deportivos que los alejen de la tentación de integrar pandillas de narcomenudeo.

La vorágine de la violencia desatada significó un golpe de realidad para Noboa que ha redoblado su apuesta por un enfoque militarizado sin dar demasiados indicios de un plan de seguridad a largo plazo que podría terminar con la escasa legalidad existente en Ecuador.

El antecedente de Medellín

Los fantasmas del pasado toman cuerpo en la actualidad. Desde el año 2022, los ecuatorianos no pasan cerca de los autos estacionados durante algunas horas o que no tengan un chofer visible. Temen que el automóvil oculte una bomba.

Ecuador fue golpeado con varios atentados con coches bomba, una táctica terrorista empleada más comúnmente por los principales grupos criminales de Colombia y México. Pero, de la cual, los habitantes de Medellín recuerdan con particular horror por las seguidillas de coches bombas que hacían explotar los secuaces de Pablo Escobar para evitar su extradición a los Estados Unidos y poner en jaque al gobierno de César Gaviria.

Para comprender y poner en contexto la realidad mundial y el poder del crimen organizado en la sociedad mundial, nada mejor que recomendar la lectura de investigación del periodista italiano, Roberto Saviano, que por su dedicación para desvelar el poder de las mafias, debe vivir de por vida con custodia personal.

En su obra, “Cerocerocero” de editorial Anagrama, Saviano contextualiza la razón por la que América Latina se desangra bajo los sicarios del poder narco.Lo que vivimos hoy, la economía que regula nuestras vidas, nuestras opciones, viene determinado en mayor medida por lo que Félix Gallardo, “el padrino” mexicano, y Pablo Escobar, “el mágico”, decidieron e hicieron en los años 80, que por lo que decidieron e hicieron Reagan y Gorbachov”.

Saviano se refiere a Félix Gallardo del cártel de Guadalajara, que continúa preso en una cárcel de Jalisco negando que haya sido quien unió a todos los clanes para crear el poder del cártel de Sinaloa, el más influyente, aún hoy, que tuvo jefes de leyenda como el “Chapo” Guzmán, y que, acorralado por las investigaciones del no menos legendario agente de la DEA, “Kiki” Camarena, que fue torturado y asesinado por los hombres de Gallardo, reunió a las familias narco mexicanas para moldear el mundo que vivimos hoy en día.

“Muchos testigos cuentan que en 1989, El Padrino, Félix Gallardo, convocó, en un complejo turístico de Acapulco, a todos los narcos mexicanos más poderosos de la época, mientras el mundo se preparaba para la caída del Muro de Berlín, la Guerra Fría. Sin hacer ruido, en Acapulco se planificaba el futuro del planeta. El padrino había decidido subdividir la actividad que controlaba y asignar sus diversos segmentos a los traficantes en los que la DEA todavía no había puesto los ojos”.

Para Saviano, “El mundo contemporáneo empieza ahí, en ese Big Bang moderno, origen de los flujos financieros inmediatos. Choque de ideologías, choque de civilizaciones, conflictos religiosos y culturales son sólo capítulos del mundo. Pero si se observan a través de la herida de los capitales criminales, todos los vectores y los movimientos se convierten en otra cosa. Si se ignora el poder criminal de los cárteles, todos los comentarios y las interpretaciones sobre las crisis parecen basarse en un equívoco. Ese poder hay que mirarlo, clavarle la mirada en el rostro, en los ojos para entenderlo. Ha construido el mundo moderno, ha engendrado un nuevo cosmos. El Big Bang ha partido de aquí”.

El reflejo de esa explosión hoy se manifiesta de manera cruda en Ecuador.