Eran las 17.30 del domingo y con la publicación de los primeros datos oficiales se esfumaban las esperanzas del Partido de los Trabajadores (PT) de quedarse con la victoria en primera vuelta.

Las encuestas independientes, y las encargadas por los candidatos en la previa, habían dado ganador con comodidad a Luiz Inácio Lula Da Silva. Incluso, las más optimistas, difundidas esta semana, lo mostraban ganador sin necesidad de una segunda vuelta.

Esos números, sumados al guiño de los medios locales y a la candidatura sostenida por una alianza compuesta por una decena de partidos, hicieron que el entorno del ex presidente se entusiasmara con finiquitar el trámite electoral este domingo.

Hasta el propio Jair Bolsonaro había abonado a esa teoría al cuestionar al Tribunal Superior Electoral y agitar el fantasma del fraude, algo que suelen hacer los que se saben perdedores.

Cuando la pantalla de los resultados oficiales mostró el rostro del actual presidente con una diferencia a favor de casi 5 puntos, el desconcierto se generalizó en el búnker de Lula, montado en el hotel Novotel Jaraguá, cercano al casto histórico de San Pablo.

Si bien sus allegados mantenían el optimismo, no se pudo ocultar el nerviosismo y el hotel estuvo más silencioso de lo que se acostumbra para un comando de campaña ganador.

La diferencia a favor de Bolsonaro, en la página oficial del Tribunal Superior Electoral, se fue recortando lentamente pero sin pausa a medida que se fueron cargando los votos.

La esperanza y el optimismo del PT estaban puestos en las casillas que traían los votos del noroeste de Brasil, algo así como "las mesas de La Matanza" en la Argentina, que suelen acompañar al peronismo en la provincia de Buenos Aires.

Recién pasadas las 20, tras achicar la diferencia de manera incesante, Lula pasó al frente y siguió sumando y recortando hasta quedarse con una diferencia de más de 5 puntos.

Escrutados el 99,86 por ciento de los votos, el referente del PT se quedó con el 48,39, delante de Bolsonaro que llegó el 43,23. Entre los otros nueve candidatos no lograron sumar ni el 10 por ciento, dando muestras de la fortísima polarización.

Esos cinco puntos de diferencia, que representan unos 6 millones de votos, no son una garantía de victoria, porque entre los que no asistieron y los que votaron por otros candidatos hay un universo en juego de casi 40 millones.

Luego de las 22, dos horas después de haber pasado al frente y cuando el escrutinio estaba completado, Lula salió al escenario montado en el segundo subsuelo del búnker, ante centenares de periodistas nacionales e internacionales para hacer una reflexión sobre el resultado.

Allí mismo, dijo que la campaña rumbo al 30 comienza este lunes y convocó a sus seguidores a la tradicional Avenida Paulista, para tener un breve descanso para festejar antes de retomar los esfuerzos de cara a las próximas cuatro semanas.

"Un beso en los corazones de cada uno y a seguir trabajando", se despidió Lula. Mañana arranca otra historia.