La navegación marítima y la cuestión Taiwán hicieron recrudecer el conflicto que al menos en el plano dialéctico mantienen China y los Estados Unidos. 

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, criticó las acciones "coercitivas" de China en el Estrecho de Taiwán, en un mensaje a la cumbre de países de la región de Asia y el Pacífico. 

El mismo día, la presidenta de Taiwán dijo que "confiaba" en los Estados Unidos, condimento que seguramente atiza el fuego de la relación bilateral entre las potencias mencionadas. 

Biden se dirigió a la cumbre de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), lo que supone un mensaje a lo que podría ser denominado como una suerte de patio trasero de China. 

En un mensaje de video, Biden dijo que los Estados Unidos es un país "profundamente preocupado por las acciones coercitivas y agresivas de China (...) en el Estrecho de Taiwán", que separa China continental de Taiwán.

Se refería a las incursiones aéreas por parte de China cerca de Taiwán, un territorio que Pekín ve como una provincia a la que anexará, si es necesario por la fuerza. 

Tales acciones "amenazan la paz y la estabilidad regional", agregó el mandatario estadounidense según una grabación de sus declaraciones obtenida por la agencia de prensa AFP. 

Pero China montó en cólera antes de esas expresiones del mandatario norteamericano.

El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, ha vuelto a traspasar todas las líneas rojas con China al demandar "una participación mucho mayor" de Taiwán en la ONU, advierte un comentario de la agencia Xinhua.

El segundo párrafo levanta el tono. Estas declaraciones irresponsables de Blinken, realizadas el martes, vulneran gravemente el principio de "una sola China" y los tres comunicados conjuntos China-Estados Unidos, sigue.

El cable informativo continúa de la siguiente manera:

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Washington ha vuelto a incumplir sus compromisos, sobre los cuales se vertebran las relaciones de China con loe Estados Unidos, vulnerando además la legalidad internacional.

Hace medio siglo, la 26ª Asamblea General de la ONU aprobó por amplia mayoría la resolución 2758, mediante la cual todos los países  acordaron restituir a la República Popular China como miembro de pleno derecho en esta institución internacional.

Dicha resolución resolvió, inequívocamente, cualquier aspecto político, legal o procedimental sobre la representación de China ante la ONU.

En los tres comunicados conjuntos China-Estados Unidos, Washington reconoció a la República Popular China "como el único gobierno legítimo de China", asumiendo la posición china sobre "la existencia de una sola China, siendo Taiwán una parte inseparable de" ella.

El principio de una sola China es un consenso global, una norma universalmente aceptada en las relaciones internacionales, que no admite distorsiones ni provocaciones de ningún tipo.

Hasta la fecha, un total de 180 países, incluidos los Estados Unidos, han establecido relaciones diplomáticas con China adhiriéndose a dicho principio. 

El Gobierno de la República Popular China es el único gobierno legítimo de China, y Taiwán es una parte inalienable del territorio chino. Por tanto, la isla no tiene ningún derecho de pertenencia a la ONU o cualquier otra organización intergubernamental conformada exclusivamente por estados soberanos.

La participación de Taiwán en las actividades dentro de la esfera internacional debe estar sometida, en todo momento, al principio de una sola China. 

Los Estados Unidos, desde hace tiempo, están instrumentalizando la cuestión de Taiwán para obstaculizar la reunificación y el desarrollo de China.

Sus actuaciones malintencionadas, desde la venta de armas hasta las visitas de autoridades estadounidenses a Taiwán, han dañado los  fundamentos de la relación de China con los Estados Unidos e introducido elementos de mucha incertidumbre, además de hacer peligrar la paz y la estabilidad en el estrecho (de Taiwán).

Actualmente, algunos políticos estadounidenses han optado por ignorar los hechos históricos y la legalidad internacional, cuestionando la  autoridad de la ONU mientras envían señales equívocas a las fuerzas separatistas que pretenden forzar la "independencia" de Taiwán.

Taiwán es una cuestión que concierne solamente a la soberanía e integridad territorial de China. Pekín jamás negociará sobre cuestiones que pudieran afectar a los intereses vitales de China. 

Tanto el pueblo chino, como sus gobernantes, tienen la capacidad y determinación suficientes para salvaguardar la soberanía e integridad territorial del país. 

Quien juega con fuego se acaba quemando. Washington debe poner fin de inmediato a todas estas actuaciones y declaraciones temerarias, erróneas e irresponsables, cumplir con sus compromisos internacionales, respetar la resolución 2758 de las Naciones Unidas, reducir el clima de tensión con China e implementar las medidas necesarias para estabilizar las relaciones a ambos lados del estrecho de Taiwán.