La reunión entre los presidentes de EEUU y España, en el marco de la cumbre de la Alianza Atlántica en Bruselas, Bélgica, se concretó mientras caminaban por el pasillo, en el tramo que une la entrada del edificio con el centro de convenciones, al que iban a posar para la tradicional "foto de familia" junto a los otros jefes de Estado.

Pese a la especulación previa que hicieron fuentes gubernamentales españolas, que inclusive habían dejado trascender que los respectivos jefes de gabinete habían conciliado agendas, se trató en realidad de un saludo informal, al paso.

La última vez que habían hablado fue en noviembre por teléfono, luego de que Biden se consagrara vencedor de Donald Trump en las elecciones de su país, de modo que recién se conocieron personalmente en esta oportunidad del viaje de Biden a Europa y se dieron la mano.

“Entre otras cosas, se había acordado que el saludo fuera captado por las cámaras como prueba de la excelente relación que existe entre ambos países”, señalan las fuentes de Moncloa

En la rueda de prensa que diera al finalizar la cumbre junto al secretario general de la Alianza Atlántica, Sánchez anunció en forma oficial que Madrid será el escenario de la próxima cumbre de la OTAN en 2022.

Take away

"No tengo cronómetro para saber cuánto me he reunido o no con el presidente de EEUU", respondió el jefe del Gobierno español al ser consultado sobre la brevedad del encuentro.

Y cuando los periodistas le preguntaron sobre los temas tratados en el medio minuto que compartieron la caminata, dijo que la importancia “ha sido poco más que esos segundos. Hemos tenido una breve conversación y después un breve paseo”, explicó.

Sin embargo, comentó que le había hablado a su homólogo americano sobre la situación migratoria en América Latina y que había felicitado al presidente estadounidense por su "agenda progresista".

El mandatario agregó que creía que Biden los había inspirado a muchos ganando las elecciones, y que los primeros pasos que adoptó corroboran y certifican esa inspiración progresista”, añadió.

Si la oficina de comunicación de Sánchez no le hubiera dado tanta trascendencia durante la mañana al evento casi casual del contacto e informado por los canales of the record que habían cuadrado agendas con el presidente estadounidense, a nadie hubiera asombrado que dos personas de ese nivel se conozcan personalmente, se saluden y compartan un tramo caminando juntos para cumplir con el protocolo de una cumbre.

Más allá de las formalidades, ambos líderes se vieron las caras y ello enriquece cualquier relación futura, admiten los observadores.

Tienen por delante asuntos comunes de los que hablar en profundidad, como la tensión con Marruecos respecto al Sáhara Occidental y el apoyo dado por Donald Trump a Rabat que ha servido para que el reino alauí presione al Gobierno español durante las últimas semanas.

El pasado 10 de diciembre, poco antes de abandonar su puesto, Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, siendo la primera potencia occidental en hacerlo y planteando un verdadero problema a España y otros países europeos.

Este mismo fin de semana, Arancha González Laya, ministra española de Exteriores, habló con su homólogo estadounidense, Antony Blinken, para pedirle que se implique más en la resolución de los problemas con Rabat.