“El mundo aún piensa en verde”, afirma convencido un operador bursátil de la city financiera de Buenos Aires. Y razón no le falta si se acceden a los datos duros de la actualidad de la moneda estadounidense que, el 2 de abril pasado, cumplió 231 años desde su creación.

Los billetes con los rostros de los próceres estadounidenses continúan siendo hegemónicos frente a otras monedas de potencias en ascenso, en esta cuarta revolución industrial que atraviesa la humanidad, porque representan cerca del 60% de las reservas de divisas de los bancos centrales y está involucrado en casi el 90% de las transacciones comerciales a nivel mundial.

En ocasiones, los políticos de la zona euro, como Emmanuel Macron de Francia, los altos dirigentes del Partido Comunista de China y, hasta el presidente de Brasil, Luis Inácio “Lula” Da Silva, realizan declaraciones de intenciones para terminar con lo que consideran “la dictadura” del dólar en las transacciones internacionales.

El presidente de Francia en su reciente visita a Beijing, China, criticó la utilización del dólar como un arma para restringir los negocios de Europa con los rivales de ocasión de los EE.UU., como Irán, China y Rusia, y abogó por la autonomía monetaria como una estrategia de independencia de los países donde rige el Euro.

Desde luego que la polémica actual acerca de la vigencia del dólar como moneda de referencia en la integración económica mundial se fundamenta en la extensa guerra de agresión ordenada por la Federación de Rusia contra Ucrania y las advertencias lanzadas por la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen, que afirmó “aquellos que intenten socavar las sanciones occidentales se enfrentarán a las consecuencias”.

Efectos no deseados como la exclusión del sistema de transacciones financieras Swift del cual Rusia ya ha sido excluida y donde domina el papel moneda estadounidense.

Además, a las resistencias que suscita la utilización del dólar como un arma en varios centros de poder ajenos a Washington D.C., se suman las dudas de varios analistas acerca de la economía estadounidense y su impacto en la moneda de referencia.

Analistas de la firma Schroeders afirmaron que “si Estados Unidos entrara en recesión antes que el resto del mundo, el billete verde se enfrentaría a un periodo de debilidad", una tesis que se fundamenta en la teoría de "la sonrisa del dólar", que afirma que la moneda encuentra fases de robustez cuando la economía estadounidense es fuerte y hay optimismo en los mercados y en los momentos de aversión al riesgo porque los ahorristas e inversionistas tienden a salir de los activos de riesgo, de los bonos de los mercados emergentes, por citar un ejemplo, para preservar sus posiciones en la búsqueda de dólares que no harán más que revalorizar la moneda.

Ahora bien, reportes del sitio bursátil bolsamania.com, afirman que, en la actual coyuntura en medio de las dos situaciones extremas, el dólar se hundirá, si los mercados de renta variable de EEUU tienen dificultades para obtener buenos resultados en relación con otras bolsas mundiales, ya que los flujos del dólar se reorientarán hacia activos de mayor riesgo, pero con mejores resultados.

En ese sentido, desde Schroders señalan que, este año, "puede que sea el crecimiento, y no la inflación, lo que quite el sueño a los inversores", y prevén que la economía estadounidense entrará en recesión antes que el resto del mundo a finales de año.

Sin embargo, a pesar de estos vaticinios, y de los embates de los políticos que quieren terminar con la hegemonía mundial del dólar obtenida a partir de la conferencia de Bretton Wood de 1.944 en la que se sustituyó el patrón oro por un patrón oro vinculado al dólar y, luego, de la intrépida decisión de Richard Nixon en la década del ‘70 que prefirió no devaluar el dólar, ante la pérdida de peso de los EE.UU. en el comercio mundial, y avanzar en un sistema de libre flotación, en el que el precio de las divisas fluctúa según la oferta y la demanda, la moneda estadounidense sigue mandando en todo el planeta.

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Para los detractores del dólar como Emmanuel Macron y “Lula” Da Silva el dato a tener en cuenta es que la cuota del comercio mundial que ocupa EE.UU. es tan sólo, del 10%.

Pero, en Washington D.C. anotan que más de 40% del comercio de bienes se realiza en dólares y los pagos de deuda pública, que desvela a la Argentina, las cotizaciones de los commodities, como la soja o el petróleo, también se realizan en moneda norteamericana, sea dentro o fuera de las fronteras estadounidenses.

Esta popularidad del billete verde sólo puede explicarse por una cualidad que convierte al dólar en la moneda por antonomasia en cualquier parte del mundo. La seguridad. Es una moneda que sirve a los ahorristas como un valor de depósito. Puede guardarse y recuperarse en el futuro sin una pérdida significativa de poder adquisitivo. Una condición que el peso argentino no conoce desde hace décadas.

Además, es una moneda muy líquida y está respaldada por la fortaleza de las instituciones y de la economía estadounidense que lidera los avances que se producen en la cuarta revolución industrial, la más importante y notable, de las que ha conocido la humanidad.

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