La crisis por el Covid-19 tuvo la particularidad de replicar en el hemisferio austral lo que sucedía en el boreal. Esto es, lo que primero ocurrió en Europa, Asia y Estados Unidos, terminó sucediendo de manera similar en Latinoamérica, Oceanía y en nuestro país.

Así, en materia sanitaria, tomábamos nota de lo que sufría inicialmente Italia, España, Francia y otras naciones europeas por el coronavirus para luego observar que sucedían cuestiones similares en estas tierras más allá de las medidas preventivas adoptadas previamente por la experiencia de las poblaciones que el virus golpeó primero.

Pues bien, con la salida de la pandemia y el relajamiento de los controles y de las medidas anti covid, sucede lo mismo. El hemisferio norte marca la tendencia que luego se replicará en el sur.

En el rubro del espectáculo, la carencia de recitales, de la comunión entre los artistas y su público que ha generado un fenómeno de masas que comprende a todas las tendencias musicales existentes en casi todo el planeta, por las cuarentenas decretadas por los gobiernos, generó una abstinencia en la gente que concurre a escuchar música en vivo que, con el retorno de las grandes audiencias en el verano europeo y estadounidense, están mostrando un fervor que desborda las previsiones de los organizadores que no paran de recibir quejas en redes sociales, demandas judiciales y roces con las administraciones gubernamentales cuyos funcionarios aprueban estos encuentros masivos.

Los desastres que se están registrando en la prensa española por la gran cantidad de recitales al aire libre mal organizados que se están desarrollando durante estos calurosos días estivales europeos ofrecen una medida y emiten una señal de alerta de lo que podría suceder en la Argentina durante el próximo verano si la industria del entretenimiento no ajusta sus estándares de calidad para ofrecer un buen servicio a los consumidores que compran tickets y se dejan llevar por el ánimo de lucro para recuperar el terreno perdido durante dos años de paro de la industria musical.

Inseguridad y desorganización en los principales recitales europeos

No es usual hablar de cancelaciones, de consumidores de recitales descontentos con los shows, y, hasta de inseguridad en los recitales multitudinarios en España. El último punto, usualmente es relacionado en la Argentina con los robos que se producen en los estadios pero la inseguridad comprende, además, cuestiones básicas como la correcta hidratación en medio de un festival al aire libre con temperaturas que superan los 30 grados en medio de aglomeraciones que hacen fila para comer, beber, o acceder a un baño químico.

El Capital Fest es un festival de verano que se realiza en Toledo y su organización utiliza un sistema de pulseras para cargar créditos y, de esa manera, acceder a comestibles o a una botellita de agua. Algunos testimonios recogidos por la prensa española explican mejor la situación. “Habíamos comprado unos ‘flus flus’ (pulverizadores) para llenarlos de agua y refrescarnos durante los conciertos. Vimos a gente a la que los de seguridad obligaron a vaciar sus botellas de agua en la puerta y sus pulverizadores, y teniendo en cuenta que días antes en Instagram la organización dejó claro que no se podían introducir ni bebida ni pulverizadores, hicimos lo mismo y pasamos hacía dentro. Allí, las colas para recargar la pulsera en ese momento eran interminables, ni siquiera se podía percibir la colocación porque era una marea de personas buscando la sombra de la carpa e intentando sobrevivir a las altas temperaturas. Al ver que la espera sería larga, dejé a mis amigos en la cola y me fui a buscar agua para los pulverizadores. Menos mal que lo hice porque poco después se empezó a correr la voz de que los grifos habilitados y los de los baños se habían cortado”. 

La explicación por la que se corta el agua de las canillas habilitadas pasa por el afán de vender botellitas de agua a precios astronómicos o que aumentan su cotización al mismo tiempo que sube la temperatura y la cantidad de gente en el predio.

Otro testimonio recogido por el diario elconfidencial.com señaló, “"El resto de los conciertos fue más de lo mismo, así que para nosotros ha sido una experiencia inolvidable, pero no de manera positiva”. María Muñoz. 23 años. La Nava de Ricomalillo. Toledo.

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En Houston, EE.UU., en noviembre pasado, murieron ocho personas en un recital de Travis Scott en el Festival Astroworld organizado por International Live Nation.

La tragedia se produjo cuando una multitud intentó avanzar, cuando el artista principal subía al escenario en el Festival Astroworld y provocó escenas de caos y cuerpos aplastados en la oscuridad del concierto realizado al aire libre, según numerosos testimonios de asistentes que escaparon de la tragedia ocurrida ese viernes 5 de noviembre.

Al menos ocho personas murieron y decenas resultaron heridas durante el primer día del evento que atrajo a decenas de miles de personas. La policía abrió una investigación criminal que arrojó un recuento de cerca de 300 personas que fueron atendidas por lesiones, incluidas 11 que fueron llevadas a hospitales tras sufrir un paro cardíaco.

Tras la pandemia de coronavirus, a mediados de 2021, la productora Live Nation retomó los shows y consiguió buenos rendimientos.

Sin embargo, sus directivos no previeron otras brechas de seguridad que ahora le producen más riesgo para sus ganancias, que los posibles contagios de Covid-19 durante sus festivales.

El desastre fue de proporciones y hay que remontarse al tiroteo producido en el año 2017 en Las Vegas durante un festival de música country cuando un desequilibrado asesinó a 58 personas, para poder realizar alguna comparación de la catástrofe.

De regreso a España, en los recientes fines de semana, se desarrolló el Primavera Sound de Barcelona que fue ampliamente criticado por los asistentes en redes sociales.

El calor agobiante, denuncias por posibles sobreventas de entradas, aglomeramiento de personas, crearon un combo perfecto para detonar una actividad que debería ser segura y placentera para los que concurren a un recital de música.

Un testimonio señaló, “Creo que las instalaciones y los servicios no estaban pensados para las 13.000 personas que estuvimos. La zona de sombra escasa, los humidificadores estaban al sol, había pocos y no funcionaban muy bien y estaban siempre llenos de gente. El sistema de recarga de tokens era muy lento, las colas eran de una hora al sol, salvo el momento que te tocaba dentro de la carpa, pero a 38°. Esperar una hora sin agua ni nada fue horrible, yo pensaba que me daba algo. La zona de sombrillas y sillas de 'descanso' muy pequeña para todos los que estábamos. Los pobres camareros/as no daban abasto, estaban uno por barra y el tiempo para pedir era de por lo menos 20 minutos".

En otros festivales españoles no faltaron fallas de organización con cancelaciones de conciertos y solapamientos de recitales. El Boombastic es un festival de rap y reguetón y cambió su sede solo una semana antes de su celebración, con todos los contratiempos que eso causó para los asistentes que pagaron previamente tickets de 10 a 20 euros durante la pre venta. En redes hubo quejas por el mal sonido y por no poder salir del recinto una vez se había entrado, a lo que sumaron las colas para comprar la bebida y falta de personal. El coste de la entrada en puerta era de 45 euros (dos días) con la rebaja de última hora. Por su parte , la comuna de Madrid decidió tomar el toro por las astas y canceló el Fan Fest por no cumplir los protocolos de seguridad. Con los antecedentes de Barcelona y Toledo prefirieron prevenir a curar.

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La situación en Argentina

Nuestro país representa una de las escalas obligadas para todos los shows importantes del mundo cuando las condiciones monetarias y cambiarias lo permiten por el enorme interés del público por las propuestas artísticas y el fervor que se observa en muchas presentaciones que ayudan a crear el mito de tener uno de los públicos más fieles y fervorosos del planeta.

La industria musical sufrió la decisión adoptada por la administración de Alberto Fernández de renovar por decreto los aislamientos preventivos durante meses que colocaron a la cuarentena argentina entre las más extensas del mundo.

Si bien, el retorno de los recitales a nuestras pampas volvió sin mayores escándalos, lo cierto es que continúan registrándose con mayor asiduidad, males que se observaban antes de la crisis del Covid-19, como inseguridad por hechos de hurto, en especial robos de celulares, carteras, billeteras, aglomeraciones de personas, violación del sonido permitido en zonas urbanas, y cambios de programación como sucedió en el reciente Lollapalooza anunciado y vendido al público con más de dos  años de anticipación.

Se vendieron entradas para ver y escuchar a figuras como Guns N’ Roses, Lana Del Rey, Travis Scott o Gwen Stefani que se anunciaban para 2020, y, por el mismo precio salieron a escena en el 2022, Foo Fighters, Jane`s Addiction, Miley Cyrus, Asap Rocky y Doja Cat.

El trap trajo más ingredientes a la polémica por los recitales en el Templo del Rock, Obras Sanitarias, donde el artista conocido como YSY A hizo que su público saltara al mismo tiempo al ritmo de su música provocando temblores registrados en sitios de sismografía y angustia en los vecinos de la zona. Romina, una vecina de un edificio cercano al estadio al aire libre afirmó a NA que “en el piso 14 donde vivo, el edificio se movía, pensé en bajar por las escaleras pensando que hubo un temblor en alguna provincia cuyana y que su efecto llegó hasta Buenos Aires pero otra vecina me preguntó por celular si había sentido las mismas vibraciones y me contó que subió a redes como se movían las lámparas y algunos elementos de cocina. Enseguida nos dimos cuenta que debía ser por el ruido que llegaba desde Obras por lo que llamamos a la Policía y vinieron y también nos explicaron que se trataba de los  efectos del recital del chico ese”.

Dentro del recital, una vez más sucedieron hechos que fueron registrados en otras aglomeraciones de público, los robos.

Una fuente del mercado afirmó a NA “el retorno de los recitales tras las cuarentenas también produjo mucho interés del público por regresar a los conciertos multitudinarios pero con ellos volvieron los descuidistas, los carteristas, los buscas. La verdad es que tanto en Obras como en el Luna Park por dar dos ejemplos, las organizaciones cumplen con el número de personal de seguridad que hay para contratar, pero muchas veces aparecen verdaderos profesionales de lo ajeno y se empiezan a escuchar cosas como: che están robando, están robando, ¿cómo que están robando? Si, a unas pibas les cortaron las carteras, cortan las mochilitas, ¿cómo hacen? Y te reitero en esos lugares hay seguridad privada pero no alcanza porque la inseguridad se traslada a todos lados  y con la crisis aumenta exponencialmente. Ir a cualquier recital es como ir a perder, cada vez hay más robos, ya me parece que es una cuestión cultural”, explica una veterana organizadora de recitales que prefiere no dar su nombre pero reclama mayor presencia de controles de las autoridades gubernamentales.

Cuando llega el verano y las altas temperaturas, el comercio de botellitas de agua para hidratarse suele parecerse, dentro de un recital y de las raves, una búsqueda y pelea similar a las que pueden verse en las películas de Mad Max, sólo que en vez de gasolina la lucha es por una gota de agua.

Las raves, un tipo de fiesta de música electrónica, ha dejado uno de los hechos de inseguridad más lamentables para la industria del entretenimiento. El caso Time Warp. Una tragedia producida en la noche del 15 y la madrugada del 16 de abril de 2016 en Costa Salguero, CABA, durante un festival electrónico donde murieron 5 personas y decenas debieron ser hospitalizadas, entre ellos seis en terapia intensiva. Las razones, venta de estupefacientes, falta de agua, nula ventilación o altas temperaturas.

Un combo perfecto para una tragedia que dejo al descubierto el comercio inmoral de los organizadores de recitales que, en algunos casos terminan por manchar al resto de los empresarios que trabajan a conciencia, y creen que es cuestión tan sólo de cortar la mayor cantidad de entradas posibles.

Para que esto no vuelva a suceder aparecen soluciones más que obvias pero que debieron ser sancionadas con fuerza de ley.

El sitio web https://www.derechoenzapatillas.com/2021/el-derecho-a-entrar-con-agua-a-un-recital/ recuerda que la ley de protección al consumidor establece el derecho al trato digno, y al cuidado de la salud, que incluye hidratarse en un evento o en cualquier predio.

Por ende, el local o boliche debe proveer agua en forma gratuita. Debe haber estaciones de hidratación o canillas o bidones con agua potable, gratis.

“Además, está en juego la defensa de la competencia y la prohibición de ventas atadas del código civil y comercial. La norma establece que un vendedor no puede coartar el derecho de elegir, ni obligar a comprar un producto con la venta de otro.

También es un derecho entrar con agua o comida propia, una cantimplora o táper con un sánguche. El recital, sea hipster o no, debe respetar esto. La situación es análoga a la de la comida en el cine. Si hay razones de seguridad, pueden tener métodos para detectar que no se ingrese con alcohol, a lo sumo, pero no prohibir ni quedarse con los envases o cajas de comida (tapers etc.)”, afirman sus redactores.

Tanto en la provincia de Buenos Aires como en la Ciudad de Buenos Aires se ha reglamentado la cuestión. Por ley 14050 de la provincia de Buenos Aires, los locales bailables, confiterías bailables, discotecas, discos, salas y salones de bailes, clubes, y demás locales donde se realicen actividades bailables y/o similares, tanto en lugares cerrados como al aire libre deben proveer agua.

«Todos los establecimientos y locales deberán contar con la provisión gratuita y suficiente de agua potable en los lugares adecuados.» Además, tienen prohibido «vender, expender o suministrar a cualquier título, las bebidas que por su fórmula se consideren energizantes y/o suplementos dietarios, durante todo el desarrollo de su actividad

En la CABA, se prevén sanciones. La interrupción del suministro de agua fría en sanitarios es sancionado con multas y en aquellos  casos “en los que se constate la interrupción del suministro de agua fría potable y el local no contare con expendedores de agua potable como servicio gratuito, es sancionado con multa de 10.000 a 25.000 unidades fijas y/o clausura del establecimiento y/o inhabilitación”.

Por lo que la legislación y los hechos que están sucediendo en Europa y en América del Norte pueden servir para prevenir tragedias y malos momentos durante los recitales que ya están en agenda y, otros que se programarán, a partir de la primavera austral.