Roberto Piazza es mucho más que un diseñador de modas. Con 46 años de trayectoria, el santafesino profundiza su faceta musical con Juntos, el espectáculo que presentará junto a Walter Vázquez, su pareja hace más de dos décadas, el próximo 26 de noviembre en Café la humedad. Sin embargo, señala que no busca la masividad con su trabajo y que, al menos en Argentina, prefiere hacer shows íntimos. "Somos un país tan mediocre a nivel cultural que no me quiero meter en el mundillo de la música. No tengo ganas, no me interesa competir con nadie y me encanta lo que hago", confiesa en una charla íntima con Noticias Argentinas.

-¿Por qué decís que Argentina es un país mediocre?

-Culturalmente estamos en la mediocridad absoluta. Acá lo único que suena es el que gana mucha plata y está en el puesto de número 1 del ranking, el reggaeton barato, la cumbia villera y toda esa música espantosa. El otro día Patricia Sosa dijo que no entienden lo que dicen esos cantantes y coincido. Creo que se perdió el buen gusto. Lo bueno en el arte es tener un grupo de gente con diferentes gustos y no masas. El populismo, como en la política, arruina al pueblo. No es algo que me encanta.

-¿No es contradictorio que más allá de tu postura seas una figura popular?

-Sí, yo hago alta costura y he llegado a meter 25 mil personas en desfiles en Córdoba, Pinamar, Mar del Plata, algo que no es frecuente. Cada vez que hago un recital también tengo mi público fiel, pero nunca busqué la popularidad, no me interesa, es algo que se dio como consecuencia de mi trabajo. De hecho soy un tipo parco y tímido, no ando por la calle saludando a todo el mundo. Sin embargo, cada vez que salgo siento el reconocimiento de mucha gente que incluso no es la que compra mis vestidos, pero creo que es por mi costado filántropo, porque a lo largo de mi carrera me involucré en muchos temas sociales.

-¿Cómo es trabajar con Walter luego de más de veinte años en pareja?

-Si bien hemos cantado mil veces juntos, esta es la primera vez que hacemos un espectáculo completo los dos. Vamos a interpretar temas de todo tipo: baladas, boleros, tangos. Música maravillosa. No tenemos problema en trabajar juntos, ni siquiera para ensayar. No hay discusiones ni peleas, inclusive pensamos casi lo mismo, al unísono. Vamos con la misma cabeza los dos.

-Siempre se habla del ego de los artistas y evidentemente ustedes lo saben balancear.

-Sí, es un signo de inmadurez y de egocentrismo al pedo. Obviamente al momento de la selección musical, había canciones que a mí me gustaban mucho y a él también, entonces tuvimos que negociar para ver quién se quedaba con cada, pero nada grave.

-También vas a presentar "El desfile de la década" el 14 de diciembre en el Anfiteatro de Parque Centenario.

-Sí, lo voy a presentar después de dos años y medio posponiéndolo. El último desfile que hice en Argentina fue en 2018; en 2019 estuve trabajando en España instalando todo y cuando terminamos llegó la pandemia y cagamos. Ahí me agarró una depresión, una fibromialgia, tuve un accidente, volví al país y me operaron. Me pasó de todo, pero ahora estoy motivado, con mucho trabajo. Es más, después del desfile vuelvo a Madrid para empezar de nuevo. Nunca dejo la Argentina igual, voy y vengo.

-En el último año y medio se puso de moda el término "reinventarse", ¿lo tuviste que poner en práctica en tu carrera?

-Para nada, una de las teorías que se manejaba cuando empezó la pandemia era que la moda iba a cambiar y la gente iba a buscar ropa más sencilla. Yo nunca lo creí, al contrario: siempre sostuve que cuando aflojara la situación mundial las mujeres iba a querer arreglarse y ponerse vestidos coloridos, grandes, con brillos para disfrutar. Dicho y hecho: hace un mes que no paro de vender los vestidos más lujosos y llamativos de mi maison. Estamos hartos de llorar, de hablar de tristezas, hay que celebrar para contrarrestar la malaria.

-En relación a los problemas de salud que tuviste este año, ¿cambió tu manera de manejarte?

-Sí porque tengo que tomar tres pastillas y a veces me olvido. Tengo la pastilla del corazón, la del colesterol, el antidepresivo... es un garrón, me hace sentir un geronte, con todo respeto a los viejos. También estoy más paranoico con el Covid-19 y estoy esperando la tercera dosis de la vacuna. Y la libido se me fue al diablo, pero bueno... Si no fuese por Walter yo no hubiera hecho nada y no solo me acompañó sino que se encarga de resolver muchas cuestiones de mi trabajo.

-¿Tenés algo pendiente después de 46 años de carrera?

-La filosofía griega dice que a partir de los 50 años empezás a vivir de nuevo pero corrigiendo todo lo que hiciste mal. Siento que estoy en la mitad, quiero volver a hacer todo pero mucho mejor. Después, de viejo quiero estar tranquilo, disfrutar, joder, divertirme. Ahora no paro un minuto y eso me gusta mucho.