Héctor Díaz: "En Argentina vivimos en crisis, pero siempre encontramos la forma de salir adelante"
Acaba de reestrenar Los amigos de ellos dos en el Teatro Picadero y se prepara para llegar a las pantallas con Santa Evita, entre otros proyectos.
Llegó a la actuación casi por casualidad, mientras estudiaba Ciencias de la Comunicación y buscaba herramientas para reconquistar a un viejo amor. Y aunque esa historia ya forma parte del pasado, el arte se convirtió en una parte central de su vida a tal punto que a varios años de aquella decisión, Héctor Díaz es una voz autorizada para hablar de teatro, cine y televisión.
El actor acaba de empezar un año agitado a nivel laboral con el reestreno de Los amigos de ellos dos, la obra que protagoniza junto a Magela Zanotta los miércoles a las 20.30 en el Teatro Picadero y que ya recibió el visto bueno del público en 2021. "El año pasado tuvimos una primera etapa para testear como funcionaba la obra. Fueron cinco viernes, a los que llegamos con una buena instancia de ensayos y queríamos terminar de confirmar con el público por donde estábamos yendo. Por suerte funcionaron muy bien y este año continuamos", explica en una entrevista con Noticias Argentinas.
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Y destaca el desafío que tiene junto a su compañera sobre las tablas: "Es una obra muy difícil y divertida de hacer. Somos solo dos actores en escena y tiene mucho vértigo, es un encuentro de una pareja que está esperando a otra y durante la espera se da la situación perfecta para sacar algunos temas al sol que no se venían hablando. Se vuelve muy graciosa, con mucha exageración de esta problemática, en el sentido de la comedia, y luego tiene una zona muy honda a nivel humano. Daniel Veronese y Matías Del Federico plantean una reflexión muy profunda del lugar que ocupamos en el mundo".
-La obra plantea cómo influye la mirada de los otros en los protagonistas , ¿se puede hacer una paralelismo con lo que ocurre con el actor y la opinión de su público o de un tercero?
-Sí, es determinante para los actores. Aunque uno a veces lo niegue o le pase por el costado, es inevitable que la mirada de los otros es a lo que a uno se expone y es lo que termina de armarte como actor. Y aunque no lo puedo decir públicamente porque es un secreto de los dramaturgos, este planteo sobre lo que le pasa a los actores le pasa cerca al mensaje de la obra. A pesar de que nunca queda de manifiesto, pero hay algo de ese mundo que está en estos personajes.
-En varios reportajes que has hecho a lo largo de tu carrera, mencionás que Mirta Busnelli te aconsejó tener confianza para ser actor, más allá de la opinión de los demás.
-Sí, ella decía que no debías dejarte torcer por opiniones, si se quieren, contrarias a tu trabajo o cuando de alguna manera no eras elegido o resaltado por su trabajo. La mirada de un tercero sobre lo que hacemos, obviamente, es importante, pero no hay que resguardarse de las miradas negativas, que las hay y muchas son multicausales. Contra eso no se puede hacer nada, pero uno debería estar todo el tiempo cuidándose de las opiniones, con una brújula apuntando a otro lado. Es algo extensible en la vida, en un actor queda mucho más de manifiesto, pero tampoco está bueno creerse todas las mieles o los venenos. Siempre hay algo constructivo en ambas miradas. Una mirada crítica te puede ayudar a crecer en algo y una favorable, te puede hacer bien a tu confianza. Lo que sí, es importante no desbordarse porque todo extremo es malo.
-Durante los primeros meses de la pandemia se hizo mucho hincapié en la necesidad de que haya producciones artísticas para poder hacerle frente a un momento tan crítico a nivel anímico, ¿sentís que finalmente se le dio ese lugar al trabajo de los actores?
-Entran varios componentes en juego. Primero hubo una etapa bastante larga, tremendamente angustiante para todos, y particularmente para los que trabajamos en la Cultura, en cualquiera de sus manifestaciones, pero sobre todo el teatro, fue muy golpeado. Para los actores, técnicos, escenógrafos, productores, directores fue un gran agujero negro. Hubo que sostenerlo con mucha fuerza de voluntad y mucha creencia. Yo estaba haciendo La verdad, que estaba siendo muy exitosa en Paseo La Plaza, con muchos planes por delante, y cuando paramos pensábamos que iban a ser solo dos semanas. Con el paso del tiempo hubo un hundimiento, pero también un renacer. Todos nos fuimos conectando a través del Zoom, porque nos dimos cuenta que era una herramienta que podía mantener viva una llama, ya sea haciendo entrevistas, series webs, obras de teatro. Nos fuimos contagiando de fuerza y de la construcción de que hacía falta que estos materiales circulen, más allá de los defectuosos que podían hacer. Todo tuvimos que aprender a hacer de todo para dinamizar la cosa y que no estuviera todo perdido. El público, a su modo, nos demostraba que le hacía muy bien poder llegar a estos materiales.
-Además, cuando el teatro volvió a ser presencial, se encontraron con una serie de inconvenientes que van de la mano con la situación sanitaria, como aislamientos, levantamiento de funciones, retrasos en los estrenos...
-Siento que todavía hoy no hemos encontrado el punto y estamos tratando a acostumbrarnos a que todos los proyectos estén atravesados por la pandemia, pero vamos a tener que disponernos a esa novedad. Estoy empezando un proyecto nuevo en el Picadero para estrenar en mayo y hablábamos de eso: es una situación muy particular, los proyectos avanzan y retroceden en función de los PCR. Estamos bailando al ritmo de la pandemia, pero el arte, la escritura y cualquiera manifestación artística fueron cruciales para mantenerme a flote estos dos años.
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-Las temporadas en Mar del Plata y Córdoba no están siendo tan convocantes en los teatros, ¿cómo ves la actividad en Buenos Aires?
-Hace tiempo que los veranos en Buenos Aires funcionan, pero me parece que lo que ocurre en las plazas principales es una combinación de cosas. Más allá de que los protocolos están probados y son seguros, hay miedo. También en lo económico estamos tratando de salir de este mal paso y las entradas aumentaron en función de la realidad. A veces es difícil corresponderlas con los valores de otras cosas, se las piensa como entradas caras, pero la inversión que se hace es elevada. Las playas están llenas, pero la gente está más gasolera.
-Estás en pareja con la actriz Maida Andrenacci y cuando empezó la pandemia acaban de convertirse en padres de Eloísa, ¿cómo pasaron el encierro con todas las dificultades de su profesión?
-Fue hermoso e intenso porque éramos las únicas presencias para Eloísa, no había manera de compartir el cuidado y fue muy duro. En otro, muy tempranamente, nos invitaron a hacer una película de seis o siete relatos. Nosotros hicimos uno, producido por Amnistía Internacional, cuando mi hija tenía tres meses. Nos hicieron llegar un montón de cosas para producción y usamos cosas de casa y nos dirigieron dos directores a distancia. Ellos veían la escena, nos enseñaron a iluminar y era medio kamikaze porque podíamos filmar cuando la beba dormía. Fue una experiencia que nos desentumeció y vimos que se podían hacer cosas. Después participé en una obra en el Cervantes que se ensayó 10 días y después se filmó para subirlo a la plataforma. Evidentemente, el entrenamiento que tenemos en Argentina de trabajar a contracorriente, porque vivimos en crisis, siempre encontramos la forma de salir adelante. Hubo caídas, nos sentimos abandonados, pero también hubo recuperaciones y siempre hay gente con muchas ganas de hacer. Me sorprende y lo sigo viendo con mucha potencia en las generaciones que siguen.
-¿Qué otros proyectos tenés para este año?
-Además de Laponia, que es una obra que vamos a hacer en el Picadero con Jorge Suárez, Malena Solda y Laura Oliva y queremos estrenar en mayo, el año pasado en plena pandemia participé de dos proyectos importantes. Estuve en Santa Evita, que protagoniza Natalia Oreiro para Star+, y tuve un personaje divino, el peluquero de Evita. Seguramente se estrene a mediados de año. Luego estuve en Argentina 1985, que es una película de Santiago Mitre sobre el juicio a las Juntas, en la que interpreto a un fiscal que está del lado de Jorge Rafael Videla, que fue el único que pidió defensa pública, como una manera de demostrar que no estaba de acuerdo con el juicio. La película se enfoca en todo el tratamiento de cómo fue avanzando el juicio y por lo que pude ver, quedó muy bien. Son dos estrenos muy importantes para mí.