En un hecho sin precedentes en la historia de los espectáculos musicales en la Argentina, la celebración de los 30 años de la aparición del disco “El amor después del amor”, de Fito Páez, se constituyó en uno de los hitos de la temporada 2022, y promete otros sucesos durante los primeros meses del año que viene.

El éxito de la gira celebratoria del músico rosarino no tiene sólo que ver con el ejercicio de la nostalgia o la calidad indiscutible de las canciones: es una confirmación de su lugar en la industria del rock latinoamericano, en que pocos de los héroes de los ochenta y los noventa pueden darse el gusto de tocar ante multitudes.

Es cierto que la mayoría de las 14 canciones de aquel disco generoso que salió a la venta el 1° de junio de 1992 fueron éxitos importantes, pero para explicar el suceso del retorno a ese repertorio hay que sumar muchos más elementos, incluyendo la voracidad del público por asistir a grandes espectáculos luego de los dos años de confinamientos.

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Esas ganas de millones de personas produjeron este año en la Argentina un fenómeno de acceso a la masividad de convocatoria en vivo de una pléyade de artistas del sub 30 que se cansan de llenar estadios -Duki, Wos, YSY A, Trueno y Natty Pelusso, entre otros- atrayendo a un público de adolescentes y jóvenes, pero no funcionó igual para oyentes más adultos de rock y pop.

Salvo, claro, en el caso de Páez, que llenó estadios y teatros en Córdoba, Rosario, Capital Federal (ocho Movistar Arena), Estados Unidos, Venezuela, Uruguay y España, y continuará haciéndolos durante los meses por venir, hasta que remate con un concierto final en abril, en el estadio de Vélez Sarsfield.

Páez, que este fin de semana se filmó para sus redes sociales festejando el dramático triunfo argentino en el Mundial de futbol de Qatar como “un acto de justicia poética” habrá convocado bastante más que 200 mil espectadores cuando concluya este retorno al disco que cambió su vida, en un espectáculo al que agrega al final un paseo por otra media docenas de hits inoxidables.

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A punto de cumplir 60, y a pesar de una vida de excesos, que no ocultó, y de grandes dolores conocidos, como el asesinato de parte de su familia, Fito ha mantenido una lozanía intelectual y una capacidad musical innegables, mientras muchos músicos de la generación anterior a la suya, o la propia, ya han partido de este mundo o sufren de manera evidente los embates del paso de tiempo.

En el momento en que toque en Vélez, estarán cumpliéndose también 30 años de los dos shows que con el mismo repertorio concretó el 24 y 25 de abril de 1993, cuando con 29 años recién cumplidos entendió que el público estaba premiando con “el más grande abrazo que alguien puede recibir” su apuesta a las buenas canciones como paliativas de los dolores del alma.

“Lo que sucedió” en el primero de aquellos conciertos de 1993, cuenta Páez en “Infancia y Juventud”, el primer libro de sus Memorias, que acaba de publicar Planeta, fue “un trance fantástico” que lo llevó a poder concretar una performance completa sin pensar, cantando “bajo el flujo incesante de la inconsciencia”, en un marco multitudinario que le pareció también “un rito sacrificial”

“Nunca más fuerte que en aquel concierto sentí lo que significa “ser parte de”, escribe en el final del libro. “Nada de lo que sucedía allí me pertenecía, más allá de lo que dijeran las planillas de SADAIC. Nadie le pertenecía a nadie, nada era de nadie, todo fue comunión, entrega y amor en aquella ceremonia. Las luces estaban sobre mí, otra vez, pero no es eso lo que quiero señalar aquí”.

 “Aquí quiero agradecerle a mi país el haberme permitido el beneficio de la aventura. Las mieles de la odisea. El tiempo muerto que necesitan las palabras y la música para llegar al corazón de los otros. Aquí quiero agradecer a mi tribu el premio que me dieron esa noche. “Vos, que te la bancaste… ¡tomá!”

Para el mercado, aquel disco de Páez fue un suceso mayúsculo, ya que con más de un millón de copias compradas se convirtió en el más vendido de la historia del rock en la Argentina, en un suceso en que también jugó su fuerte posicionamiento político como crítico del gobierno del presidente Carlos Menem.

Los artistas que cantaron y tocaron como invitados -Charly García, Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, Fabiana Cantilo, Gustavo Cerati, Celeste Carballo, Andrés Calamaro, Chango Farías Gómez, Daniel Melingo, Osvaldo Fatorusso- no solo conformaron un dream team irrepetible, sino que le dieron a la producción un rango histórico de jerarquía.

Páez, que había pasado en poco tiempo de ser un artista apreciado pero sin un gran impacto de ventas a convertirse en un número uno del mercado, grabó con un presupuesto generoso aquel disco al comando de una banda que formaban Tweety González, en teclados y programación, Ulises Butrón, en guitarras, Daniel Colombres, en batería, y Guillermo Vadalá, en bajo.

Los planes para el 2023 no se agotan con los shows que continuarán la gira del 2022:  ya grabó en Los Ángeles con una Orquesta Sinfónica las bases para hacer otra vez aquellas 14 canciones, pero ahora con un seleccionado de otros artistas, que incluirían figuras de la renovación, como Nathy Peluso, Ca7riel, Bizarrap y otros jerarquizados compañeros de aventuras, como David Byrne, Caetano Veloso y Elvis Costello.

Aunque el título está referido a su conocida relación de entonces con Cecilia Roth, también hay canciones inspiradas en su musa anterior, Fabiana Cantilo, pero la pura verdad es que el paso del tiempo ha deparado que “Un vestido y un amor”, “Dos días en la vida”, “La rueda mágica”, “A rodar mi vida”, “Pétalo de sal” y “Tráfico por Katmandú”, entre otras, sean reconocibles como parte de la banda de sonido de la vida de millones y millones de personas.