Anamá Ferreira: "Nunca dejé que el bullying y la discriminación me sacaran mi buen humor"
La modelo brasileña celebra los cambios sociales que permiten la inclusión, sin embargo asegura que quedan muchas cosas para hacer.
Anamá Ferreira llegó a la Argentina en abril de 1976. Y aunque en un principio su estadía no se iba a extender más de 10 días, sintió un amor tan grande por nuestro país que rápidamente se convirtió en su hogar. Con una carrera sólida como modelo, desfiló para los mejores diseñadores, fue tapa de las revistas de moda prestigiosas y se ganó el cariño del público con su carisma. Sin embargo, la discriminación también se hizo presente.
Ana María -así es el nombre que figura en su DNI- sabía lo que era sentirse apartada. Sin ir más lejos, durante su niñez la cargaban por ser delgada. Pero en territorio argentino, se enfrentó al rechazo por su color de piel y por la forma en la que habla español. "En mi caso, me tocó ser modelo en una época no inclusiva y no podía tener más de 90 centímetros de cadera, era tremendo. Por ejemplo, en los 80 hice una publicidad y fue un escándalo porque era morocha... ¡increíble!", recuerda en diálogo con Noticias Argentinas y asegura que aunque el cambio no sea del todo genuino, de a poco la industria de la moda en todo el mundo se está volviendo inclusiva.
Fue doloroso, sí, pero a los 70 años asegura que nunca perdió su actitud positiva tan característica: "Nunca dejé que el bullying y la discriminación me sacaran mi buen humor. No soy racista, por eso sé lo que soy, adónde voy y adónde quiero llegar". "Hay que luchar contra el maltrato. Por suerte hay palabras que no se dicen más o por lo menos, no se pueden decir sin pensar, como pasaba antes", destaca la mamá de Taína Laurino, quien siguió sus pasos en las pasarelas, pero luego se volcó al protocolo internacional.
Y a un año del episodio con Adriana Aguirre, quien le hizo un comentario racista en un programa de TV en el que estaban como invitadas, destaca el apoyo que recibió tanto de colegas y figuras de los medios, como del público que la sigue en las redes sociales. "En Brasil, (Aguirre) iría la policía y la sacaría del estudio de televisión, acá es distinto, pero hubo mucho repudio", reflexiona sobre el hecho por el que llegaron a un acuerdo, abogados de por medios.
Aún en los momentos más difíciles, Anamá asegura que siempre tuvo un claro objetivo: transmitir alegría y buena onda. Y lejos de reposar en las más de cuatro décadas que lleva trabajando en los medios locales, sigue buscando formas para canalizar su energía. Por eso, se está preparando para presentar a partir del 14 de febrero Anamá Bossa Nova, un espectáculo musical en el que estará acompañada por la cantante Claudia Tejada y los músicos Esteban Tonetti, Martín Secchi y Lucas González, bajo la dirección de Diego Rinaldi.
"A mí siempre me gustó la bossa nova, la música de Brasil que es muy tranquila y dice cosas muy lindas. Siempre quise hacer un espectáculo relacionado con eso y acá, en la Argentina, no hay muchos espectáculos vinculados con mi país. Lo hablé con Lino Patalano y el me invitó a hacerlo en un teatro nuevo en San Telmo, el Cástor y Pólux", cuenta con entusiasmo, aunque al mencionar el nombre del recientemente fallecido productor teatral, su tristeza se hace palpable. Pero en cuestión de segundos, recupera el buen humor para hacer una aclaración que le parece necesaria: "Yo no voy a cantar. La gente no tiene por qué huir despavorida por San Telmo (se ríe)".
Ferreira estuvo detrás de la idea del libro de su espectáculo que, promete, tendrá muchos pasos de comedia, un género en el que se mueve como pez en el agua. "Me encanta el humor, tomar la vida con humor. Si tengo un marido que se levanta de mal humor, lo abandono (se ríe). Me gusta la gente alegre y trato de ser así también. Trabajé con los grandes como Gianni Lunadei, Juan Carlos Mesa, Javier Portales y Beatriz Bonnett. He tenido mucha suerte y aprendí muchísimo", destaca.
Pero además, encontró un lugar propicio para compartir su alegría en las redes sociales, donde está en contacto con las nuevas generaciones. "Trato de mostrar el lado B de la vida. Por ejemplo, hace poco me fui de viaje a Europa con unas amigas que son influencer y estaban preocupadas en sacar fotos perfectas para subir a su perfil y yo, en cambio, compartía el detrás de escena, los sandwiches de miga que comíamos entre foto y foto, el auto lleno de cosas, las valijas desordenadas. Me encanta mostrarme así y también me divierto mucho con los memes", concluye entre risas.