Pese a los cambios sociales y a un marcado avance en los derechos de la mujer, las condiciones generales de acceso al empleo y en especial en la obligación de realizar tareas domésticas empeoraron en la última década.

Así lo reveló un trabajo que realizó la Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica con datos a fines de 2021.

De acuerdo al informe, el 83,4% de las mujeres está a cargo de la organización del hogar en forma no remunerada, lo que significa un alza de 1,8 puntos por encima de la medición de 2011.

Cuando se evalúa este punto se considera que la persona realiza al menos tres de las siguientes tareas: 1) Limpiar, lavar, planchar; 2) Hacer la comida-cocinar; 3) Cuidar a los niños u otra familiar que viven con la persona; 4) Realizar compras, mandados en almacenes y supermercados.

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El trabajo indica también que la proporción es mayor en los hogares de ingreso bajo (88,4%) o muy bajo (85%), mientras que decae levemente los estratos medio bajo (80,3%) y medio alto (78,6%).

Respecto del mundo del trabajo, en un contexto de deterioro generalizado, también son las mujeres las que más sufren condiciones de empleo inestable, o directamente están inactivas.

El informe precisa que el 68,7% de las mujeres se encuentran en esa condición, nueve puntos por encima de lo que sucedía 10 años atrás.

Pero la proporción es altísima en la base de la pirámide. En los sectores medio alto la inestabilidad o falta de trabajo impacta en el 36,5% de la población femenina, pero ese valor salta a 86,8% en los sectores de más bajos ingresos.

En tanto, en condición de pleno empleo se encuentra el 34% de las mujeres, cifra 5,4 puntos inferior a la que se había registrado una década antes.

El dato más significativo es que apenas el 8,3% de las mujeres de bajos ingresos tiene una actividad completa, la mitad que 10 años antes.

La situación se revierte cuando se observa la parte superior de la pirámide. Allí el 71,7% está ocupado a tiempo completo, casi en plano de igualdad con los hombres (72%) y 3,3 puntos por encima de la medición anterior.   

La UCA concluyó que “se ha mostrado que las mujeres de niveles bajo y muy bajo tienen menos oportunidades de empleo y mayor carga de trabajo doméstico intensivo no remunerado que sus pares varones y que sus pares mujeres de niveles medios”.

Añadió que “la desigual distribución de tareas parece guardar relación con roles de género socialmente construidos que devienen en patrones culturales arraigados y naturalizados que requieren necesariamente ser deconstruidos si lo que se busca es una sociedad más equitativa”.

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Como propuesta sostuvo que “la clave parece estar en la esfera de la distribución, no sólo de la riqueza económica, sino también del reconocimiento social, parte muy importante de los niveles socioeconómicos vulnerables, y en particular de las mujeres de sectores más vulnerables que no son reconocidas en el trabajo que realizan”.