La licitación por el bono para importadores volvió a decepcionar: por qué no remonta
Los operadores financieros dicen que el BCRA debería asumir un rol más activo para que la herramienta despegue.
Parecía que repuntaba, pero este jueves el bono ideado por el Gobierno para tratar de afrontar el problema de la deuda con los importadores volvió a la senda de la decepción: se colocaron apenas otros US$ 340 millones y la demanda total de la Serie 1 no llega siquiera a un tercio del cupo proyectado para todo el mes.
Las empresas importadoras y poseedoras de órdenes de pago que quedaron impagas por la anterior administración suscribieron sólo ese nivel de la primera serie del denominado Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal).
El Banco Central (BCRA) lleva colocados US$ 1.644 millones de este instrumento, cifra representativa del 32,87% de los hasta US$ 5.000 millones que fijó como cupo y mantiene ofrecido hasta fin de mes para una deuda que al martes estaba en US$23.100 millones netos.
Esos datos corresponden al padrón abierto para registrarla hasta la semana que viene informados por la Secretaría de Comercio de la Nación.
El stock de esa deuda, que ya había sido reprogramado mediante la emisión de SIRA, será atendido por el actual Gobierno con la emisión de estos títulos con los que busca -a la vez- volver a aplazar esos pagos en dólares y absorber pesos de la plaza.
A cambio, cede un papel que puede ser negociado en los mercados (es decir, podría hacerse líquido) y hasta, como en el caso de esta primera serie, ser utilizado para el pago de impuestos.
Qué dice el mercado y por qué el instrumento no remonta.
La licitación volvió a mostrar que el bono no genera todavía atractivo entre las compañías, pese a la expectativa que había creado la demanda por US$ 1.179 millones convalidada la semana pasada, y aunque se estimada que la sostenida escalada que siguió registrando la brecha cambiaria en los últimos días lo haría más digerible para varias de ellas.
De acuerdo con datos oficiales, el 64,5% del total colocado hasta aquí lo demandó la semana pasada la automotriz Toyota.
La poderosa compañía japonesa se diferenció así de otras terminales como GM, VW, Renault y Nissan, que aplazaron sus planes para retomar la producción el lunes, argumentando que no pueden pagar la deuda contraída con proveedores del exterior, y dejando a la vista que todavía se resisten aceptar el Bopreal.
El exsecretario de Finanzas Miguel Kiguel, uno de los consultores más escuchados en el mundo empresarial, admitió no tener claro quién va a pagar el Bopreal si el presidente Javier Milei cumple con su promesa de cerrar el Banco Central.
En el mercado sostienen que, por su diseño, el Bopreal sería útil para las grandes compañías que tienen deudas con sus casas matrices. Pero esta demanda también luce demorada, tal vez a la espera de que las operaciones con ese papel en el mercado secundario sean algo más fluidas.