El reciente anuncio del Gobierno sobre la implementación de hipotecas divisibles ha generado un notable optimismo entre los actores del sector inmobiliario y la construcción, quienes ven en esta medida una oportunidad clave para dinamizar un mercado golpeado por años de inestabilidad. 

En un evento exclusivo organizado por el Banco Hipotecario, representantes de empresas líderes como IRSA, CRIBA e ILVA S.A. discutieron las implicancias de esta política y las perspectivas de crecimiento hacia 2025.

Las hipotecas divisibles permitirán financiar diferentes etapas de los proyectos inmobiliarios, facilitando el acceso a créditos tanto para desarrolladores como para usuarios finales. Según Jorge Cruces, representante de IRSA, “esta medida cambia el paradigma actual. Pasamos de un mercado centrado en inversores a uno con mayor protagonismo de los usuarios, que demandarán productos más diversificados”.

Actualmente, el crédito hipotecario en la Argentina representa apenas el 0,2% del PBI, el nivel más bajo en ocho décadas, mientras que en países como Chile alcanza el 30%. Este dato refleja el potencial sin explotar del mercado local y alimenta las expectativas de los desarrolladores sobre el impacto positivo de las hipotecas divisibles.

Los analistas proyectan un 2025 marcado por una recuperación económica sostenida, gracias a la estabilización de la inflación y la mejora de los salarios. Santiago Tarasido, representante de CRIBA, destacó: “El foco ahora está en la competitividad. Esto, combinado con el incremento de los créditos hipotecarios, debería impulsar el desarrollo inmobiliario y el aumento en el valor de las propiedades”.

Sin embargo, también anticipan que los precios seguirán en alza, en línea con la creciente demanda y la necesidad de mayor infraestructura habitacional.

Uno de los puntos críticos debatidos fue la alta carga fiscal que afecta al sector. Según Tarasido, los impuestos representan el 45% del costo total de las propiedades, mientras que, en países vecinos como Uruguay, este tipo de gravámenes son considerablemente más bajos.

Alejandro Renghini, de ILVA S.A., señaló que esta presión impositiva dificulta la competitividad: “En construcción, ingresos brutos se aplica en cadena a los insumos, impactando un 14% en el precio final. En este contexto, no es posible trasladar completamente los costos al cliente”.

El consenso entre los panelistas fue claro: una reducción de impuestos es imprescindible para potenciar la competitividad del sector y aprovechar plenamente las oportunidades que traerán las hipotecas divisibles.

Otro de los desafíos señalados fue el impacto de la mano de obra en los costos totales y la apertura de importaciones. “La mano de obra sigue siendo el componente más significativo, pero la competencia con productos importados también incide directamente en la industria nacional, con un efecto del 50% en los costos”, explicó Renghini.