A las 17:47 de este sábado salió el tuit y mientras se expandía la pesada noticia, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner seguía dando su discurso en Ensenada, en el que criticaba la gestión económica de su propio Gobierno y minimizaba al déficit fiscal como un factor de peso en el aumento de la inflación.

Martín Guzmán, el mismo que venía repitiendo la necesidad de alejarse del rojo que dan las cuentas del Estado, renunció por la red social Twitter. Fue en un momento estratégico.  Sucedió minutos después de que la titular del Senado y principal figura del Frente de Todos explicaba su encuentro con el economista Carlos Melconian y deslizaba, sin inocencia, que el ahora presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), de la Fundación Mediterránea, “piensa parecido” al renunciado funcionario. Era un palo más para quien –pareciera- solo la une el amor por Gimnasia y Esgrima de La Plata. Lo demás había quedado enturbiado por la desconfianza.

“Yo creo que hay algunas cosas que están empezando a verificarse. Creo que sí tuvimos una coincidencia y que es la economía bimonetaria, no es poca cosa eh... no es que lo haya inventado yo, pero fui la que comenzó a impulsar que el problema principal de la Argentina y que causa el fenómeno inflacionario. Él (Melconian) no está tan convencido de eso, piensa más parecido a Guzmán con el tema de déficit fiscal, pero bueno, opiniones son opiniones...”, dijo Cristina sobre el encuentro con el ex funcionario del Gobierno de Mauricio Macri.

En los primeros tramos del discurso de la ex presidenta se volvió a la discusión del uso de “la lapicera”. En la metáfora que alude al ejercicio del poder del Presidente, se esconde el problema central que surgió desde la génesis de la coalición gobernante. El que tiene la lapicera no cuenta con el caudal político. Y la que lo posee, es una opositora a las decisiones –y omisiones- de la autoridad presidencial.

El dilema, ahora, para Alberto Fernández, si es que busca mantener el poco espacio de poder que le queda, es poner en el Palacio de Hacienda alguien que tenga cintura y respaldo político integral. Pero también el visto bueno intra coalición sumado al manejo de toda la “botonera” para que logre –como Guzmán decía- tranquilizar una economía, que entre restricciones a las importaciones, mayor escasez de dólares y precios acelerados promete un segundo semestre más que complicado. Los datos de las consultoras privadas y el relevamiento de expectativas del Banco Central provén una inflación en alza, no menor del 70%, con suerte.

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El margen de acción es mínimo. El acuerdo con el FMI restringe la posibilidad de aumentar el gasto fiscal o profundizar una emisión que podría hacer llegar a la inflación a los 3 dígitos. ¿Ofrecerá Cristina o se negociará un ministro consensensuado por ambas partes?  Poco probable.

¿Seguirán los dardos del kirchnerismo duro si el elegido no complace con la máxima reciente que dictamina que la “fase moderada está agotada”, según el camporista y ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires Andrés “Cuervo” Larroque? Es posible.

Al momento de redactar esta nota, el denominado “dólar cripto”, ese que se transacciona las 24 horas en plataformas como Binance o exchanges de criptomonedas rondaba en $280. El viernes el dólar blue había cerrado en $239. Un salto de más del 20%. La economía no se muestra tranquila ni mucho menos.

“Se va uno de los mejores ministros de Alberto Fernández”, ponderó en diálogo con Noticias Argentinas, un CEO de una empresa multinacional que tuvo varias reuniones con el saliente funcionario en plena negociación con el FMI.

Guzmán, cuando se vio esmerilado por las constantes críticas del kirchnerismo duro, buscó respaldo en el empresariado. Los hombres y mujeres de negocios tuvieron –en su mayoría- palabras amables para con él. Algunos por convicción. Otros porque sabían que por la guerra interna del Frente de Todos podría surgir una alternativa peor, según sus visiones. La pandemia y la guerra no facilitaron las gestiones y en las distintas dependencias de otras carteras los funcionarios no le respondían.

La imposibilidad de poder decidir en el plano energético, un área que le generó los mayores dolores de cabeza y le puso los mayores obstáculos a su gestión, fue un desencadenante central para que saliera ese tuit en pleno discurso de alguien que le había bajado el pulgar hace tiempo.

Alberto Fernández se juega en la designación del futuro ministro de Economía la mayor decisión de su mandato. No solo signará el rumbo de la economía hasta 2023 sino impactará en los realineamientos políticos internos y de la oposición de cara a las próximas elecciones. Será, tal vez, la decisión más fuerte que tendrá que firmar el presidente con su lapicera tan citada.