Las medidas anunciadas por la ministra de Economía, Silvina Batakis, son consideradas insuficientes por los mercados, que continúan cubriéndose comprando dólares. 

"Tienen gusto a poco", graficó un financista curtido en mil batallas sobre el último de los anuncios para que los turistas liquiden las divisas en el sistema financiero.

Los agentes económicos sostienen que la corrida cambiaria casi sin precedentes tendría más chances de frenarse si Cristina Kirchner saliera a apoyar formalmente los anuncios de Batakis sobre austeridad, y a comprometerse políticamente con los mismos.

"Las versiones sobre reuniones entre Cristina y Alberto Fernández no alcanzan", dijo un operador que suele manejarse como pez en el agua en el agudo mercado del contado con liquidación.

Por ahora, la vicepresidenta no quiere pagar costos políticos, a esta altura algo imposible teniendo en cuenta que la economía desbarranca y el dólar blue subió casi $100 en julio. El mercado está enterado desde hace semanas que el BCRA se quedó sin reservas netas, por más que la autoridad monetaria no difunda las cifras oficiales.

Las reservas brutas, compuestas sobre todo por el volumen de depósitos en dólares, perforaron el piso de los US$ 40.000 millones, luego de que se perdiera el superávit comercial en junio.

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Las fuertes importaciones de gas licuado que se vienen haciendo golpean con dureza la balanza de pagos, provocando un estrangulamiento que ya fue analizado mil veces por economistas en el país a lo largo de los últimos 50 años.

La Argentina siempre sufre problemas parecidos: no ahorra en los tiempos de bonanza y todo se convierte en un descalabro cuando los desequilibrios se profundizan.

Según los datos difundidos por Economía, el déficit fiscal superó el billón en el primer semestre; fue de $1.244.916,4 tras el pago de intereses de la deuda pública.

Sólo en junio el desequilibrio rozó los $400.000 millones, mientras sectores duros del kirchnerismo exigen que se aumente el gasto para pagar un salario universal.

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En el Senado, la vicepresidenta estaría de acuerdo con esa idea, lo cual mete más ruido en un mercado harto del kirchnerismo y su convencimiento de tirar manteca al techo en tiempos en que el pan escasea.

"Cristina cree estar en 2008, cuando heredó el superávit fiscal de Néstor Kirchner y pudo hacer populismo al máximo", advierte un analista financiero que viene siguiendo el derrotero del déficit, en una Argentina que lejos se encuentra de estar condenada al éxito.

El paso de los días sin tomar decisiones de fondo no hace más que complicar a un Gobierno donde las tensiones van en aumento.  Esas tensiones impactan a pleno en el ánimo presidencial: se notó en el acto que encabezó el miércoles en una localidad bonaerense, donde dejó una frase que refleja el ánimo actual en el Poder Ejecutivo: "Pensé que me iban a ayudar más".