Empleo patas para arriba: más barberías y menos talleres textiles
La estructura laboral cambió en la última década. Se ve en la calle más gente que anda mal vestida y compra menos ropa junto a jóvenes que visitan hasta un par de veces a los neopeluqueros.
Los mercados dicen que, tras el fin de la pandemia, se ven colas de jóvenes bajo el cilindro azul, rojo y blanco giratorio de las barberías en las grandes ciudades del país, en contraste con el 60% de las máquinas de la industria textil mudas, que mantienen en vilo a los 560 mil trabajadores que dependen de la actividad, según el titular de la Fundación Pro Tejer, Luciano Galfione.
¿Habrá alguno de los 1.500 textiles cesanteados últimamente o en camino de serlo haciendo "mullets", el rapado a los costados de la cabeza, “imperiales” (bajo a los costados y puntiagudo) o cortando “verdi” un bigote estilo Dalí?
Sí, de un lado y otro del mostrador patronal. Están los que abrieron una barbería o se asociaron para hacerlo y otros que aprendieron el oficio de un corte buzzcut, muy corto, casi rapado, tipo militar.y adornar un manejo tan elemental de la maquinita haciendo sentir el ruido, lo mismo que cuando pasan el filo de la navaja por la barba o exaltan la astringencia de las máscaras exfoliantes.
El arte de lo sencillo, o la sencillez del arte. Más servicios fuera de catálogo.
Precariedad con bases
Sería este como un retazo del cambio estructural que se viene produciendo en el empleo.
El economista experto en consumo, Damián Di Pace, tuiteó que en los últimos 10 años, el mercado laboral argentino generó sólo 18.000 puestos de trabajo anuales y que sólo 10 rubros crecieron en formación de empleo, sobre todo los vinculados a los servicios, en tanto 15 despidieron más de lo que crearon.
En marzo de 2014 había 6.127.053 asalariados y en el mismo mes de 2024 pasaron a 6.307.654, o sea, 3,2% más, extrajo de reportes de la Secretaría de Trabajo que toman estadísticas olficiales de SIPA.
Las barberías no tienen mucho que ver con las antiguas peluquerías, por más que las fachadas traigan reminiscencias.
Pero ningún otro arquetipo. En el interior, ni los que están hoy parados ante el clásico sillón ni los clientes sentados tienen nada que ver con sus predecesores de otras épocas.
Inclusive hay cadenas que agrupan locales bajo el paraguas de marcas de estética y belleza, que se pueden ver en páginas como Fresha, donde se anuncian 27 en Buenos Aires y otra con "17 best barbershops in Buenos Aires".
Rufianes, se llama una cadena de barberías con más de dos decenas de sucursales en Capital y conurbano.
Ni el Copilot de IA puede precisar cuántas barberías y barberos hay actualmente, como tampoco la propia Federación Nacional de Trabajadores de Peluquería, Estética y Afines difunde información al respecto.
La última data fue publicada en un artículo firmado en Clarín, hace un año y medio, por la periodista Emilia Vexler, y da cuenta de que en 2021 se habían aprobado 378 habilitaciones en el rubro Salón de estética y Peluquería y 261 hasta octubre.
Al ser locales a la calle, en general, estaría registrado todo lo que es visible, pero lo que se escucha puertas adentro es que un importante porcentaje de los barberos no figura en ninguna parte, ni tampoco tributan.
Sobre lo que ganan los sindicalizados, la referencia sería el básico de $124.410 que promediaba FENTPEA en abril, a lo que se suman comisiones y propinas.
Barbas y Mostachos
Nada más que para hacer proyecciones, tomando el número de integrantes de un grupo de Facebook denominado Barbas y Mostachos del Mundo, en estos dos años creció más de un 10% y llega a 20 mil.
Qué pasa adentro de un local destinado exclusivamente para caballeros, sólo los habitués lo saben, esos que van dos veces al menos por mes a actualizar los cortes, con los que la mayoría siguen la moda de los influencers deportistas de elite.
El servicio de pelo y barba insume como punto de partida un presupuesto de más de 40 mil pesos mensuales.
Las extras son muchas y variadas: masajes, manicuría, y una inmersión reservada en un mundillo de afinidades estéticas y de las otras.
La gran mayoría de las empresas de la cadena textil/indumentaria en la Argentina son Pymes hay rubros, como el de la confección, que se caracterizan por su alto nivel de informalidad y precariedad, los bajos ingresos y la alta participación femenina.
El 41% de los operarios ocupados trabajó por cuenta propia, ecuación que se invierte en el ámbito neopeliqueril, donde el cuentapropismo y la informalidad saltan a la vista.
Del algodón a la vestimenta
El textil, en cambio, es un sector mano de obra intensivo, donde –a diferencia de una gran cantidad de países- Argentina posee producción local en casi toda la cadena de valor.
En los eslabones primarios, se produce fibra de algodón. La producción primaria de algodón se concentra en Santiago del Estero (58 por ciento) y Chaco (30 por ciento.
La producción de hilados y tejidos es más capital intensiva, y es el eslabón más concentrado de la cadena de valor.
En tanto que el tramo final dedicado a la confección contrata cerca de 200.000 personas, mayormente en la informalidad y se localiza en la región metropolina de Buenos Aires.