El invierno que nos espera
Por Juan Caporicci (*)
Todos los años, para esta época, nos hacemos las mismas preguntas: cómo van a venir las lluvias, cuánto van a valer los commodities, ¿me anticipo a la compra de insumos?.
Obviamente porque es un momento para planificar la campaña que se inicia.
Particularmente este año, a toda esta incertidumbre se suma la cuarentena que, mirada con buenos ojos, nos permite dedicar más tiempo a la planificación.
Estas preguntas no son tan frecuentes cuando tenemos una rotación establecida y la respetamos con la convicción de que el sistema de producción lo necesita y mejoramos todos nuestros procesos y con esto nuestra empresa.
Pero cuando la situación nos lleva a plantear año por año nuestro sistema de producción, sea por el motivo que sea, la etapa de planificación toma mayor relevancia.
En cuanto a los márgenes productivos, con los valores actuales de los commodities, se nos abre la posibilidad de incorporar cultivos de invierno a la rotación, porque con una cierta distancia a puerto (200 km) el margen es positivo para hacer trigo/soja en la campaña 2020-2021.
Esta alternativa aporta valor mas allá de dinero, porque con cultivos de invierno aportamos raíces, materia seca, y competimos por agua, nutrientes y espacio contra las malezas.
Cualquiera sea el cultivo invernal que elijamos debemos hacerlo bien, esto significa invertir en tecnología de insumos y procesos, para lograr el mejor cultivo posible para el ambiente en cuestión.
De lo contrario, sólo estaríamos arriesgando nuestra estrategia a lograr un buen rinde y no siempre podremos captar el valor que, como antes mencionábamos, aportan estos cultivos estratégicamente a nuestro sistema de producción.
En lo que respecta a malezas, la situación tiende a seguir tornándose más compleja.
A las tradicionales problemáticas de la maleza Conyza sp para la soja, se le suman las crucíferas resistentes (Raphanus, Brassica, Hirschfeldia) y el Lollium sp, una combinación de especies y pulsos de aparición que necesitan de toda nuestra planificación para el mejor manejo de la situación.
Si bien no se da esta combinación de malezas en todos los lotes del país, indudablemente, el avance a nuevas regiones de estas malezas nos empuja a mayores inversiones y a incorporar indefectiblemente una estrategia más que estudiada para no depender exclusivamente de las alternativas químicas.
Desde el punto de vista de los agroquímicos, no son muchos los modos de acción (MoA) utilizados en este momento del año. Obviamente el grupo de herbicidas ALS son los más usados, básicamente por la eficacia y espectro de control, y está bien que así sea.
Porque es un MoA al que necesitamos balancear su uso, y el otoño/invierno es el momento del año donde son más eficaces y más performance mantienen.
Otros MoA pueden ser utilizados para no acostumbrar a las malezas al mismo herbicida todos los años, pero debemos tener en cuenta de no utilizar aquellos que serán imprescindibles en primavera ante la creciente problemática de malezas primavera estivales (Amatanhus y gramíneas resistentes).
En conclusión, las mismas preguntas pueden aparecer todos los años, (¿qué hacer? y ¿cómo?), aunque la respuesta suele ser siempre diferente. Cada año debemos analizar todas las variables que confluyen en nuestro sistema de producción.
Y para el caso de las malezas, debemos ajustar mínimamente nuestra estrategia de largo plazo, o dotar de la mayor eficiencia la de corto.
Pero siempre sin perder de vista el objetivo principal de "minimizar en forma paulatina el impacto de las malezas, con una estrategia de manejo de mediano y largo plazo".
(*) Gerente de Herbicidas de FMC Cono Sur. @FmcCorp