El Gobierno no parece haber notado que el tiempo se acabó
Resulta paradójico que en uno de los momentos más críticos de la historia económica argentina pasen los días y la nueva funcionaria no tenga aún un combo de medidas que ofrecer.
Se cumple una semana de haber conocido a la nueva Ministro de Economía de la Nación, Silvina Batakis. Sin embargo, no se ha conocido a ciencia cierta ninguna medida relevante que definido el comienzo de la nueva gestión.
Más allá de la sorpresa que pudo haber causado la renuncia de Martín Guzmán a la cartera económica, resulta paradójico que en uno de los momentos más críticos de la historia económica argentina pasen los días y la nueva funcionaria no tenga aún un combo de medidas que ofrecer. De hecho, la novedad estuvo en una medida absolutamente marginal emitida por el Banco Central de la República Argentina que limita las compras en cuotas en los free shops situados en el país, lo que parece una burla ante el claro tamaño que muestra la debacle en materia económica.
La dinámica en una crisis indica que de no tomarse las medidas atinadas ésta se tornará cada vez más veloz. Mientras hasta hace unos días nos debatíamos entre una inflación de 4 o 5 puntos para el mes de Junio, sin llegar a la mitad del mes de julio nuestro debate se centra en si la misma será de dos dígitos o si lograremos finalmente sostenernos debajo de esa temida barrera psicológica.
LEE: El informe de un experto que revela la fragilidad de las reservas del Banco Central
Entre tanto desconcierto, negligencia y absoluta desidia, resulta insultante que el oficialismo haya estigmatizado esta semana a aquellos que viajan al exterior o que realizan por algún otro motivo algún gasto en dólares en sus tarjetas de crédito. Parece que Batakis se ha convencido de que la producción está en riesgo por los 500 millones de dólares mensuales que se van a través de este tipo de gastos sin comprender algunas cuestiones elementales: con cepo al dólar y atraso cambiario todos quieren gastar en dólares simplemente porque los perciben “baratos”. Mientras el dólar oficial oscila en los $215 (incluyendo impuestos y percepciones) el dólar libre ha rozado los $280.
Incluso la ministro cree que todos los argentinos que viajan lo hacen por turismo (lo que de igual forma estaría perfecto y no ameritaría una crítica): la gente viaja por estudio, capacitación, trabajo, inversiones y demás cuestiones. Incluso el propio hijo de la Ministro (a quién tanto le molestan los gastos en el exterior) se encuentra en Londres en un viaje de estudios y turismo. Es más, los ejemplos en el oficialismo abundan: se lo pudo ver al ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, tomando un trago en algún rincón madrileño (donde seguramente debió abonar en alguna divisa). Parece que en el propio gobierno no están muy de acuerdo en esto de no gastar dólares en el exterior.
Esta semana también ha dado la nota la “Portavoz de la Nación” quién el jueves por la tarde (en sus habituales conferencias de prensa) dijo que hay dólares para todo aquel que quiera importar y también dijo que los dólares deben ir para la producción y no para vienen suntuarios. Estas dos apreciaciones opuestas entre si las dijo en lapso entre ellas que no superó los dos minutos. Realmente impresionante.
La semana delirante la concluyó la vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, quién dijo entre varias irrealidades que si bien Aerolíneas Argentinas tiene déficit habría que cargarle a su balance las ganancias de, entre otras cosas, las pistas de esquí. La locura es total.
Lo que más preocupa no es precisamente las desafortunadas declaraciones de cada uno de los representantes del oficialismo, sino el nivel de desconexión que demuestran tener con lo que hoy sucede en la Argentina. El país se hunde en la desolación mientras la política parece creer tener aún tiempo para perder, sin haber tomado nota que muy por el contrario el tiempo se acaba de agotar.