El Gobierno buscará instalar la dudosa imagen de que la recesión toca fondo y en el segundo semestre se iniciará la recuperación de la economía y el empleo, una proyección que por ahora no tiene correlato en los números duros.

El presidente Javier Milei ya tiene a su ministro para encarar la etapa fina de la desregulación, con la asunción finalmente de Federico Sturzenegger, quien va por la revancha tras dos paso fallidos por la administración pública, en el 2001 (fue secretario de Política Económica de Fernando de la Rúa) y durante el gobierno de Mauricio Macri al frente del Banco Central hasta que fue despedido y reemplazado por Luis Caputo.

"Qué lujo me estoy dando", exageró tal vez el jefe libertario cuando puso en funciones a quien llama “el coloso”.

En ese marco, los agentes económicos empiezan a mirar cada vez con más detalle los pasos que va dando el Banco Central, presidido por Santiago Bausili, casi un alter ego del ministro de Economía, Luis Caputo.

El primer dato son los movimientos de la autoridad monetaria que tienen poco impacto en los titulares, pero reflejan intenciones de un giro en la nueva estrategia que parece haber diseñado el gobierno para avanzar hacia la eliminación del cepo cambiario.

Milei cree que si logra levantar las restricciones en el primer trimestre del 2025, y la economía para ese entonces ya pegó la vuelta y crece a buen ritmo, las legislativas del año próximo le permitirán consolidar un bloque en el Congreso que posibilite avanzar con más leyes claves para consolidar su modelo libertario. 

Por eso ratifica su decisión de no ceder ante una devaluación y, sobre todo, sostener el equilibrio fiscal cueste lo que cueste.

La nueva etapa de la fase dos será la de ir terminando con las restricciones capa por capa, como si de pelar una cebolla se tratara.

Pero desde la oposición, con Cristina Kirchner a la cabeza, apuntan a que el gobierno optó por concentrarse en la emisión monetaria y el déficit fiscal, cuando la clave para la recuperación económica pasa por alentar el consumo y subir las reservas. 

Una vieja discusión en la que por momentos ambas bibliotecas parecen tener razón, y a su vez estar equivocadas.

Ahora le toca el turno de gobernar a la biblioteca ortodoxa, uno de cuyos máximos desafíos pasa por reducir la deuda del Banco Central y traspasarla al Tesoro. Se hará en dos etapas. Primero se emitirá una letra de liquidez y luego se hará el canje con los bancos, que se viene negociando desde hacer semanas y que todavía no termina de convencer a las entidades financieras.

Esas letras serán canjeadas por bonos actualizados por inflación que vencen de aquí al 2027 y que según el BCRA tendrá el mismo funcionamiento de que los pases a un día.

La bala de plata sería alcanzar un nuevo acuerdo con el FMI que libere un piso de u$s8.000 millones para la Argentina y se enmarque en nuevo programa alineado con la tercera fase del programa económico, aún por definirse.

Mientras ese momento llega, el gobierno apuesta a profundizar el ancla fiscal del programa y cerrar el circuito para dejar de emitir.

Mientras tanto, cerca del equipo de Caputo admiten que en junio la inflación cerró en zona del 5%, es decir, no se pudo seguir bajando este indicador clave, pero aseguran que en julio, al no haber incrementos de tarifa de luz y gas, el costo de vida volverá a bajar, hasta estabilizarse en la zona del 4%.

La pregunta que se hacen consultoras es cómo piensa el gobierno conciliar un índice de precios corriendo al 4% mensual con una crawling peg del 2 por ciento.

“Prepárense, porque vendrán muchos anuncios de inversiones”, aseguran cerca de Milei, quien pasó el fin de semana en Brasil junto al expresidente Jair Bolsonaro y el martes, en Tucumán, sellará el Pacto de Mayo junto a 17 gobernadores, nada mal teniendo en cuentra los nubarrones que atravesó la gestión libertaria en el primer semestre.