Esta semana la judoca Paula Pareto volvió a la normalidad. Después de su participación y despedida en los Juegos Olímpicos Tokio 2020, sus colegas del Hospital Central de San Isidro, la recibieron de una manera muy especial. Aunque no pudo conseguir una nueva medalla para el país y para su vitrina, pudo obtener un diploma olímpico. Aun así, su esfuerzo y dedicación por la medicina y el deporte hicieron que Pareto quedara por siempre en los corazones de los argentinos.

Luego de haber cumplido con el aislamiento obligatorio “La Peque”, como se la conoce en el ambiente, volvió al hospital donde trabaja y sus colegas médicos hicieron de su llegada un momento muy especial. Con aplausos, lágrimas y risas Pareto saludó a sus compañeros mientras recibía halagos por parte de ellos “Nos enorgullece que seas parte de nuestro equipo de trabajo, ¡fuiste, eres y serás una campeona por siempre!”.

Más tarde Paula agradeció la sorpresa a través de las redes sociales: “Vuelta a la guardia con sorpresa de bienvenida en mi segunda casa. No por nada se le llama residencia, ¿no? ¡Gracias Ortopedia y Traumatología del Hospital Central de San Isidro por este recibimiento y por tantos años de paciencia y aprendizajes!”.

En Río 2016, “La Peque” consiguió medalla de oro. Desde ese momento miles de argentinos comenzaron a reconocer el esfuerzo que realiza día a día tanto para la medicina como para el deporte. Este año se supo que su participación en los Juegos de Tokio sería la última vez y eso generó una marea de sentimientos por parte de ella y de todo un país que estuvo presente mirándola.

Cuando fue derrotada por la portuguesa Catarina Costa, se retiró de la lucha y se fundó en un enorme abrazo con Laura Matinel, su entrenadora. En ese momento se pudo observar las lágrimas de ambas y también la felicidad por haber llegado a este punto. Luego cuando llegó a la Villa Olímpica fue recibida con aplausos y cantos por otros atletas argentinos.