Hablar de Independiente y Racing o viceversa, en la historia moderna atrae rápidamente los recuerdos de los hermanos Gabriel y Diego Milito, quienes tuvieron una destacada trayectoria, pero en la que defendieron las camisetas opuestas de Avellaneda y en la que un clásico dejaron un recuerdo imborrable hace casi dos décadas.

Este domingo, desde las 15.30, Racing e Independiente se volverán a ver las caras nuevamente en un clásico que tiene 115 años de historia y entre ellas varias anécdotas, en la que se destaca en los años recientes, la que dividió a una familia cuando Gabriel, jugando para el "rojo", y Diego, para la "Academia", se enfrentaron más allá de un partido de fútbol.

Aquél 9 de marzo de 2003, en cancha de Lanús -era local Racing-, se midieron las escuadras grandes de Avellaneda por la Fecha 4 del Torneo Clausura, en cada bando, un jugador portaba el apellido Milito en la camiseta, aunque eran hermanos, dentro del campo de juego eran rivales y enemigos futbolísticos, como lo confesaron en más de una oportunidad.

Pese a que el defensor de Independiente había debutado en 1997 y el delantero del otro club de Avellaneda lo hizo en 1999, solamente se habían cruzado una vez en el derby de la ciudad y fue en el Apertura 2002, partido que terminó 4 a 1 a favor de los "rojos", que se consagrarían campeones de ese certamen.

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Aquella tarde de marzo, fue la segunda ocasión en la que se enfrentaron cara a cara y dejaría uno de los mejores capítulos de esta rivalidad.

Racing comenzó el partido con un gran ritmo y se puso en ventaja rápidamente, a los 11 minutos, por medio de Diego Milito. Pero los focos del encuentro, se posaron cinco minutos después de ese tanto ya que se produjo el cruce histórico.

Juan Manuel Torres, volante de la "Academia" y de la Selección Argentina sub-20 por aquél entonces, se escapó de cara al arco ante una defensa de Independiente que quedó mal parada. En ese momento, Gabriel Milito, su líder defensivo, cortó la jugada desde atrás con una falta sobre la espalda de su rival.

Posteriormente, el árbitro Horacio Elizondo cobró la falta y el primero que corrió a pedirle la tarjeta roja fue Diego, quien fuera de sus casillas remarcaba que lo de su "hermano/rival" era último recurso.

El juez decidió arreglar las cosas con una tarjeta amarilla, mientras el delantero de Racing seguía reclamando la expulsión de su hermano, hecho que no le gustó para nada a éste, y fue a encararlo.

Se viene un nuevo clásico de Avellaneda: el día que se pelearon los hermanos Milito en pleno partido
En ese momento se pudo ver mediante las imágenes televisivas, que Gabriel insultó fuertemente a Diego, con epítetos contra su madre, o sea, su propia progenitora, lo que mostró a las claras la intensidad de las acciones.

La secuencia se transformó en historia pura ya que la imagen fue sorprendente: los dos Milito se estaban agarrando en pleno partido. La bronca no terminó ahí, pues durante el resto del encuentro ambos futbolistas se buscaron. Hubo un murmullo en el estadio cuando Diego le tiró una patada desde atrás a Gabriel, vengándose de una falta de éste unos minutos antes.

"Yo cometí una falta por la izquierda contra el Chaco Torres y el árbitro sacó amarilla, porque era para amarilla. Cuando Diego reclama me olvidé de que estábamos jugando, me olvidé de todo y le empecé a decir barbaridades. Después la seguimos en el doping y la terminamos de rematar en casa, cenando con toda la familia", confesó años más tarde Gabriel.

En el mismo sentido, el ex delantero del Inter de Milán, remarcó: "Él lo toma de la camiseta y yo entendí que era último hombre. Sigo insistiendo en que era de expulsión. En ese momento éramos rivales y para nosotros era una ventaja deportiva porque ganábamos con gol mío. La discusión en casa se puso tensa y mi viejo se calentó y nos pidió que nos dejáramos de joder".

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Esta historia digna de potrero, de enfrentamiento barrial donde el honor vale más que los puntos, sumó el relato de Elizondo y de los padres de los protagonistas de la historia de dos grandes del fútbol nacional e internacional.

"No fue una falta fuerte, sino táctica, para evitar un ataque prometedor. Gabriel escucha el reclamo de su hermano y lo putea... putea a su propia madre. No me di cuenta en ese momento de que era Diego el que reclamaba. Yo lo trataba de calmar a Gabriel porque estaba amonestado", dijo Elizondo, quien fue profesor de educación física de los futbolistas en el colegio.

"Yo no podía creer que Diego pedía que echaran al hermano. Él me decía 'bueno mami, si echaban a Gabriel era más fácil para nosotros', esa fue su explicación", contó Mirta Elizari, la madre de ambos.

Por su parte, Jorge Milito, padre de los jugadores fue el que puso orden al pleito: "Me quedé mal. ¿Cómo puede ser que pida roja para el hermano? No era último hombre. Gabriel se enojó y lo mandó a lo de la madre, ja. Diego volvió conmigo y la mamá con Gabriel. La discusión siguió hasta que dije basta".

Al final, el encuentro terminó igualado (1-1-), si bien el resultado fue uno más en la historia de este clásico, el cruce entre los hermanos quedó como una de las grandes anécdotas de la rivalidad de Avellaneda.